Pensemos en las complejidades de una manifestación artística que en el cine, la televisión, el teatro y otros medios de comunicación permite ver, sentir y comprender más profundamente el mundo real
Fotos. / Yasset Llerena
Historias pasionales, desencuentros, rupturas trágicas, se reconocen como algunas claves del éxito al contar relatos. Suelen ser conscientes las personas de la importancia que tiene trasladar auténticas vidas ficcionales a relatos cinematográficos, teatrales y audiovisuales. Pero, ¿siempre se logra? No bastan las intenciones de proponer temas o contenidos de interés social. La sintaxis narrativa –cómo se cuenta- tiene que defender la ilusión de verdad artística, ser verosímil. Significa meditar sobre lo que no ha ocurrido, pero puede suceder, estas posibilidades alertan: ¿son escuchadas sistemáticamente?
Sensibilizar emociones requiere mucho más que hacer llorar o reír. Aquellas, al ser conocidas, jamás nos abandonan si provocaron desazones que motivan a pensarlo todo de nuevo, tras reflexionar sobre determinadas conductas con la humildad necesaria.

Quienes escriben, dirigen y asesoran ficciones deben ser conscientes de certezas inviolables: el guion determina la estructura interna de la obra; se nutre o empobrece durante el proceso de promiscuidad creativa al que aporta cada miembro del equipo creativo, pues todas las especialidades influyen en la artisticidad de la puesta. En ocasiones, la dirección de fotografía o la música elegidas o creadas para el relato no responden a preceptos fundamentales, lo ilustra el genial cineasta Andrei Tarkovski: “Comprender una imagen artística significa recibir la belleza del arte a un nivel emocional, en algunos casos incluso “supra” emocional”.
Dominan este principio los músicos Magda Rosa Galbán y Juan Antonio Leyva. Para ellos no prevalecen reclamos de valores per se; lo lindo, lo atractivo, la fácil deglución; comprenden y analizan lo íntimo del relato y la inseparable relación de contenido y forma.
Solemos buscar puertas abiertas a mundos conocidos o imaginados en beneficio del conocimiento y de la actitud participante; adolecen las grandes y las pequeñas pantallas de frivolidades crecientes y colonizaciones culturales galopantes en plataformas abiertas sin límites de expansión; tenemos que estar alertas debido al fascismo exacerbado.
Filmes, series, telenovelas, telefilmes y cortos tienen una notable incidencia social. ¿Se olvidó el teatro en televisión? Obras y autores referenciales patentizan la necesidad de buscar en diferentes direcciones. Un maestro esencial, Joaquín Cuartas, radialista, hombre culto, multipremiado en Cuba y otros países, reflexiona: “¿Por qué el teatro? Muchos me han hecho esa pregunta. Y hay dos razones válidas para ello. Primero, afortunadamente, tengo lo que se llama visión teatral. Y segundo, me encanta dialogar”. En esta columna, pensaremos en profundidad la relevancia de su libro Teatro. Debe inspirar a guionistas y directores de cine y televisión.

Las ficciones audiovisuales revelan valores; estos se forman en el hogar al calor del seno familiar, también en la escuela y durante las relaciones sociales.
Acudir a la intriga, al mal, y el secreto en composiciones dramáticas concebidas estructuralmente con inteligencia -sin ellas no hay obra artística- incluye el orden y el enlace de elementos que configuran la trama, el trabajo actoral, el diseño de personajes, ambientes y riquezas de planos temáticos.
Las densidades narrativas llevan implícitas teorías filosóficas: analizarlas exige involucrarse en cada ficción. Tampoco rechacemos la capacidad de entretenimiento: la diversión y el ocio representan conquistas preciadas en la vida. Urge denunciar las insuficiencias del mundo que vivimos desde una perspectiva definida; el arte no es oasis de paz, más bien canto enardecido dado su requerimiento de vocación crítica interpretativa.
¿Las ficciones pueden decir “algo” nuevo? Ante todo, precisemos, lo nuevo, en la narración, no es como en la información, lo noticioso, sino lo humano, La novedad del argumento depende de cómo y cuánto se profundice creativamente en él. Es preciso convertir lo individual, en general; lo local, en universal.
Revelar valores humanos, de esto se trata. Hacer es la mejor manera de decir.
3 comentarios
Muy interesante esa línea de pensamiento.
Pensar, en cómo hacer pensar. Las emociones que produce el arte genuino, aporta mucho a ese reto de estos tiempos.
favor enmendar: debe decir …aportan mucho… Muchas gracias.