Foto. / Cortesía de la compañía El Público
Foto. / Cortesía de la compañía El Público

Oración por una leyenda

La compañía El Público estrenó recientemente un nuevo montaje de un clásico de la dramaturgia cubana contemporánea: Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe


El director Carlos Díaz tiene el don de convertir en oro todo lo que toca; su montaje de Réquiem por Yarini, estrenada desde finales de junio en la sede del colectivo que lidera, despeja cualquier duda. El líder de la compañía El Público tiene la virtud de abrazar –y abrasar– el gesto y la palabra en una misma esencia simbólica, plena de significados plurales tan cercanos y a la vez, diversos para quienes somos y existimos en esta tierra caribeña.

No es la primera vez que el Premio Nacional de Teatro 2015 se rodea de notables figuras del teatro, el cine y la televisión, en una propuesta sugerente que desde ya augura lleno total durante las 100 funciones acostumbradas – y por qué no, también, muy esperadas.

La puesta de Carlos Díaz concibe imágenes provocadoras, de absoluta plasticidad y simbolismo que no precisan palabras para establecer una excepcional conexión con el espectador contemporáneo. / Cortesía de la compañía El Público

Para la ocasión ha reunido en escena a cerca de 50 actores y actrices, entre veteranos y noveles, quienes se integran a ese imaginario popular que enaltece la figura de quien fuera conocido como el rey de San Isidro: Alberto Yarini y Ponce de León.

Cuando Réquiem por Yarini se estrenó en 1965, su dramaturgo Carlos Felipe ya venía ensayando, reescribiendo, reinventando el texto hacía varios años atrás, para ser más exactos desde mediados de la década del 30. Diversas razones le hicieron abandonar y retomar, una y otra vez, la historia del famoso proxeneta, proveniente de una familia acaudalada y vinculado a política de su época.

Así, de boca-oreja, por los testimonios de prostitutas, estibadores del puerto, practicantes de la religión abakuá, dependientes de viejos cafés, (re)creó y modeló el personaje de Alejandro Yarini y la dimensión trágica que, desde entonces, singulariza a la obra, considerada un clásico de la literatura dramática cubana.

Mucho se ha disertado sobre su carácter de “tragedia griega cubana”, como la calificara Armando Suárez del Villar en cierta ocasión, por el paralelismo desde el punto de vista dramatúrgico con los antiguos griegos.

Carlos Díaz y la nómina que dirige han sido resueltamente cuidadosos a la hora de preservar las pautas esenciales del original, el cual eleva a mito la figura de Yarini, a través de estructuras clásicas helénicas que develan quién es el personaje y cómo será su destrucción o decadencia.

Ha escrito sobre la obra el dramaturgo y poeta Norge Espinosa, encargado de la asesoría dramatúrgica: “Teatro El Público ha traído a su estética tan particular este clásico, leyéndolo con respeto y destacando lo que en él perdura como espejo de obsesiones de lo cubano. […] el mundo mágico de nuestras religiones y supersticiones, entre hombres y mujeres a los que mueve el deseo, están en este montaje con una verdad que se discute hacia el presente”.

La acción arranca y se despliega hasta el minuto final, en un burdel donde el temor y el desasosiego por la proximidad de la hora final del protagonista, generan una atmósfera de incertidumbre, de peligro inminente. La vida, el orden, las normas, los mecanismos del prostíbulo, impuestos por el propio Yarini, están amenazados.

Esta puesta en escena de Réquiem por Yarini resalta la agudeza de Carlos Díaz para construir imágenes provocadoras, de absoluta plasticidad y simbolismo que no necesitan palabras para conmover, relatar, rememorar, confrontar épocas y circunstancias.

Resultan, en especial, sugestivas la recreación de las deidades del panteón Yoruba, las escenas de duelo, la ritualidad y misticismo con que se asume la cercanía de la muerte, la cotidianidad en ese espacio cerrado y limitado que es el burdel.

Llama la atención el equilibrio en cuanto a desempeño actoral. Se aprecia un pulido y perfilado trabajo de dirección de actores. Cabe destacar las actuaciones magistrales del primer elenco, integrado por intérpretes del relieve de Verónica Lynn, en el personaje de la Dama del Velo; Antonia Fernández, como La Jabá; Carlos Migueles, en el rol de Yarini; Georbis Martínez , como Luis Lotot; Nelson González, en la caracterización de Bebo La Reposa, entre otros actores y actrices.  

Este Réquiem por Yarini trae de vuelta una leyenda, cuyas historias por momentos nos asombran escurridizas, pero inefablemente vitales y cargadas de estremecimientos cotidianos; esos que se repiten en ciclo hasta renacer en el presente.  

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