Pensemos la trascendencia de los recursos narrativos en el arte de contar historias en el periodismo y las ficciones, pues influyen decisivamente en la credibilidad de puestas audiovisuales
Cambió el consumo por doquier. Ningún ser humano está ajeno a las pantallas grandes o pequeñas. Producciones del mundo viajan sin límites de fronteras, culturas o idiomas. Suscitan apreciaciones, rechazos, intereses; incluso inciden en el gusto y las maneras de ver la existencia. Sí, poco lo meditamos.
En puestas televisuales y cinematográficas, guionistas, directores y equipos creativos abordan la memoria o el presente narrativo desde la visión de ganar para el relato lo perteneciente a la vida; lo deben ordenar con sentido jerárquico en provecho de múltiples sensaciones y aprendizajes. Pero, lamentablemente, no siempre ocurre así. El deber ser tiene concreciones en la práctica y cuando falla en el periodismo y diversos productos comunicativos, mutila ideas, pensamientos, reflexiones esenciales de honda trascendencia social.
Los elementos propios del lenguaje audiovisual incluyen la fotografía, el sonido, la edición; son articulados mediante el montaje, este combina lo que se quiere decir y cómo se quiere decir. Su inadecuada representación malogra la eficacia comunicativa y la comprensión de visiones conceptuales en beneficio de transmitir la riqueza de libros, exposiciones, filmes, documentales.
Ningún relato es ajeno a la existencia dada su condición de universo, donde tiempo, espacio, causalidad se constituyen en contextos. Historias contadas en entrevistas o ficciones incluyen fábulas, conflictos y otros elementos incluidos en narrativas donde coinciden expectativas, prioridades concebidas por quienes ejercitan el arte de contar.
Cada especialidad necesita aportes de expertos capaces. Nunca se improvisa. Quizás, por esto, creadoras y creadores cinematográficos y audiovisuales definen quiénes integrarán sus respectivos equipos de realización. Por ejemplo, Alan González, Magda González Grau, Rudy Mora, Mariela López, Alejandro Gil, Jorge Alonso Padilla, entre otros, son conscientes de las complejidades al recrear lo acontecido o lo imaginado.
En tal perspectiva insiste la primera actriz Tamara Castellanos, directora de audiovisuales, quien expresó a BOHEMIA: “Disfruto transmitirle a la niñez y a la juventud la importancia de los valores artísticos al relacionar palabras e imágenes en diferentes narrativas. Aprender en profundidad es una exigencia a considerar desde edades tempranas”.
La búsqueda de la perspicacia interpretativa concierne tanto a espectadores y realizadores. Los espectáculos audiovisuales pueden convertirse en expediciones antropológicas del conocimiento humano; unos y otros las disfrutan e interiorizan de diferentes maneras.
En nuestro mundo interconectado, si bien el cine y la televisión no son los únicos medios responsables del enriquecimiento cultural de las audiencias, influyen en ellas. Urge aprovecharlos, pues el desarrollo de las tecnologías no se limita a las transformaciones de equipamientos en artefactos sofisticados, todos requieren ser pensados en términos de lenguajes sugerentes, renovadores, artísticos. Programas informativos, revistas, documentales, cortos, consideran experimentaciones basadas en el intelecto, los valores axiológicos, la estética. Estos determinan para seducir las mayorías, conocernos y reconocernos a nosotros mismos.