Este ejército multitudinario sin precedentes en la historia de Cuba desempeñó el papel que le asignara Fidel Castro Ruz como fuerza combativa imprescindible en la defensa de la Patria y la Revolución
Según confesión propia, desde las primeras semanas tras el triunfo revolucionario, Fidel Castro Ruz comprendió la necesidad de incorporar al pueblo a la defensa del país. Pero el momento aún no era propicio. A finales de agosto de 1959, en una visita a Pinar del Río, conoció de la existencia de una pequeña banda dirigida por un prófugo de la justicia revolucionaria y entonces orientó a 12 campesinos vueltabajeros a organizarse, armarse y operar contra la cuadrilla.

Leandro Rodríguez Malagón es designado jefe de la patrulla conocida desde entonces como Los Malagones. Durante un mes se prepararon en el campamento militar de Managua. Cuando concluyó el curso, asumieron su primera misión: capturar a la mencionada banda en un plazo no mayor de tres meses. Su conocimiento del terreno, de los habitantes, incluso de los alzados, los hacía idóneos para la encomienda.
Cuando los despidió, el Comandante en Jefe les expresó: “Malagón, si ustedes triunfan habrá milicias en Cuba”. En poco más de dos semanas capturaron a los contrarrevolucionarios y se convirtieron en símbolo y modelo para organizar en cada rincón de Cuba “un ejército multitudinario sin precedentes en la historia de la defensa del poder revolucionario”, de acuerdo con la valoración del historiador militar cubano José R. Herrera Medina.
Se fundan las Milicias
El 26 de octubre de 1959, durante una multitudinaria concentración frente al entonces Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), Fidel se refirió a la necesidad de preparar militarmente al pueblo y armarlo. Por aquellos días algunos periódicos de propietarios burgueses habían acrecentado los ataques a la Revolución. Al respecto el líder de la Revolución señaló: “[El Diario de la Marina] dice: ‘La Revolución, para defenderse de sus enemigos, no necesita armar a los obreros y campesinos. Es suficiente el valor probado y la pericia de su ejército’.
“Frente a ese concepto de ejército profesional y de defensa del país con ejército profesional, está nuestro concepto revolucionario de defender al país con el pueblo, con todas las fuerzas del pueblo, con todos los brazos del pueblo, con todos los corazones del pueblo […] el pueblo está en pie de guerra, que a los campesinos y a los obreros los comenzaremos a entrenar inmediatamente, igual que a los estudiantes”.
Al terminar el acto, la gran masa de estudiantes universitarios presentes no marchó a sus casas. En la cafetería de la casa de altos estudios se acordó por unanimidad el nombre que llevaría la Milicia Universitaria: Brigada José Antonio Echeverría. Alguien sacó una hoja de una libreta. “El que esté dispuesto, que firme aquí”. Hubo necesidad de otra hoja y otras más.

Como emblema escogieron el búho, símbolo de la sabiduría, pero le colgaron un fusil al hombro, encima de unos libros, lo que patentizó el carácter estudiantil. Al ave la dotaron de una mirada vigilante, según los jóvenes, “para que supiera a qué atenerse el enemigo”.
Y comenzaron las prácticas de infantería en la entonces Plaza Cadenas y el Estadio Universitario. Recibieron también las primeras armas, unos viejos fusiles Crack que amenazaban rajarse al primer disparo. El 13 de noviembre, el entonces Comandante Raúl Castro pasó revista a la Brigada: “No se entristezcan estudiantes y guerreros por esos rifles deficientes que hoy tienen… Lo importante no son las armas, sino las estrellas que se tengan en la frente”.
Dos semanas después, recibieron la visita de Fidel. Tras constatar el progreso de su preparación militar, habló a los jóvenes: “Hoy son ustedes los que llevan los fusiles, como prueba de que nunca más en nuestra patria los estudiantes serán perseguidos, como prueba de que los derechos estarán garantizados por el pueblo”.
Y hubo milicias en Cuba
Al principio las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) se organizaron por sectores sociales, es decir, entre obreros, campesinos y estudiantes. Se les impartía clases de infantería, arme y desarme; se organizaron guardias en los centros de trabajo y objetivos priorizados. De acuerdo con investigaciones del historiador José Ramón Herrera, en marzo de 1960, a menos de cinco meses de creadas, aproximadamente medio millón de hombres y mujeres estaban organizados en sus filas.
Entonces Fidel decidió reorganizar los destacamentos de milicias con un sentido táctico–territorial y convertirlos en batallones de combate. Según testimonio de José Ramón Herrera, también uno de los protagonistas de aquella gigantesca misión, “fusiles, ametralladoras, morteros y piezas de artillería terrestre y antiaérea, procedentes de los países socialistas, comenzaron a entrar a puertos cubanos y en carrera contra el tiempo se entregaban a las recién formadas baterías, compañías y batallones.
“En todas las provincias se organizaron los centros de preparación necesarios; durante 15 días los milicianos recibían clases de armamento, tiro y táctica elemental del soldado. La graduación se efectuaba luego de vencer la marcha de los 62 kilómetros. La boina verde olivo se convirtió en el símbolo de haber pasado por todas las pruebas del curso. Durante el segundo semestre de 1960, el archipiélago cubano se convirtió en una gigantesca escuela de combatientes revolucionarios”.
De la Operación Jaula a Girón
A partir de noviembre de 1960, cuando se desató una feroz campaña de prensa contra Cuba, se intensificaron los sabotajes dentro del país y se hizo pública la existencia de campamentos en los propios Estados Unidos y Centroamérica en los que se preparaba una brigada invasora cuyo objetivo era agredir a Cuba. En el plan inicial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) yanqui estaba el desembarco de esa tropa por la zona de Trinidad para, con el apoyo de los contrarrevolucionarios alzados en el Escambray, establecer una cabeza de playa que justificara una intervención armada bajo los auspicios de la OEA.

Con el propósito de contrarrestar la maniobra enemiga, Fidel delineó la llamada “Operación Jaula”, con la cual se cercó totalmente al Escambray, dividiéndolo en cuatro sectores y ocupando con escuadras los puntos más importantes y así peinar las zonas cercadas. Simultáneamente se realizó un trabajo político directo y efectivo con las familias campesinas y se aceleraron las transformaciones económicas y sociales en la región.
Se movilizaron hacia aquel territorio 80 batallones de milicias procedentes de todo el país. La operación concluyó en los primerosdías de abril de 1961 con la neutralización de unos 600 alzados, la captura de más de un millar de armas y la desarticulación de casi todas las bandas. El bautismo de fuego en el lomerío villareño de esta nueva tropa armada popular le sirvió de mucho hacia futuras misiones.
También fueron milicianos los primeros en enfrentar el 17 de abril de 1961 a la brigada mercenaria en Playa Larga y Playa Girón. Durante toda la batalla, los combatientes de las MNR constituyeron la mayoría de las fuerzas de infantería y la totalidad de las dotaciones de las baterías de artillería terrestre y antiaérea con las que contó Fidel para repeler la invasión en menos de 66 horas. Como en Bahía de Cochinos, en la Lucha Contra Bandidos ellos desempeñaron cabalmente el papel que les asignara Fidel como fuerza combativa imprescindible en la defensa de la patria y la Revolución.
*El autor es periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.
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Fuentes consultadas
La compilación Sobre temas militares, de Fidel Castro. Los libros Operación Jaula. Contragolpe en el Escambray, de José R. Herrera Medina; Los Malagones, de Mercedes Alonso Romero; Héroes Eternos de la Patria, de Justina Álvarez; y En marcha con Fidel, de Antonio Núñez Jiménez.