Orlando Terré y la teoría de educar desde el amor

El investigador y educador cubano, presidente del Consejo Mundial de Académicos e Investigadores Universitarios (Comau),ofreció sus valoraciones a BOHEMIA

Tercera parte del texto El nuevo salto


El doctor Orlando Terré Camacho aboga por fortalecer alianzas con académicos e investigadores en disímiles esferas del saber, para hacer ciencia e innovación en favor del bienestar físico y espiritual de infantes y jóvenes. / ANARAY LORENZO

Varios educadores del país recibieron desde inicios de este año las credenciales que les avalan como integrantes del Capítulo Cuba del Consejo Mundial de Académicos e Investigadores Universitarios (Comau-Latam), una organización que define y promueve proyectos o programas de impacto internacional, con énfasis social y formativo en las ciencias y la educación.

En aquella ocasión, el doctor Orlando Terré Camacho, presidente de la Comau, de la Asociación Mundial de Educación Especial (AMEE) y de la Organización Mundial para la Educación, la Estimulación y el Desarrollo Infantil (Omedi), abogó por fortalecer alianzas entre académicos e investigadores en disímiles esferas del saber para hacer ciencia e innovación en favor del bienestar físico y espiritual de infantes y jóvenes.

El prestigioso académico e investigador cubano defiende un modelo pedagógico basado en una educación inclusiva, en el respeto a la diversidad y también en el amor y el compromiso de los docentes.

Así lo hizo saber en conversación con nuestra revista, durante los días de sesión del III Congreso Internacional Ciencias y Educación, con sede en La Habana.

Para Terré, quien tuvo la oportunidad de trabajar en la creación de una veintena de escuelas especiales a lo largo del archipiélago, la nación se erige abanderada en un modelo de educación que continúa los preceptos martianos.

“La educación cubana es martiana y fidelista en esencia; es, además, humanista, inclusiva, transversal, y por eso defiendo su modelo”, comentó.

–En su práctica académica aboga por el concepto de educación inclusiva. ¿En qué se basa su tesis?

–La educación es inclusiva por su esencia o deja de ser educación. Cuando hablo de la inclusión, pienso en la proactividad que puede tener el receptor para que esos contenidos se ajusten a una personalidad, a una necesidad.

“Además, tiene que ser compartida y se sostiene desde el contexto social donde ella toma el verdadero ejercicio de educar.

“Cito a Martí cuando decía: `Educar es una obra de infinito amor’. Cuando hablas de filosofía de la educación, no puedes olvidar la emocionalidad. Incluso, desde la neurociencia se postula en términos de emocionar el cerebro para aprender. Quiere decir, pensar en quién enseña y educa en la escuela de hoy, porque existe una transferencia de conocimientos y saberes que no solamente surgen de aquel docente que enseña lo que él quiere que los alumnos aprendan, sino en la propuesta que tienen esos alumnos, esos discípulos, para que se dé el proceso de generación de nuevos saberes.

“Eso defendía el padre de la educación popular, Paulo Freire, por citar otro ejemplo: una educación más sabrosa, útil, de buenas prácticas. La escuela siempre nos dio la oportunidad de socializar, de conocernos, de intercambiar, de construir las nuevas maneras de pensar…”.

–¿Resultan necesarios nuevos modelos educativos que se ajusten al contexto actual?

–Manejo el principio de la educación como regla de tres: la escuela, la familia y la comunidad. Son elementos que en una estructura de educación deben andar unidos, pero no acaban de entretejerse.

“La educación tiene que obligatoriamente responder a los intereses sociales, contextuales, comunitarios, económicos, y la familia debe responder y superar la barrera hegemónica de que solo la escuela es la encargada de educar.

Soy un fiel creyente de que un mundo mejor es posible. Hablo de procesos, de transformaciones, de necesidades, de conservar lo que hemos ganado. Mas, por supuesto, de ir también en la búsqueda de aquellas cosas que nos pueden servir para mejorar”.

–¿Qué transformaciones implica avanzar hacia esa educación de mayor calidad?

–La pedagogía actual sostiene una transformación del pensamiento; el docente tiene que validar y adecuar su clase al contexto. Como otra cuestión vital se impone una reforma curricular para ganar en un diseño de programa más abierto, flexible y creativo.

“Además hay que ganar en la ética de la educación, en el respeto a lo que se hace por cada uno de los que habitan en ella.

“Otro aspecto necesario es la inclusión de la tecnología y la digitalización a favor del conocimiento y de la construcción del pensamiento social”.

–¿El auge de la tecnología supone un riesgo, como muchos dicen, para los modelos educativos?

–No creo que constituya un peligro si se utiliza oportunamente. Todavía hay una generación que sostiene la necesidad de lectura desde el libro tradicional y otra que prefiere el instrumento tecnológico.

“La tecnología está ligada al cerebro; el cerebro es la actuación humana de la neurociencia en una máquina y le cabe todo, porque trabaja con algoritmos. Entonces, el símil de la tecnología es el algoritmo cerebral”.

Entre las transformaciones necesarias para avanzar hacia una educación de mayor calidad, el académico internacional Terré Camacho apuesta por la inclusión de la tecnología y la digitalización a favor del conocimiento y de la construcción del pensamiento social. / artemiseñodiario.cu

–El sistema de educación cubano transita ahora por su III Perfeccionamiento, que incluye algunos de los cambios que ya mencionaba. ¿Responde este a la educación que queremos?

–Se parte de la premisa de que la innovación y la investigación son productos que también se ven en el escenario de las buenas prácticas escolares, educativas y sociales.

“Dicho enfoque se tiene en cuenta con el III Perfeccionamiento del Sistema de Educación de Cuba, proceso que considero un logro, teniendo en cuenta que países que sostienen un modelo educativo no han cambiado en más de 50 años. Que la nación promulgue una tercera revisión ya lleva implícito el interés en que esos procesos se transformen para bien.

“La cubana es una escuela que ha creado ciudadanos, a diferencia de otros sistemas de enseñanza en el mundo, que crean consumistas. No obstante, se impone el desarrollo de las competencias profesionales. Creo que la educación no es un problema de vocación, sino de desarrollo de competencias, y esto no se puede confundir o ligar con el compromiso.

“Recuerdo que en muchas casas no faltaba un instrumento musical o una enciclopedia. Ahora se ha perdido la formación del maestro en la estética de las artes; se prioriza saber leer, multiplicar y demás, pero se olvida la formación integral y cultural, tan básica y a la vez tan imprescindible. Considero que cuando se habla de educación, se trata, más que nada, de una categoría del discurso muy amplia.

“Por qué no pensar, entonces, en incluir materias donde se enseñe acerca de relaciones interpersonales sanas, equidad de género y sexualidad. Por qué no potenciar el aprendizaje de herramientas básicas de la informática o del lenguaje de señas, por ejemplo, desde la niñez. O incluso, por qué no retomar tareas agrícolas para aprender a aportar soluciones prácticas y tempranas a los desafíos del desarrollo sostenible”.

–Mientras, mantiene firme su filosofía de educar desde el amor…

–Yo le dije al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en 1998 y él después lo citó: “La ciencia sin amor es destructiva”. Ahora digo que no debe ponerse esa palabra tan cruda, pero no hay ciencia sin amor y la educación es una ciencia. Tiene axiología; genera en el sujeto valores.

“Me quedo con ese principio de una filosofía de formación multilateral con una espiritualidad, basada en el amor como habla y con la transversalidad de las disciplinas; patrón que sería magnífico seguir”.


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