Artistas de disímiles épocas y continentes han reflejado sentimientos transmitidos por los besos
Kuss (alemán), qubla (árabe), Cumbana (bengalí), tseluvka (búlgaro), petó (catalán), Wěn (chino), suudella (finés), baiser (francés), bico (gallego), filí (griego), hetũ (guaraní), kiss (inglés), bacio (italiano), kisu (japonés), beijo (portugués), tselovat (ruso), hôn (vietnamita), qabula (zulú) son algunos de los vocablos para aludir, a lo largo y ancho del universo, a un acto que puede ser de absoluta entrega, vehemente, o frívolo, tímido, reticente, calculador…
¿Qué es un beso? Depende de quien responda la pregunta. Para un galeno implica poner en movimiento varios músculos del rostro e intercambiar (según describe el doctor Rubén Carlos Mayo, en su ocurrente libro Cuentos para médicos) sustancias contenidas en la saliva, entre ellas la amilasa y la mucina. Un psicólogo diría que es una forma de comunicación no verbal, con notables beneficios (cuando se da o recibe con placer) para la salud mental y emocional. El escritor y humorista Jorge Alberto Piñero (JAPE) lo califica de “ejercicio […] precoital, o sea, de calentamiento. Como en el deporte”.


Si bien no recurren a las palabras, los artistas de la plástica tienen igualmente diversas maneras de recrear “el más bello instante del amor”. Durante centurias, unos han detallado cuerpos entrelazados, rostros, emociones, mientras otros –en especial los cultivadores del arte abstracto– se sienten atraídos por el concepto y no por la fisonomía de los personajes.
En el ámbito de la escultura, entre los primeros, descuella, por ejemplo, el francés Auguste Rodin (1840 -1917). Concibió El beso en los años 80 del siglo XIX; luego, a solicitud del Estado galo, emprendió una versión de mayor tamaño, en mármol, la cual estuvo lista en 1898; e hizo copias. En tales creaciones representa a los adúlteros Paolo y Francesca, inmortalizados por Dante en su poema La Divina Comedia. Los expertos destacan que, contrario a los cánones predominantes en la época, el maestro desplegó elementos significativos en los cuatro lados del conjunto; debido a ello, solo conseguimos apreciarlos totalmente si caminamos en derredor.


El italiano Antonio Canova (1757-1822) escogió también el mármol para cincelar, entre 1787 y 1789, El amor y Psique (Amore e Psiche), o Psique reanimada por el beso del amor. La pieza, de estilo neoclásico, se inspira en un cuento de Apuleyo, incluido en su obra El asno de oro. Adormecida, tras caer en una trampa de la celosa Afrodita e inhalar efluvios letales, la muchacha es salvada por Cupido.
Aunque en realidad se trata de un cuadro, pintado por Jean-Léon Gérôme (1824-1904) hacia 1890, Pigmalión y Galatea (Pygmalion et Galatée) merece un sitio en esta lista, cual reflejo de la pasión que las obras despiertan en quienes transforman en arte el metal, la piedra y otros materiales. Observamos al escultor en el taller, besando a la preciosa doncella, que se ha convertido en una joven de carne y hueso. Gérôme ilustró de este modo el mito relatado por Ovidio en Las metamorfosis.
Realizadas por el rumano Constantin Brancusi (1876-1957), la Puerta del beso (escultura monumental, enclavada en la ciudad de Târgu Jiu, la componen anchas columnas unidas en su extremo superior por una losa) y la talla El beso (1910): evidencian dos maneras de presentar el tema. La segunda nos trae a la mente figuras esculpidas en bloques de piedra miles de años atrás.
Al cubano Agustín Cárdenas (1927-2001) debemos una estilizada representación del contacto físico. La confeccionó en bronce, hace medio siglo. Minimalista, carece de detalles anatómicos. No obstante, los entendidos resaltan la sensualidad y vitalidad de las formas.

Otra pieza de bronce, rodeada de misterio (nadie sabe cómo ni por qué llegó a su emplazamiento) y fundida en Roma, engalana el asentamiento costero de Santa Fe, en la periferia habanera. El personaje masculino parece solicitar un beso a la amada. Su autor es el italiano Aldo Gamba (1881-¿?), creador del Monumento a Máximo Gómez (erigido frente al Malecón) y del conjunto Fuente de las Musas o Danza de las horas (a la entrada de Tropicana), en La Habana.

Asimismo, El beso del peruano Víctor Delfín se instaló cerca del océano, pero en Lima, en el Parque del Amor. Fabricada en concreto, muestra a una pareja de mestizos y al principio fue criticada por ciertos habitantes del lugar, quienes hubieran preferido algo menos “provocativo” (erótica y racialmente). Sin embargo, desde el 14 de febrero de 1993 hasta la fecha las opiniones fueron variando, hoy se le justiprecia como obra artística y símbolo de la unión romántica.

Xu Hongfei forjó una escultura que ha sido expuesta en múltiples naciones. Hace un lustro el artista chino trajo a la capital cubana la sugestiva Kiss, un modelo de equilibrio, fuerza, belleza. El enamorado sostiene sobre sus brazos extendidos –cual si la hubiera atrapado al vuelo o la elevara hacia el cielo– a la apasionada muchacha. Las contrapuestas dimensiones corporales: él, esbelto; ella, con sobrepeso, nos sugieren que el amor todo lo puede.