El presidente de El Salvador pretende derogar una prohibición para ejercer la minería metálica, argumentando que el país podría aprovechar sus ricos yacimientos de oro y otros metales para impulsar su economía
Nayib Bukele, criticado por algunos, aplaudido por muchos, lidera ahora en El Salvador una nueva contienda: según asegura, llevaría al país a un desarrollo económico y social sin precedentes.
Después del resultado positivo de sus políticas de mano dura, durísima, contra las pandillas y el crimen organizado, el mandatario pretende derogar otra ley vigente encaminada a prohibir la minería.
La legislación, aprobada en 2017 por el Congreso, establece que dicha práctica afectaría el bienestar de los salvadoreños al generar mucha contaminación.
Bukele apela a la benevolencia de organizaciones políticas y eclesiásticas opuestas a la medida, aunque su partido Nuevas Ideas (NI) tiene los puestos suficientes en el Congreso para derogar la prohibición.
En el territorio salvadoreño existen bastos yacimientos de oro, además de metales de la cuarta y quinta “revolución industrial”. Estudios recientes identificaron cobalto, litio, níquel, tierras raras, que son utilizadas para la electrónica avanzada; además de platino, iridio, tantalio, titanio, galio y germanio, entre otros.
Las pesquisas, aseguró, apuntan a que el potencial total de estos recursos podría sobrepasar los tres billones de dólares, representa más del 8.8 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país, junto a la posibilidad de generar miles de empleos y financiar infraestructura.
El Salvador se sitúa en el Anillo de Fuego del Pacífico, una región conocida por su actividad volcánica y recursos minerales. El mandatario enfatizó que esa ubicación geográfica es un factor clave, contribuye a su potencial minero. “Si esta riqueza natural se aprovechara, podríamos transformar nuestra realidad”, afirmó.
Sin duda, una oportunidad económica sin precedentes en un país agobiado por la pobreza y la marginación durante casi toda su historia.
Bukele asegura que la explotación de estos recursos podría realizarse de manera responsable, minimizando los impactos ambientales, razón que la Iglesia y grupos ambientalistas contrarios a la medida exponen para negarse a derogar la ley.
Recientemente Bukele calificó de “absurda” la medida y recalcó que esa nación centroamericana es la única en el mundo con una prohibición total de la minería metálica.
Sus aseveraciones aceleraron las protestas de la comunidad eclesiástica, que califica la práctica de saqueo por las empresas internacionales, que “se llevan todo y destruyen el medioambiente”.
El arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar, insistió en que la población podría verse perjudicada por la contaminación con cianuro, mercurio y otros tóxicos letales, y agudizarse los problemas de salud y muerte prematura de manera irreversible.
“Si ya por la contaminación del agua, causada por los pesticidas utilizados en la actividad agro-industrial, gran parte de nuestro pueblo sufre insuficiencia renal, sería aún mucho peor el sufrimiento por el grave daño a los demás órganos vitales”, advirtió.
Además, alegan que pondría en peligro el principal afluente del país, el río Lempa, abastecedor de agua al 50 por ciento de la población.
La posición de la iglesia católica salvadoreña respalda una demanda semejante de los obispos de Centroamérica a los gobiernos de la región tendiente a priorizar la conservación del medioambiente y desistan de estas prácticas.

En otros puntos de la zona esa industria extractiva está en boga. Nicaragua aceleró días antes la entrega de concesiones a empresas chinas, y Costa Rica presentó un proyecto de ley para levantar la prohibición y explotar una mina de oro en el norte del territorio.
Un reciente mensaje del Secretariado Episcopal de América Central imploró a esos gobiernos priorizar la vida humana y el medioambiente sobre los intereses económicos que perpetúan el daño social y ecológico.
Como respuesta, el presidente prometió no contaminar el cinco por ciento de las aguas del país no afectadas. Por el contrario, trabajaremos por limpiar el 95 por ciento de las que están dañadas, prometió.
El país necesita dinero para invertir y limpiar los ríos Jiboa, Lempa, Acelhuate, entre otros, y volverán a tener sus aguas cristalinas, apuntó.
Seguridad y economías estables
El Salvador ha pasado de ser uno de los países más inseguros de América Latina a ser el más seguro y ahora Nayib Bukele pretende transformarlo en un “milagro económico”.
Según cifras oficiales, sus medidas de seguridad hicieron decaer el número de asesinatos de casi 4 000 en 2017 a menos de 80 en los primeros meses de 2024.
Durante el estado de excepción iniciado en 2022, el gobierno detuvo a más de 80 000 presuntos miembros de las temidas pandillas maras.
Aunque las críticas le han llovido, lo cierto es que la mayoría de la población salvadoreña se siente liberada. Las pequeñas y medianas empresas prosperan, pues, entre otras garantías, ya no tienen que pagar dinero para protegerse frente a los mara.
En su plan de gobierno presentado en 2019, durante su primera campaña presidencial, Nayib Bukele dio su palabra de asumir competencias para lograr “la eficacia” de varias normas, entre ellas la ley de prohibición de la minería metálica. Y lo está cumpliendo.
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