Foto. / Cubaperiodistas
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“Lo que yo escribo es lo que siento y creo”

Habanera de pura cepa, pero abrazó el periodismo de tal manera que es una de las personalidades más importantes de esa profesión en Cuba. Premio Nacional de Periodismo por la Obra de la Vida, es una estudiosa incansable de los temas internacionales; en particular lo relacionado con Estados Unidos


“El periodismo es una profesión que se sufre y se goza. Porque tiene todo lo que lo vida te puede dar: el sufrimiento y la alegría; es la indagatoria de la existencia; tratar también de poner un granito de arena para ayudar a que la vida sea mejor. Es pasión y corazón. No considero que el periodismo sea imparcial. Lo que yo escribo es lo que siento y creo, y aquello por lo cual trabajo y lucho. Es prácticamente mi vida, pues le he dedicado 59 años de mi existencia”,

Juana Carrasco Martín –la Juanita del periodismo cubano– tiene significativas vivencias de esta profesión por la cual, en su juventud, no tenía una vocación definida. Sin embargo, a ella ha consagrado su existencia. “Cuando me inicié como periodista -afirma- era un momento de auge de las guerrillas en América Latina y yo soñaba con ser corresponsal de guerra. Además, con la Revolución naciente, el país se transformaba y Cuba iba significando mucho en el mundo, sobre todo en nuestro continente. Esas eran motivaciones para que aspiráramos a narrar todo lo que estaba sucediendo”.

—¿Cuál es el momento exacto en que se encuentra cara a cara con el periodismo?

—Estaba en el último año de licenciatura en Historia en la Universidad de La Habana, en 1965, cuando a un grupo de compañeros nos designan para ir a trabajar en el Departamento de Filosofía o a un periódico que se iba fundar, Juventud Rebelde. Yo opté por el último, porque no quería ver la vida desde la teoría, sino palparla, ir a la práctica, vivirla. Estar en la vida, no pensar en ella”.

Con el grupo seleccionado acudió a la entrevista, de cuyos resultados jamás supo, porque no los llamaron. En enero de 1966, nos citó José Llanusa Gobel, ministro de Educación en esos momentos, para ofrecernos la opción del periódico Granma, fundado el año precedente, unos días antes que Juventud Rebelde, el 4 de octubre de 1965. Al día siguiente, ya estábamos allí. No existía la carrera de Periodismo, pero recibimos un curso de reorientación impartido por los mejores periodistas en el propio órgano de prensa:  Elio Constantín, Marta Rojas, Joaquín Oramas, Juan Marrero, Santiago Cardosa Arias y Mirta Rodríguez Calderón, de quienes aprendimos mucho. Ellos no comunicaban mucha teoría, pero sí la práctica que tenían, que era bastante.  Las clases eran durante las mañanas y a la una de la tarde empezaba el trabajo, hasta el cierre. Fue intensivo en verdad”.

Cada medio de prensa aporta experiencias

El paso por diversos medios de prensa, ya sea en calidad de colaboradora o trabajadora de la entidad le ha aportado mucho -según sus propias palabras-; Granma, Juventud Rebelde, Bohemia, Romances, Mujeres, Verde Olivo y otras han sido forja y escuela, donde se ha nutrido, a la vez que ha hecho gala de su condición de maestra. Al respecto asegura:

“Esos órganos de prensa me han aportado mucho; este es un ejercicio cotidiano en el que cada cosa que haga me aportará, porque una aprende todos los días. En Granma adquirí la base, los conocimientos sustanciales, la ética del periodismo, el amor, la pasión por esta profesión, con aquellos magníficos profesores y con los directores que tuve: Isidoro Malmierca y Jorge Enrique Mendoza.

Fidel le profesaba un gran cariño a Juanita. / Cubaperiodistas

—¿Qué recuerda de los encuentros con Fidel

—En Granma lo conocí y empecé a descubrir su condición de gran periodista. La primera vez que lo tuve cerca yo estaba hablando con el secretario del director y no hubo tiempo de avisar que había llegado, porque además de caminar rápido, daba unos pasos muy largos. Aquella oficina tenía muy poca separación entre las mesas de trabajo y, cuando me di cuenta ya estaba a mi lado, yo casi me incrusté contra la pared debido a la fuerte impresión de aquel momento. Después se nos hizo familiar la presencia de los dirigentes de la Revolución. Celia iba casi todos los días; Manuel Piñeiro –Barba Roja-, Jesús Montané, Armando Hart y algunos más eran visitas habituales

“Muy significativo en mi labor profesional fue haber cubierto, en 1971 y 1972, la Asamblea General de Naciones Unidas, lo que me permitió estar en contacto directo con el país al cual he dado seguimiento. Entonces, ningún periodista cubano podía ir a EE. UU. Allá había una oficina de Prensa Latina y estuve allí como corresponsal. Solo nos permitían reportar acerca de los asuntos de la ONU. Pero al regreso tenía las vivencias y escribí una serie de crónicas en una sección llamada Del otro lado, donde reflejaba todo lo que había experimentado.

“Vi a un pueblo en movimiento antibélico, contra la guerra en Vietnam, igual que en defensa de los derechos civiles; un país de una efervescencia muy grande que se manifestaba en las calles. Fui testigo de la pobreza, la drogadicción y otros males increíbles en un país tan rico. Eso ayudó mucho en mi formación profesional.

“También sufrí los ataques de una contrarrevolución muy activa contra nuestros diplomáticos. Por eso digo que esa fue mi primera misión internacionalista. Aquella fue una etapa muy difícil”.

 —¿Cuánto tiempo estuvo en Granma?

—Hasta 1977, cuando fui para la revista Romances y formé parte del grupo fundador de la Editorial de la Mujer, donde permanecí apenas un año, y en la cual ejercité algo que recibíamos en la teoría: lo relacionado con la valía de la mujer, el género; aunque todavía no se hablaba en esos términos de manera general, era palpable.

“Mas tarde pasé a Verde Olivo. “Allí fue una etapa larga y otra manera de adentrarme en la temática internacional, viendo desde otra óptica los acontecimientos militares del mundo. Para mí ha sido ese el mejor colectivo en el que he trabajado”. 

“… además de realizar mi trabajo profesional, incursioné, por poco tiempo, en la jefatura de Nacionales; la única vez que he estado desvinculada del quehacer internacional. Aquí me sucedió algo muy especial: siempre quise ir a Angola. A pesar de haber estado muchos años en Verde Olivo, no fue posible”.

—¿Por qué?

—Primero, porque mandaban a los hombres, y luego, debido a que la revista cesó temporalmente a causa del período especial. No había abandonado la idea de ser corresponsal de guerra y en Bohemia tuve ese privilegio, en la etapa final, cuando ya Angola estaba ‘pacificada’, aunque todavía nuestra gente estaba sobre las armas. Estuve en el proceso de regreso total de las tropas.

“Un día, Caridad Miranda, la directora entonces, me llamó y me dijo: ‘Vas a cumplir lo que has anhelado durante mucho tiempo’. Solo le pregunté: ‘¿Cuándo me voy para Angola?’. Al otro día partimos. Devino cristalización del gran deseo de ir al lugar donde los cubanos habían cumplido, y cumplían aún, sus deberes internacionalistas. Entre los diversos trabajos realizados reportamos la última caravana.

“Como vicepresidenta de la Upec también aprendí mucho; conocí a los colegas de toda Cuba, hasta de los más recónditos lugares; ese período me dio la visión de país necesaria para un mejor desempeño de mi labor, además de aunar los vínculos del gremio, con otros organismos”.

En la atención a los estudiantes Juanita ha materializado su vocación pedagógica. Al hablar de sus experiencias asegura que han sido momentos enriquecedores “porque fui maestra de secundaria básica y todavía siento que lo soy. Veo al periodismo como un magisterio, pero para millones. Cuando un periodista escribe también está educando, enseñando en un sentido real. Lo he hecho en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en la Facultad de Comunicación, en los cursos para los gráficos –diseñadores, fotógrafos, caricaturistas, camarógrafos–, que lamentablemente ya no existen. De manera esporádica también he estado frente al aula con colegas extranjeros y a los venezolanos, cuando estuve de misión allá. Incluyo los cursos que ha organizado la UPEC en Juventud Rebelde, para nuestros colegas”.

— ¿Cómo llegó a Juventud Rebelde?

—Después de haber estado cinco años en la Upec –de 1994 a 1999- como una de sus vicepresidentas, precisamente, dedicada a la superación, la educación, la cultura y los concursos, entre otras actividades; era una ‘plaza’ donde cabía todo, porque era la parte social de la organización.

“Debía regresar a Bohemia, donde al salir para la UPEC estaba de jefe de Información Nacional, pero el Partido me solicitó venir para acá, porque Juventud… comenzaba a ser diario.  Acepté muy contenta, porque significaba aquella fundación en la que no llegué a participar muchos años antes: era algo nuevo y me entusiasmó, pese a que ya tenía edad para irme a casa a escribir”.

En la Casa Blanca, a propósito del restablecimiento de relaciones de diplomáticas, en julio de 2015. / Juventud Rebelde

—Usted fue testigo de la reapertura de la Embajada de Cuba en EE. UU., todo un acontecimiento durante el período presidencial de Barack Obama. ¿Cómo recuerda aquel julio de 2015?   

—Siempre he dicho que puedo hablar como periodista, pero lo hago más como cubana emocionada: sin dudas, un privilegio haber estado allí con personalidades cubanas de todas las esferas y una delegación juvenil que vivía una experiencia maravillosa. Como profesional, fue extraordinario, el encuentro con políticos que siempre han exigido el cese del bloqueo, y volver a estar cerca de amigos que no veía desde los años 60.

“Emociona recordar que las muestras de solidaridad con Cuba se hacían vigentes entre los saludos y abrazos de los presentes, igual que el compromiso de seguir reclamando el levantamiento del cerco económico y financiero de EE. UU. contra Cuba y la devolución del territorio que ocupa la ilegal Base Naval de Guantánamo».

— ¿Cuánto tiempo permaneció de misión en Venezuela?

—Casi dos años y medio. Era la quinta vez allí.  Fui por seis meses; un tiempo después me asignaron la responsabilidad de jefa de los tres grupos de trabajo que reportaron desde allá. Gran experiencia que, penosamente, devino algo doloroso, por la enfermedad de Hugo Chávez. Cuando falleció yo había regresado a La Habana.

“Mi estancia fue muy activa; recorrí todos los departamentos, menos Mérida, porque estaba aquejada de una cardiopatía y los médicos recomendaron no ir, por la altura. Pero, de manera general, me dio mucho gusto palpar a un país en transformación, a cuyo gobierno respalda una parte significativa del pueblo”.

Una de las panelistas frecuentes de la Mesa Redonda / Cubadebate

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Entre los merecidos premios y galardones, Juanita ostenta dos de gran valía: la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez y el Premio Nacional de Periodismo José Martí…, pero está, igualmente, el reconocimiento de colegas y amigos. Veamos algunos a modo de cierre:

  • “Juanita es la historia del periodismo en Cuba en los últimos 50 años. Por su vitalidad, se aprecia que seguirá aportando”. (Gabino Manguela/periódico Trabajadores).
  • “Ella es de las imprescindibles de nuestra prensa. Muy cercana a la gente joven para contribuir a su formación y preparación. Excelente persona, amiga, y una fiel defensora de la prensa revolucionaria” (Esther Lilian González, Sistema Informativo de la TV Cubana).
  • “Juanita es una de las periodistas que domina con más profundidad los temas internacionales, en particular, el complejo entramado de Estados Unidos. Una mente abierta, fresca, juvenil, que demuestra que el entusiasmo no tiene canas. Gran profesional y mejor persona”. (Enrique Villuendas, funcionario del Comité Central del PCC).

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