Gas licuado: ¿hacia el camino del orden?

Comenzó la capacitación por el equipo de Transfermóvil para la posterior implementación de la opción Mi turno en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque. Al uso de las nuevas tecnologías deben acompañarle medidas organizativas que permitan a la población acceder al producto sin las turbulencias que dan lugar a la corrupción, entre otras ilegalidades


La nota me llegó a través del grupo de WhatsApp del edificio donde vivo: “La Empresa de Gas Licuado comienza el proceso para la implementación de la opción Mi turno en sus servicios”. Esa misma mañana se efectuaba la capacitación por el equipo de Transfermóvil. Mostraba un ejemplo gráfico del procedimiento y, para el esclarecimiento de dudas, sugería su canal de Telegram.

Confieso que luego de la más reciente experiencia en la adquisición del combustible doméstico, muchas interrogantes me surgieron, a partir de la odisea para comprar mi gas. Vi muchas fisuras en el desarrollo de la venta que no son causa solo de las complejidades de la provincia, sino de las acciones de un grupo de personas que han convertido la escasez de este servicio en fuente de lucro.

Me correspondió ir a la cola entre el 10 y el 12 de febrero, cuando compraban los clientes, cuya última adquisición había tenido lugar entre el 2 y el 5 de diciembre de 2024. Allí era posible encontrar todo tipo de compradores, desde muchos a quienes les correspondía desde octubre y más atrás, hasta los “clandestinos”, ellos pagaban 3 000 y 5 000 pesos por una balita. Abundaban también los revendedores de turnos, que cobraban la “modesta” suma de 1 500 pesos por aquel pequeño cartoncito.

Foto. / granma.cu

En esa oportunidad escribí el trabajo publicado en la edición digital de BOHEMIA De mis días en la cola del gas licuado, vivencias. Además de referirme a la desagradable experiencia de dos días en el punto 10005, de la zona 11 de Alamar –y fue ese tiempo porque una amiga, que se confundió de fecha para comprar, me dio su turno; si no, hubiera sido mucho más– me refiero a la necesidad de la eficiencia y eficacia en todo lo que se hace en tiempos tan complejos como los que vivimos.

Dije entonces: “Hago un paréntesis y, con él, una reflexión. ¿Quién desconoce los malabares que cotidianamente tiene que hacer la dirección de este país para garantizar la exigua canasta básica que recibimos y no llega en el tiempo establecido? En esa relación entra también el combustible para todo, incluido el de cocinar. Razón de más para que la venta de cada producto se haga con todo rigor. La demora y alargamiento del ciclo, a usted, a mí, a ellos y a todos, nos va cerrando el círculo, con los consiguientes contratiempos. Es ahí donde deben prevalecer las estrategias adecuadas, la organización y el control, porque alrededor de los problemas objetivos hay un grupo de sujetos que –como buitres tras la carroña– se aprovechan de la ansiedad de la gente y provocan aquello que llaman río revuelto…”.

En un epígrafe titulado Cuentas que no dan expuse mis preocupaciones acerca de la cantidad de balitas que entraban y las que se vendían: “Los mensajeros, quienes por sus funciones compran diariamente -y son 15 los emplantillados-, tienen derecho a llevar dos balitas ; y cuatro el del Valle de Berroa, por la ubicación de ese enclave, a las que se suman las de los 10 impedidos de cada jornada. En los dos días daría un monto de 84. Con estos datos, sin tener en cuenta el “piquito” por encima de los 100 cilindros, vamos a ver que entre lunes y martes (10 y 11) debieron entrar 200 y el segundo día cerró con solo 72 clientes despachados en total. Recuerden que el cálculo está hecho sobre la entrada de 100. Eso da que no se conoce el destino de 44 unidades. Un somero cálculo matemático indica que la cuenta no da. ¿Adónde fue a parar la diferencia?”.

Una vivencia que resulta preocupante en la distribución del gas, como en la bodega y en el trabajo por cuenta propia, es la falta de combatividad de la gente en defender sus derechos y el hecho de no denunciar, por aquello de no “buscarse problemas”. Si esa actitud resolviera la situación, sería aceptable, pero la realidad demuestra que, al contrario, la agrava, porque los herejes se mantienen actuando impunemente. Y si queremos que la situación actual cambie, hay que declararle –abiertamente– la guerra a la corrupción.

Mis inquietudes e interrogantes jamás recibieron una respuesta, algo que, según la legislación, es lo que procede.

Ahora anuncian el uso de Transfermóvil para las operaciones. No tengo detalles aún, pero hay elementos esenciales en cualquier actividad, tanto económica como social, se trata del control y la organización. No dudo y tengo mis esperanzas, mas también mis reservas, ya que los acostumbrados a delinquir, siempre van a encontrar grietas. Y este tema del combustible doméstico es tan sensible, que no se debe permitir el menor desliz en los controles.

El uso de las nuevas tecnologías puede ayudar mucho, pero las armas más eficaces son la organización y el control. / Veneranda Rivera.

De Pinar del Río, algunas experiencias

No me pareció ocioso comunicarme con algunos pinareños que fueron pioneros en diferentes alternativas bien concebidas y hubieran sido –en opinión de Ada Rivera, quien compra en el punto 12 del Consejo Popular 10 de Octubre, en el municipio cabecera– “más efectivas con un suministro estable; sabemos la situación por la que atraviesa el país con la disponibilidad de divisa, y lo entendemos. Lo importante es que el sistema organizativo que aquí practican es un freno al fraude. Cuando se aproxima el turno todos estamos al tanto, por si alguien falla, para que el listado avance como corresponde.

“Cada vez que viene el gas se establece el rango según la cantidad de balitas que se suministran. Hay una fórmula conocida por todos: la relación de los núcleos a los que les corresponde, los cinco vulnerables por distintas razones y los cinco “pasados”. Si algo de esto se viola, nosotros protestamos, y las aguas toman su nivel. Está muy difícil la situación para permitir irregularidades con el combustible doméstico”.

Berta Ferro Saide, registrada en el punto 4 del reparto Villamil, optó por un mensaje: “Tienes un número por el cual vas guiándote, hasta que te corresponda comprar. Por ejemplo, mañana miércoles 19 de marzo les toca a los números comprendidos entre el 1273 y el 1333. Los vulnerables que deben pasar a adquirir su combustible son los siguientes:

81…14029

82…6392

83…6955

84…1860

85…4243

“Puede que haya pendientes, pero los que fallan permiten que avance el listado, siempre respetando el orden”.

Por su parte, Mario Díaz Ordaz, cliente del punto 6, en el reparto Carlos Manuel, en el municipio de Pinar del Río, comentó: “Más vale tarde que nunca. Es preciso aplicar las nuevas tecnologías y mejorar. Este sistema permite que podamos seguir la situación de la distribución y el avance de nuestro turno desde casa y sin hacer cola. Lo más importante: si alguien hace trampa, todos nos enteramos…”.

Yo, en mi condición de periodista, pienso que sistemas como este debieron de haberse implantado desde hace mucho tiempo en esta Habana llena de complejidades y donde tanto han proliferado las “malas costumbres”.

Varias de las personas que enfrentaron los difíciles momentos de carencia, al colapsar el Sistema Eléctrico Nacional, sin combustible doméstico en casa –y aún no disponen de él–, han expuesto la necesidad de que cuando se reanude la venta, se haya eliminado el ambiente sórdido que propician los oportunistas y aprovechados, a quienes solo interesa exprimirles los bolsillos a las familias, en medio de un caos provocado, la mayor parte de las veces, por los supuestos organizadores de las colas, o por sus “fieles amigos”, empeñados en lucrar con la necesidad del pueblo.

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