Seguidores del arte de la animación de figuras acompañaron la 4ª Jornada Habana Titiritera que acogió a colectivos de varias provincias del país y una representación de cultores mexicanos
Tocada por el don singular de convertir en realidad cuanto dibuja, una niña vive acechada por un perverso legislador que la reprende y obliga a pintar las más absurdas y desatinadas mezquindades. Este es el hilo central de Amelia sueña mariposas, estreno que descorrió las cortinas de la 4ª Jornada Habana Titiritera: figuras entre adoquines, que acogió a representantes de México y Cuba.

No cabe duda, en estos días la ciudad volvió a vibrar con la energía de los muñecos, en una cita que impresionó por la diversidad de iniciativas artísticas, exposiciones, talleres en las comunidades y una conferencia magistral a cargo del psicólogo y titiritero mexicano Gilberto Palma, director de la Compañía Happy Show (CREATI A.C.), quien reflexionó acerca de la animación de figuras como terapia en algunos trastornos psicológicos.
Organizado por la compañía habanera Teatro La Proa, este evento recibió el apoyo del Centro de Teatro de La Habana (CTH), el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), entre otras instituciones culturales, y se alzó como tribuna para enaltecer el significado de la enseñanza académica para el trabajo con títeres en el actual contexto cultural cubano.
En el agasajo por y para los muñecos, no fue casualidad que un aluvión de pequeñas cabecitas, radiantes e inquietas, colmaran distintos espacios capitalinos, algunos inusuales para tales presentaciones, pero que llevaron el aliento e ingenio de los proyectos más notables hoy en el arte de crear teatro desde las figuras.
Hasta la Finca de los Molinos, la sede de Teatro La Proa, la Casa de la Cultura Joseíto Fernández, La Madriguera, los teatros Aldaba, Sauto, El Arca, La Edad de Oro, y otras salas y plazas alternativas en los barrios, llegaron aquellos que tomaron como aventura y solaz esta difícil y apasionante modalidad de las artes escénicas.
Más de 40 espectáculos presentaron colectivos de La Habana, Matanzas, Artemisa, Cienfuegos, Villa Clara, Granma, a los cuales se sumó una pléyade de noveles cultores, estudiantes de dicha especialidad en la Escuela Nacional de Teatro y la unidad docente Carucha Camejo, perteneciente a la compañía Teatro de las Estaciones.
Poesía, humor, colorido, música y muchísima originalidad se vieron en estas jornadas, cuyo programa incluyó los espectáculos Historias de nadie y para todos, de El Arca; Historia de Burros, del grupo matancero Papalote; El Modelo, de Teatro Andante; Agüé una leyenda de monte, de Feérico Teatro; Paranoia, de Cañabrava; El Caballito Enano, del Guiñol de Santa Clara; Entre quesos y ratones, a cargo de la nómina de los anfitriones: Teatro La Proa, y otras invitaciones escénicas que alternaron, en las tarde-noche, en el cabaret titiritero.
Si bien es cierto que la calidad de los montajes estuvo a la altura de las expectativas que la cita extendió entre los seguidores, cabe resaltar la excelencia de La noche de los mayas, puesta en escena de los mexicanos de Icnocuicalt, quienes expusieron una particular mirada descolonizadora que cuestiona el modelo eurocéntrico habitualmente atribuido a nuestras culturas originarias.
Igualmente, Un girasol pequeño, del dramaturgo cubano Salvador Lemis, se convirtió en otra de las propuestas que cautivó, justamente por ser un canto de amor a la vida y al ser humano.

Entre retablos y polichinelas, resultaron reconocidos con el Premio Timonel Los Cuenteros y de la artemiseña San Antonio de los Baños. El galardón, conferido por Teatro La Proa y el Centro de Teatro de La Habana, hasta la fecha, ha distinguido a aquellas agrupaciones y/o creadores con resultados y contribuciones sobresalientes en el arte titiritero.
Esta cuarta edición, evidenció un lúcido proyecto curatorial, matizado por las diversidades estéticas, la artisticidad y la posibilidad de atomizar propuestas titiriteras en espacios desacostumbrados de la capital.
Al propio tiempo, dejó el regusto por la magia de los títeres, en tanto demostró cuán valioso resulta atender, desde la academia, a dicha modalidad teatral; en esencia, el más genuino gesto que agradecerán las generaciones venideras.