El hombre, sus desvelos

Sobre qué ha impulsado la labor del intelectual Eduardo Torres-Cuevas y cuáles temas lo han atraído, nos habla un volumen comentado recientemente en el Sábado del Libro


“Mi vida, mi contribución, ha sido ver crecer a Cuba; lograr que los cubanos de hoy piensen nuestro destino y se hallen a la altura de la tarea universal que nos colocó estar, como diría Martí, en el fiel de América. No sé si lo consiga, una cosa es la intención y otra el resultado”.

Eduardo Torres-Cuevas alerta sobre el peligro de olvidar o tergiversar aspectos esenciales de nuestra historia.

Pasión por hacer y pensar la historia, una selección de trabajos concebidos por el doctor Eduardo Torres-Cuevas, algunos publicados en distintos momentos, refrendan esa vocación suya.  

El libro, de la editorial Ciencias Sociales, forma parte de una colección conducida durante varios años por Fernando Carr Parúas, Premio Nacional de Edición. Dividido en tres partes, la primera aborda cuestiones filosóficas; la segunda, textos históricos; mientras que la tercera engloba escritos diversos, en los cuales sobresalen aspectos sociológicos.

En una especie de introducción al volumen, Félix Julio Alfonso (historiador, profesor, ensayista) destaca, al reseñar la labor de Torres-Cuevas, sus decenas de obras publicadas, “sus profundas meditaciones y penetrantes juicios sobre asuntos medulares”. Y en la presentación del compendio efectuada durante un reciente Sábado del Libro, junto a la Plaza de Armas habanera, aseguró: “Eduardo es, en los últimos 50 años en Cuba, el más importante estudioso del pensamiento cubano del siglo XIX”.

Por ello, en Pasión por hacer y pensar la historia no podían faltar, entre otras, las referencias al Obispo Espada, a Félix Varela y a José de la Luz y Caballero, “una figura central –aunque en la actualidad no es tan estudiada ni mencionada como se debería– para poder entender y analizar aquella época histórica”.

Noveno volumen de la Colección Premio Nacional de Ciencias Sociales.

De dos colegios dirigidos por Luz: San Cristóbal de Carraguao y El Salvador, egresaron “próceres trascendentes para nuestra historia, por ejemplo, Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, Manuel Sanguily, Luis Ayestarán y Moliner, Honorato del Castillo. Casi toda la juventud habanera que partió a la guerra del 68 salió de las aulas de El Salvador”, puntualiza Alfonso.

Asimismo, considera significativo el quehacer de Torres-Cuevas en el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, el cual promovió Pensamiento crítico, “la revista de ciencias sociales más relevante en América Latina en su época”. Igualmente resalta la “gran biografía intelectual” de Antonio Maceo que su colega escribiera, donde mostró, “sin visiones edulcoradas ni candorosas mitificaciones”, más que al guerrero, al hombre de concepciones republicanas, democráticas.  

Además, entre otros empeños “que iluminan el trabajo de historiador” de quien ha dirigido disímiles instituciones culturales –por ejemplo, la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz y la Biblioteca Nacional José Martí–, el presentador incluye los dos tomos de Pensar a Cuba, en cuyos capítulos se condensan reflexiones “sobre cómo se formó nuestra raíz cultural, étnica”.

Un atractivo adicional de Pasión por hacer… es la entrevista que le hiciera Elizabeth Díaz (también Premio Nacional de Edición) al autor; en decenas de páginas este discurre de forma amena sobre su infancia, la familia, las amistades, los matrimonios, la sociedad cubana antes y después de 1959, su formación y desempeño profesional.

Razones y decisiones

“La primera gran pregunta que me hice para iniciar el camino de la historia fue ¿por qué en Cuba se produjo la Revolución? Era un fenómeno no solo político, sino también de pensamiento y de sentimiento”, declara el actual director de la Oficina del Programa Martiano.

Para él, realizar una historia de aquellos sucesos sin tomar en consideración la poesía y la música es imposible. “Antes del himno heroico está la trova, el himno romántico. ¿Cómo separar al Céspedes de La Bayamesa del Céspedes del 10 de octubre? Esos componentes culturales que reflejan las ideas, el amor, lo que sienten los hombres y los llevan a los máximos sacrificios en aras de un ideal, resultan imprescindibles. Las razones políticas son la expresión de un movimiento mucho más amplio”.

“Tenemos una deuda profunda de gratitud con su obra intelectual y como dirigente de la cultura”, opina Félix Julio Alfonso.

Luz en Martí: la revolución independentista como plasmación de la idea cubana es uno de los ensayos contenidos en el libro; en él se asevera: “Luz y Varela, humildes en la inmensidad del conocimiento, fueron formadores […] de conciencia”. Este criterio lo retomó Torres-Cuevas durante la presentación del volumen, en el portal del otrora Palacio de los Capitanes Generales: se aprecia una continuidad entre el Obispo Espada, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Manuel Mendive, quienes se propusieron educar, “formar una generación, a través de la enseñanza”.

Cuando creó el Instituto Cubano, Luz no pretendía instruir a eruditos, sino a jóvenes que desearan “prácticamente construir una sociedad nueva”. Tales concepciones llegaron a José Martí mediante el magisterio de Mendive y formarían un sustrato sólido para nutrir las convicciones de “un apóstol cuyas ideas circularon por América Latina y hoy circulan por todo el mundo”.

Ninguna duda abriga Eduardo Torres-Cuevas en cuanto a que “nunca antes a una generación de cubanos, me refiero a todas las personas que vivimos en este momento, le ha sido tan necesario conocer el pensamiento de nuestro país”. Y nos convoca a mantener vivos “el amor y la pasión por Cuba”.

  

Diversos han sido los proyectos y las investigaciones emprendidos desde que en los años 60 obtuviera la licenciatura en Filosofía. / Archivo de BOHEMIA)

   


CRÉDITOS

Fotos. / Leyva Benítez

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