Suceso muy poco común, que motiva a trabajadores del Hotel Meliá Costa Rey y los convierte en protagonistas de acciones de protección
Bañada por una fresca brisa, la berma marina recuerda uno de esos fragmentos cinematográficos, acaso dibujados por el lente de un pincel.
Tal vez por ello, ajena a todo cuanto le rodea, segura, satisfecha, dueña del mundo, una hermosa tortuga avanza lentamente alrededor de cuatro metros duna adentro en medio de la oscuridad, excava en la arena con sus patas traseras, se acomoda como toda una reina y comienza a depositar huevos que al final cubre con toda paciencia, para impedir que hormigas, cangrejos y otros depredadores los devoren.
Al concluir, regresa sobre sus propios pasos, se sumerge en el mar y desaparecer. Quizás no vuelva allí. O quién sabe si lo ha hecho en ocasiones anteriores. De acuerdo con expertos, puede hasta ocurrir que haya nacido en ese mismo y apacible lugar. Únicamente ella lo sabe.

El suceso no es imaginario. Aconteció el pasado 14 de junio en un pequeño segmento de Playa Las Coloradas, justamente frente al Hotel Meliá Costa Rey, donde durante el día toman baño de sol y mar huéspedes de esa instalación.
Al ser –afortunadamente– presenciado por uno de los trabajadores encargados de la seguridad del lugar, el acontecimiento fue comunicado rápidamente, lo que permitió adoptar de inmediato medidas de carácter preventivo para identificar el punto, delimitarlo, protegerlo…
No pudo la tortuga –presuntamente una caguama– escoger mejor sitio. Ese hotel es uno de los ocho que en el Polo Turístico Jardines del Rey promueven la sostenibilidad, en el contexto de un proyecto internacional que busca precisamente concretar dicho propósito.
De acuerdo con declaraciones de la bióloga Evelyn Marichal Arbona, coordinadora del proyecto e investigadora agregada del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros (Ciec), el anidamiento de tortugas es poco común en zonas donde hay desarrollo turístico, presencia humana, iluminación…
En la cayería norte avileña han ocurrido muy pocos hechos así, y solo en tramos costeros no antropizados, básicamente en áreas protegidas, razón por la cual este desove llama mucho la atención.
Según explica Neóber Martín Dueña, especialista en gestión de la calidad del Hotel Costa Rey, quien ha estado vinculado todo el tiempo con el punto de nidificación, a la vuelta de unos 60 días (en dependencia de la temperatura, sobre todo) podrían estar eclosionando los huevos de la tortuga y avanzando hacia el agua, con increíble instinto natural, las muy pequeñas criaturitas.
No todo estará resuelto. Estudios y estudiosos coinciden al afirmar que solo una de cada 1 000 tortugas sobreviven tras el nacimiento, bajo la depredadora acción de aves marinas, tiburones y otros peces que pueblan las profundidades.
Tal suerte, evidentemente, acompañó a la mamá caguama que no por casualidad escogió ese punto del balneario turístico avileño para dar vida.
Ojalá esa prole suya, ahora en apacible incubación, rompa esquemas, pronósticos y, en lugar de una, muchas tortuguitas sobrevivan y logren llegar felizmente a la adultez.
Seguro estoy de que, si se le pregunta a trabajadores y huéspedes del Meliá Costa Rey, todos levantarán al instante su mano a favor del derecho que también tienen esos animalitos a la vida.