Historiadores, profesores, estudiantes universitarios y otros profesionales dialogaron sobre cómo las experiencias del pasado y el legado martiano pueden ayudarnos a enfrentar los retos del presente
Ha vuelto a celebrarse el coloquio que cada año organiza en Sancti Spíritus la filial provincial de la Sociedad Cultural José Martí. Si en épocas anteriores era loable el esfuerzo por hacer confluir, en breves jornadas, investigaciones de todo el país acerca del período republicano comprendido entre 1902 y 1959, ahora es mucho más encomiable, pues ha sido necesario afrontar multiplicadas limitaciones materiales.
Sin embargo, hasta la ciudad del Yayabo llegaron historiadores, profesores y estudiantes universitarios, especialistas pertenecientes a otras instituciones, quienes disertaron, dialogaron, sobre Rubén Martínez Villena (en ocasión del aniversario 90 de su fallecimiento), las expresiones discriminatorias de aquella época, el sistema económico y sus problemas, el movimiento estudiantil y la lucha contra la tiranía batistiana, figuras que descollaron en disímiles campos, la labor educacional, los proyectos culturales y el devenir de la prensa.
Se reflexionó no solo en torno al pasado, sino a las enseñanzas que nos ha dejado, útiles para afrontar las difíciles circunstancias del presente. Y como es tradicional, el panel de cierre versó sobre la impronta del Héroe Nacional de Cuba. Esta vez reunió a estudiosos de incontestable valía: Luis Toledo Sande, Félix Julio Alfonso López, Maximiliano Trujillo Lemes y Juan Lázaro Besada Toledo, quienes se refirieron a las biografías y biógrafos de Martí.
Amén de investigador, ensayista, el primero de los cuatro es escritor, periodista, ha ejercido la docencia universitaria, la diplomacia y ha publicado diversos libros, incluido Cesto de llamas (volumen que se inscribe en el género mencionado), con varias ediciones en español y traducciones al inglés y al chino.
Como “un desprendimiento natural” de sus indagaciones y publicaciones, califica Toledo Sande sus vínculos con la Sociedad Cultural José Martí, aunque no es miembro de esta. Y subraya que dicha Sociedad “tiene una labor muy importante que cumplir”. En cuanto al evento historiográfico espirituano, comenta: “He participado sistemáticamente durante años, salvo hiatos relacionados con mi trabajo como diplomático en España y después con la pandemia de covid-19.
“Aquí he oído cosas interesantísimas, algunas me han permitido discutir asuntos de fondo, desde la discrepancia, que suele ser fértil, pero también desde la coincidencia y la aprobación. Uno de mis puntos de debate ha sido el desacuerdo con la tradición historiográfica que segmenta la historia de Cuba en tres etapas; o sea, la colonia, la república y la revolución, lo cual olvida que la república cubana nació en la manigua, en Guáimaro, y que dentro de lo que llamamos con tal nombre hubo neocolonización y hasta rasgos coloniales tradicionales; de igual modo, luego de 1959 y durante todo el proceso revolucionario no hemos dejado de ser una república.
“El coloquio me parece muy útil, debe seguir existiendo, porque contribuye a mover el pensamiento –algo importante–, y a que se logren esclarecimientos”.
–A menudo en nuestros centros docentes y espacios culturales se presenta a los próceres de tal forma que nos parecen héroes inalcanzables, con quienes las personas en general no tienen puntos de contacto.
–Debemos mostrar al Martí que fue, qué hizo, cómo pensó, cómo reaccionaba. Era un ser humano, pero no uno cualquiera. Al interpretarlo, no hay que intentar engrandecerlo, no es posible –por sí mismo es extraordinario; tampoco empequeñecerlo, porque de esa forma también lo estamos deshumanizando, falseando.
–Entonces, ¿cuál es la mejor manera de mantener vivo el legado martiano?
–Cuba debe ser martiana, no por obligación o por decreto, sino cumpliendo con el proyecto martiano que hablaba del fin humano del bienestar en el decoro, un ideal mediante el cual él procuraba no solo independizar a Cuba de España y de los Estados Unidos, sino fundar en la nación una república moral. Para serle fiel a Martí, ese es el gran desafío de Cuba. Hoy las deformaciones, desigualdades, el caldo de corrupción en individuos y grupos sociales, no nos permite dar por sentado que hemos logrado la república moral que él quería.
“Hace poco, durante una charla que ofrecí a periodistas, recordaba unos versos de Guillén: ‘Te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió’. Yo apuntaba que el cumplimiento es dinámico, no estático. No basta con lo hecho por Fidel, nosotros tenemos que seguir haciendo todo lo necesario, desde el gobierno hasta el último ciudadano o ciudadana, para que se cumpla ese sueño.
“No se trata únicamente de leer a Martí o de citarlo, aunque debemos leerlo y está bien que se cite. Yo preferiría difundirlo bien, no descontextualizarlo, no utilizarlo indiscriminadamente para cualquier cosa, incluido lo que nosotros queremos fomentar y atribuirle. Así podemos ayudar a que se le conozca. Es una gran responsabilidad, cuando los enemigos externos y las deficiencias internas podrían contribuir a dar al traste con la aspiración de tener una Cuba martiana, que será la única manera de tener una Cuba fidelista y socialista.
“Martí no fue un líder socialista ni tenía por qué serlo (tampoco fue antisocialista), pero alumbró el camino para la justicia social; y hoy está muy claro que si el proceso cubano no es martiano, tampoco será socialismo”.
Momentos del 26o Coloquio Voces de la República, celebrado en Sancti Spíritus.
CRÉDITOS
Fotos. / José León Díaz