La Serie Nacional de Boxeo despidió el año siendo uno de los deportes que más alegrías nos ha regalado en la escena internacional
Como se conoce, en los próximos Juegos Olímpicos, Los Ángeles 2028, casi seguro no estará presente el boxeo. La decisión oficial se tomará en marzo de 2025, durante la Asamblea del Comité Olímpico Internacional, pero actualmente la mayoría de los medios de prensa dan su exclusión como un hecho.
Por su parte la Serie Nacional, desarrollada en Camagüey del 16 al 22 de diciembre, no generó demasiadas emociones. Vamos por partes: primero resulta imprescindible recordar lo acontecido en la última cita estival: París 2024.
Para el denominado buque insignia del deporte cubano un oro y un bronce, gracias a Erislandy Álvarez y Arlen López, resultó una cota insuficiente, en comparación con actuaciones anteriores bajo los cinco aros. Basta con resumir, ostentamos el segundo puesto del medallero histórico, con 42 cetros e idéntica cosecha de platas y bronces (19), solo superados por los Estados Unidos (50-27-41).
Sin embargo, el pasado verano se valoró lo hecho en el cuadrilátero a la hora de contabilizar los totales generales de Cuba en el medallero sumando todos los deportes; tampoco fueron altos (dos oros-una plata-seis bronces). ¿Cuánto nos podría afectar su ausencia en Los Ángeles? Pienso que bastante.
En la capital francesa la tropa compuesta por cinco pugilistas llevó como máximos exponentes a dos bicampeones olímpicos. El camagüeyano Julio César La Cruz (92 kg), eliminado en su primer combate; y el guantanamero Árlen López (80), a la postre medallista de bronce.
La mayor alegría fue para un debutante en estas lides, el cienfueguero Erislandy Álvarez (63.5 kg), único boxeador cubano que pudo colgarse el metal dorado.
Y de paso debo agregar, su performance es el más atractivo en la Noche de Campeones, con sede en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, en La Habana el pasado 27 de agosto, donde mostró su excelente estado de forma y gran calidad técnica, despertando en varios momentos la algarabía en unas gradas repletas durante su combate frente al colombiano José Ignacio Muñoz.
Vale la pena recordar, el púgil encajó fracaso ante el tayiko Bakhodur Usmonov en el preolímpico organizado en la ciudad italiana de Busto Arsizio, a finales de marzo de 2024, y ello le obligó a buscar el cupo en la última oportunidad y viajar a la ciudad de la luz. El talentoso boxeador, dueño además del subtítulo mundial, tendrá la revancha el próximo 18 de enero contra el europeo, durante la etapa semifinal de la Copa del Mundo Profesional de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés), que se celebrará en China; la pelea está pactada a ocho rounds.
Regresemos entonces a aquel evento desarrollado en La Habana, con aires de cartel profesional, auspiciado también por la IBA. Tuvo claroscuros. Los reflejé en un trabajo publicado entonces, el cual titulé Velada casi perfecta, aunque ciertamente acabó siendo una fiesta para los aficionados. Los seis cubanos presentes bajaron victoriosos del ring, eso sí, en algunos casos con rendimientos debatibles y contra oponentes de discreto palmarés.
De todos modos, sirvió como digno recordatorio del I Campeonato Mundial, efectuado 50 años atrás en nuestra capital en 1974, y generó además significativos ingresos monetarios. Mas, algo muy distinto aconteció en la Sala Rafael Fortún, de la urbe agramontina, sede de la octava edición de la Serie Nacional de este deporte.
Es cierto, fueron dos eventos muy diferentes y el país atraviesa una fuerte crisis económica. Pienso, se debió destinar algo de ese presupuesto recaudado para engrandecer una disciplina legendaria, justo ahora, cuando más lo necesita. Y pensar también en un pueblo ávido de recreación y fácil de convencer en medio de los extensos apagones. Son mucho más constantes y duraderos hacia el interior del país.
En Camagüey, con un grupo electrógeno de por medio, se perdió la oportunidad de hacer de este campeonato un espectáculo deportivo-cultural a la altura debida. Imitar -sin temor- patrones foráneos exitosos. Un mal que podemos extrapolar en nuestro país a cualquier sector, incluso extradeportivo. La escasa afluencia de público fue una prueba del desánimo, a pesar de haber tenido en escena a varias de nuestras principales figuras: es el caso del propio campeón olímpico Erislandy Álvarez, quien, por cierto, se llevó el premio de más combativo en el certamen.
A propósito de individualidades, el guantanamero Keylor García (75 kg) resultó el boxeador más técnico, mientras su coterráneo Rolando Martínez y el matancero Julio Galloso (57 kg) protagonizaron el mejor combate.
En definitiva, la competencia pactada por equipos la dominó sorpresivamente Holguín. Sin grandes nombres en su nómina destronó al anterior monarca y local Camagüey y se agenció por primera vez con el cetro nacional. La provincia nororiental solo tenía en su haber como mejor resultado un cuarto lugar en 2018.
Así terminó el reparto de puntos y la tabla de posiciones:
1- Holguín: 287
2- Camagüey: 271
3- Cienfuegos: 253
4- Matanzas: 226
5- Guantánamo: 215
6- Pinar del Río: 198
7- Sancti Spíritus: 146
Finalmente, agregar: en el caso de los yayaberos, ubicados en la última plaza, no contaron con una escuadra completa, por lo que estuvieron ausentes en varias peleas.
Una situación inexplicable, pues podían haberse reforzado con púgiles de otras provincias, como lo hicieron los demás elencos. Compitieron seis escuadras clasificadas tras una eliminatoria previa. Dos por cada región (Occidente, Centro y Oriente), más el anfitrión.