Una foto vale más que mil gritos libertarios. / pagina12.com.a
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El Mercosur gira: adiós, Milei; hola, Lula

Lula propone integración y justicia social mientras Milei amenaza con romper el bloque. La cumbre regional expuso su aislamiento y el nuevo rumbo del Mercosur


La imagen oficial de la cumbre del Mercosur 2025 no necesita subtítulos. En el centro, Javier Milei posa rígido, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada, como si estuviera a punto de explotar obligado a compartir el plano con líderes a los que desprecia. Todos los presidentes levantan la mano, sonríen, se prestan al gesto diplomático. Todos menos él, claro: el apóstol del anarcocapitalismo, el cruzado del mercado total, se mantiene inmóvil, flanqueado por banderas que no logran ocultar el abismo ideológico que lo separa de sus pares.

A su lado, Lula da Silva –el nuevo presidente pro tempore del Mercosur– luce relajado, seguro, con la sonrisa de quien ha regresado al vórtice de la escena regional con propuestas concretas: integración, justicia social, transición energética y reactivación del bloque como escudo ante las tormentas globales. Milei, en cambio, no alza la mano: levanta amenazas.

Durante su intervención, volvió a la carga con su letanía: el Mercosur es una “cortina de hierro”, un lastre regulatorio que “cercena libertades”, y si no se flexibiliza hasta convertirlo en un bazar de tratados bilaterales sin reglas, Argentina se irá sola, trabajará por su cuenta si los demás miembros del bloque se resisten a modificar las reglas comerciales, amenazó.

Un bloque para destruir desde adentro

Fiel a su estilo de buldócer doctrinario, Milei repitió que su paso por la presidencia pro tempore fue un intento por reformar el bloque “desde adentro”, como ya lo hace con el Estado argentino, al que prometió “dinamitar”. Propuso más aperturas unilaterales, más tratados con potencias extrarregionales (incluso Israel) y una integración “a la carta”; en los hechos, equivale a una desintegración.

Nadie lo siguió en su épica. Lula contestó con firmeza, pero sin gritos. Dijo que el Mercosur “nos protege” y el desafío es más integración, no menos. Enumeró ejes estratégicos: acuerdos con Asia y Europa, apoyo a pymes, pagos en moneda local, lucha contra el crimen transnacional, desarrollo tecnológico regional y acción climática. Milei, quien considera el calentamiento global una falacia, miró para otro lado.

No hubo encuentros bilaterales entre ambos. Lula no se prestó a fotos forzadas ni a debates de X. Mientras Milei se enfurece con “la casta” y propone motosierra para todo, Lula fortalece puentes.

¿Lanza de Milei o refugio común?

La Cumbre del Mercosur 2025 será recordada no por los tratados técnicos firmados, sino por la clara bifurcación de caminos. Por un lado, la ruta de Lula: integración, justicia social, transición ecológica, cooperación Sur-Sur. Por el otro, la de Milei: egocentrismo económico, amenazas de ruptura y negacionismo climático.

El libertario argentino parece convencido, su misión es reformar el Mercosur con la misma motosierra con la que busca “reformar” Argentina. El problema es que, en política exterior, las cadenas de una motosierra no reemplazan los vínculos de confianza, ni los tratados se firman con insultos.

Y mientras Milei refiere su avance “acompañado o solo”, la foto lo delata: ya está solo. Solo en la foto. Solo en el bloque. Solo en la historia.

Cristina y Lula: el abrazo que desbordó protocolos

Lula se abraza con Cristina Fernández de Kirchner en una reunión de alto voltaje político. / @CFKArgentina

Cuando todo parecía terminar en discursos y amenazas, Lula desvió el rumbo. No fue a la Casa Rosada, no pidió audiencia. Fue directamente a un modesto edificio del barrio de Constitución, donde lo esperaban miles de argentinos. Le fue a dar un abrazo a Cristina Fernández de Kirchner en su departamento y rompió así el cerco que el gobierno libertario, el establishment y el poder judicial buscan imponer sobre la expresidenta.

Un abrazo no fue solo personal; fue político. Lula, quien supo resistir el lawfare en carne propia, fue a ratificar cómo la lucha por la liberación de Cristina empieza a escalar a nivel internacional. Lo hizo con gestos, no con declaraciones. Compartió la visita en sus redes, expresó verla “fuerte y con ganas de luchar” y selló con ese acto simbólico lo que Milei nunca podrá ofrecer: legitimidad regional, memoria política y calle.

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