Fotos. / Leyva Benítez
Texto. / Redacción de Bohemia
Un leve susurro de viento acaricia las páginas de BOHEMIA, la revista que, como un hogar, albergó por tantos años la voz de Carlos Piñeiro. En este sagrado espacio, donde las palabras se entrelazan con la historia, el adiós se siente denso y palpable.
Hoy es una mañana nublada; el sol apenas asoma entre las nubes, como si el cielo mismo temiera iluminar un momento tan lleno de melancolía y gratitud.
Carlitos, el periodista que tantas veces transformó la cotidianidad en relatos impactantes, ha dejado su huella en cada rincón de esta redacción. Su mirada aguda e incesante curiosidad nos llevaron, a través de sus textos, a descubrir realidades ocultas. Maestro en el arte de la narrativa, fue capaz de convertir un simple hecho en una historia cautivadora que tocaba las fibras más profundas de sus lectores.
Él era un ferviente defensor de la verdad, apasionado de la palabra, y su legado siempre será parte del tejido de nuestra publicación.
En este momento solemne, cuando se compartió el «hasta siempre», del compañero y amigo, Víctor González Albear, y se esparcieron sus cenizas en la entrada del lugar donde su periodismo floreció, se sintió que no solo estábamos diciendo adiós, sino que lo integrábamos aún más en nuestra memoria, en las hojas en blanco que esperan por escribirse y en las vivencias que deben ser reveladas.
Dondequiera que estés, ¡qué nunca te falte el sorbo, colega!