Múltiples ideas, pensamientos y emociones suscitan los legados del narrador, ensayista y profesor Francisco López Sacha
Quien enseña, nunca se va. Valorarlo en presente estimula a traer de la memoria los significados humanista, cultural, artístico del hombre culto, leal, modesto; jamás tuvo reparos en compartir saberes, experiencias y “secretos”, al ser el maestro que fascina con su verbo preciso, rico, nunca excesivo.
No hace mucho, en exclusiva con BOHEMIA nos aseguró: “La vida es un licor diabólico”. Así es el narrador, ensayista y profesor Francisco López Sacha: ocurrente, vital, incisivo. Aprendimos de él en el programa Universidad para Todos; la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, durante conversaciones, encuentros casuales; y en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba donde se le rindió homenaje para quedarnos con él cerca, muy cerca.
Al abordarlo, siempre tiene la reflexión precisa. Acompaña su voz enfática devenida timbre pasional. Reviso notas, clases, su brújula esencial. Dejemos los oídos atentos, y el alma y la conciencia.
“Debo reconocerlo, la escritura de cine se somete a las mismas regularidades que la creación narrativa y dramática. El viaje de una idea a través de un núcleo argumental es el mismo para todos los géneros; pues estos basan su eficacia en la construcción de una historia. Analiza, si esta es la finalidad de la escritura artística; o sea, la situación de los personajes a través del desarrollo de una fábula, entonces todos los códigos se conciertan”.
Diáfano, espontáneo, sorprendente, intenso, Sacha dice lo que nunca debemos olvidar y, lamentablemente; a veces, no aprehenden guionistas, directores, asesores en filmes, series, telenovelas y en otras ficciones diversas. Tampoco lo consideran con la sistematicidad y los estudios requeridos algunos creadores en el ejercicio de la crítica cultural.

Volver a releer e interpretar un título memorable de Sacha, Ensayos en clave de sol, publicado por ediciones UNION, propicia entender sus relaciones insospechadas con dos manifestaciones artísticas. Asegura: “Para mí la literatura es una prolongación de la música y, en consecuencia, se articula así”.
Él nos hizo pensar en profundidad. Prevalecen por doquier en el panorama mediático grupos económicos privados que difunden banalidades, conquistan mercados e instauran globalizaciones de la colonización cultural con sus ideologías respectivas; esta realidad plena de violencias psicológicas atenta contra el conocimiento de países y de culturales diversas, propias, auténticas.
Para contrarrestarlos apremia actualizar la praxis del arte y estudiar en profundidad los procesos creativos de manera holística. Comprender diversidades discursivas aguza las miradas sobre riquezas de ámbitos complejos asociados al valor simbólico. El arte interroga, cuestiona, activa infinitas batallas culturales.
En su novela publicada recientemente, El más suave de los veranos (Ediciones Cubanas), cierra el relato con una reflexión del personaje: “Si después de la muerte no podemos recordar, entonces no vale la pena vivir”. Pero el autor, Francisco López Sacha, nos enseñó lo contrario. El siempre enseña, nunca se va. Perdura eternamente, magistral.