La subrepticia huida de Edmundo González

El candidato de la opositora Plataforma Unitaria Democrática parece tomar una discreta distancia de la apuesta suicida de María Corina y sus acólitos


En España fue a dar Edmundo González posiblemente para salir del atolladero en que lo metió María Corina Machado al pararlo a su lado y, como a muñeco de ventrílocuo, hacerlo hablar en su nombre y presentarlo como principal rival del presidente Nicolás Maduro en los pasados comicios del 28 de julio.

Con esa expresión ¿ingenua? casi constante en su rostro, González abandonó Venezuela rumbo a Madrid —sin hacer ruido— el 7 de septiembre. / rt.com

A Europa viajó y a pocos días de arribar ya el Congreso de España lo reconoció como “presidente electo y legítimo de Venezuela”. La propuesta provino del Partido Popular y contó además con el respaldo del ultraderechista radical Vox, la Unión del Pueblo Navarro, Coalición Canaria y el Partido Nacionalista Vasco.

La proclama, que carece de efectos vinculantes, al parecer busca presionar al gobernante del PSOE y a su presidente, Pedro Sánchez, a tomar partido sobre el tema. No obstante, este lo recibió personalmente en La Moncloa.

Con esa expresión ¿ingenua? casi constante en su rostro y pareciendo entender poco de la realidad, González abandono Venezuela rumbo a Madrid —sin hacer ruido— el 7 de septiembre.

Antes estuvo refugiado voluntariamente en la embajada española en Caracas y solicitó ante ese Gobierno la tramitación de asilo político.

Los detalles los ofreció la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, para desmentir las afirmaciones del ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, sobre las condiciones en que González huyó.

Según Albares, su Gobierno no mantuvo ninguna conversación con las autoridades venezolanas para obtener el permiso para salir del territorio y que su viaje fue una decisión «personal».

Pero la alta funcionaria confirmó los contactos pertinentes entre ambos gobiernos, efectuados en apego a la legalidad internacional y solo luego de ello Caracas concedió los debidos salvoconductos del viaje, en aras de la tranquilidad y la paz política del país.

Todo transcurrió a pesar de que al señor lo procura la Justicia venezolana por no acudir a tres citaciones en la Fiscalía, que sigue una investigación por los delitos de usurpación de funciones, forjamiento de documento público, instigación a la desobediencia de leyes, sabotaje a daños de sistemas, asociación y conspiración.

Ahora está en ese Estado que lo proclamó “presidente” basado en el 83,5 por ciento de unas actas electorales fantasmas con las que juraban y perjuraban que probarían el supuesto fraude de Nicolás Maduro en los comicios y su victoria.

Sin embargo, hasta el momento esos documentos no los han presentado a la justicia electoral, ni el candidato de la Plataforma Unitaria Democrática acudió al Tribunal Supremo de Justicia cuando se le citó para que los mostrara.

El septuagenario fue el único de los 10 candidatos que no concurrió a la citación y alegó un “estado de indefensión”.

Tampoco presentaron a organismo internacional alguno para realizar una auditoría independiente, como propusieron diferentes actores de la oposición local y del ámbito internacional.

En una misiva dirigida al fiscal general de la República, Tarek Willians, el señor explica que no acudió a las citaciones de la justicia, es verdad… Pero que él no tiene responsabilidad alguna en la “digitalización, resguardo y publicación de los ejemplares de actas de escrutinio”. Su abogado también manifestó anteriormente esa posición, la cual no pocos interpretaron como una toma de distancia de González respecto de la Machado.

Después puso pies en polvorosa a buscar amparo en los brazos del otrora colonizador.

Diplomático de carrera y con un pasado oscuro de la mano de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos en la región, González parece ser de esos personajes sin mucho criterio y que se mueve bajo el paraguas de cualquiera que le proporcione un estatus.

Y basado en una realidad que solo ellos se creían, se lanzó a la apuesta suicida de María Corina y sus acólitos, pero ahora no sabe cómo salir. Por ello, la mejor estrategia para el exdiplomático pudo ser esa subrepticia huida.

Ya en territorio español, redactó otra carta, que publicó en su perfil de X y donde expone su incompatibilidad con “el resentimiento” y llama a una “política del diálogo”, al ejercicio de la democracia y a que se cumpla con “la voluntad popular”, algo para lo que, asegura, seguirá “comprometido”.

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