La recién concluida VI Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo propició diálogos, paneles, conferencias y tertulias informales, en busca de una cultura de paz
Hay un hombre de 172 años, incapaz de morir, porque sus erudiciones serán eternas y se sienten por todas partes. Es José Martí.
Si un consenso quedó claro, entre quienes leyeron los dictámenes de las comisiones de la VI Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, concluida este viernes en La Habana, es la necesidad de fusionar más a las personas de bien para salvar a la humanidad, enarbolando las armas de las ideas, tal y como ratificó en la clausura del encuentro el presidente de Cuba, Miguel Díaz–Canel Bermúdez.

Ante representantes de casi un centenar de países, gente de diferentes cleros, partidos, tendencias, quedó diseñada la oportunidad de emplear los mismos medios creados por quienes tratan de subyugarnos, esclavizarnos adoctrinarnos. Con esas herramientas podemos replicar la verdad, desmentir el engaño, esclarecer quiénes son realmente los enemigos de los pueblos.
El Héroe Nacional, sus razonamientos iluminados y vigentes, fueron el tema principal de los intercambios en todas las comisiones, durante la última semana del primer mes del año, en la cual recordamos el aniversario de su natalicio el 28 de enero.
Supimos que Marcelo Duarte, uno de los delegados chilenos, poeta y trabajador portuario, antes de retornar a su país en la madrugada del sábado, besó las altas rejas de la residencia de los periodistas El Costillar de Rocinante, en la céntrica Avenida G, del Vedado, “me despido de todo lo que me cuidó, enamoró y protegió en mi Habana”, expresó el hombre humilde y honesto.
Fuimos testigos de las gestiones hechas por una periodista y realizadora argentina para quedarse, cambiar la fecha del vuelo de regreso a casa, con la intención de presentar un documental acerca de los aportes de un coterráneo de ella, el politólogo y académico, Atilio Borón.

Con Atilio Bohemia conversó en entrevista exclusiva, en la cual expresó: “…cuando el expresidente norteamericano Joe Biden hizo la convocatoria a la llamada segunda Cumbre de la Democracia, creo que no llegó a tener tantas naciones representadas y Cuba logró traer a gente de casi 100 países, a pesar del riesgo de luego impedírseles la entrada a Estados Unidos, aunque tengan necesidad de hacerlo por negocios, placer, turismo o cualquier otra causa. Y si logran ir, los trámites de visado son más complejos, llegan allí como sospechosos; eso habla de un éxito formidable de este encuentro en La Habana.
Y agregó: “Esa solidaridad internacional tan grande, debe traducirse en apoyo, en medidas concretas, porque Cuba enfrenta una problemática económica y energética complejas, las cuales son imposible compensar con grandes declaraciones de amor. El país necesita mucho más que eso, razón por la cual yo insisto con personas de muchas naciones para motivarlas a unirse, como ha hecho México, y ayudar de manera concreta, material”.
Por su parte, en su discurso de clausura del encuentro, el presidente Miguel Díaz-Canel expresó: “… quieren condenarnos a la soledad y prosiguió: ninguna otra arma ha funcionado en el intento de rendir al pueblo rebelde y digno de Fidel y Raúl Castro…”.
Expuso asimismo que “… Martí acompaña no solo a los cubanos, sino a todos los ciudadanos del mundo que creen con firmeza en la posibilidad de mejorar y equilibrar este mundo, y que lo hacen a contracorriente de la barbarie hoy visible, en el apogeo de la codicia y en los dolores infinitos que provocan los codiciosos por su desprecio absoluto al sufrimiento humano”.
Palestina, justicia y paz
Muchos en el Palacio de las Convenciones de La Habana, llevaban sobre sus hombros la kufiya, también conocida como keffiyeh, esa bufanda negra y blanca identificada como símbolo de la identidad y resistencia de Palestina, aunque desde tiempos antiguos fue usada como prenda práctica para protegerse del sol y el polvo del desierto.
Díaz-Canel portó todo el tiempo una de esas prendas. En la intervención ante el plenario final gritó: ¡Desde aquí pedimos que Palestina sea libre! y denunció el holocausto de su pueblo por el régimen de Israel y de quienes alimentan esos asesinatos.

En la propia jornada del viernes 31 de enero, el mandatario participó en horas del mediodía en el panel “Guerra y dominación, frente a resistencia y solidaridad por el equilibrio del mundo”.
En el debate manifestó la trascendencia de esa causa para los cubanos, porque aquel pueblo es ejemplo de heroísmo y resistencia: “En Cuba tenemos más de un centenar de estudiantes palestinos, la mayoría en universidades de medicina, a quienes hemos acogido como nuestros hijos”.
Manifestó el compromiso de garantizar a esos jóvenes la posibilidad de transitar con éxito toda su formación y ratificó el deber de hacer todos los esfuerzos posibles con el fin de preservarlos, porque son un foco de resistencia en el presente y futuro.

Sobre las más recientes decisiones de Washington contra Cuba, dijo Díaz-Canel que “a pesar de los pesares, como decimos aquí, y de las órdenes presidenciales de los amos del mundo, no vamos a callar frente a la infamia, ni vamos a perder la confianza y la fe en el mejoramiento humano, la vida futura y la utilidad de la virtud.”
Añadió: «Martí nos acompaña también en el optimismo, porque en él tenemos al ser esperanzado por el que clama el Papa Francisco, y tenemos al luchador que llegó a expresar que “El honor humano es imperecedero e irreductible, y nada lo desintegra ni amengua, y cuando de un lado se logra oprimirlo y desvanecerlo, salta inflamado y poderoso de otro”.
La clarividencia martiana fue resaltada igualmente en su discurso cuando recordó que el Maestro sentenció: “cuando los imperios llegan a la cumbre de su prosperidad, están al borde del precipicio que los devora” y rememoró también como Martí matizó al “vecino codicioso, que confesamente nos desea”.
Pareciera ser testigo de los tiempos de hoy, aquel hombre de 172 años, quien en el ensayo “Nuestra América” refirió: “Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de Los Andes”.
Entonces, llegó la hora de fortalecer las trincheras de ideas en el combate de pensamientos.
