Con una animada celebración La Habana compartió con diplomáticos y funcionarios chinos una jornada especial para dejar atrás lo viejo y dar la bienvenida a lo nuevo
Sí, es muy breve el tiempo para medir un acontecimiento de larguísima data, relacionado con el culto de los antepasados por el cielo y la tierra, de gratitud hacia los ancestros. Existe consenso en ubicar el origen de la Fiesta de la Primavera durante la dinastía Shang (1600 a.n.e–1046 a.n.e). La festividad marca el primer día del calendario lunar chino, que en 2025 se iniciará el 29 de enero; los quince días subsiguientes, parientes, amigos, vecinos, y por todas partes saludarán con animados “¡Feliz Fiesta de la Primavera!”, “¡Buena suerte!”.
La familia se visita, se hace una limpieza a fondo de la casa, se comparten regalos y hospitalidad; todo es regocijo, y se intenta llenar cada espacio de armonía y buenos augurios para el nuevo tiempo, pues es este un período de florecimiento, de resurgir ante lo desconocido con firmeza, nunca con vacilación. Se decoran las calles con llamativos faroles rojos; hay multitud de colores por cada rincón de China. Como muestra de la desbordante alegría se celebran ferias culturales, donde la gente, aun sin conocerse, hace votos de salud, bonanza y esperanza.

De China al habanero Paseo del Prado
Como otra forma de honrar la amistad de más de seis décadas entre el pueblo chino y el cubano, la embajada de la República Popular China (RPCH) y el Gobierno Provincial de La Habana quisieron este 25 de enero de 2025 –previamente a la celebración del Año Nuevo Lunar– realizar por primera vez en Cuba una Feria Cultural, bastante semejante a un día de Fiesta de la Primavera, pero a lo criollo, sin descuidar el despliegue de tradiciones y oficios similares a los de la nación asiática.

Al inaugurarla, el embajador Hua Xin le deseó a China y a Cuba “un mayor desarrollo y más cooperación». Asimismo, expresó votos de felicidad para todos, en tanto la gobernadora de La Habana, Yanet Hernández, declarò que era un «un día especial” para ambos pueblos.
Estampas festivas
Y vaya que lo fue. Bohemia lo pudo constatar en la avenida del Prado, en la zona histórica de la capital cubana. Grande fue la contentura. Se vio repartida en numerosas acciones y detalles: en la algarabía de los niños, que, de quiosco en quiosco, iban a la “caza” de los cuños rojos, característicos de los artistas y maestros de oficios; en la mirada ávida ante cada propuesta cultural, lo mismo un coro infantil chino que la fina tonada de un solo de violín. Pasaron cosas increíblemente curiosas: los abanicos chinos, de tan lindos, invitaban a ser desplegados, aunque había 21 grados de temperatura, los cuales nos recordaban estar en invierno, no en primavera: ¡qué no puede la imaginación cuando el alma aletea feliz!…

El Barrio Chino, el Instituto Confucio de la Universidad de La Habana, La Oficina Air China en Cuba, la Agencia de Turismo Alifante, el Restaurante Beijing, la medicina tradicional china, el arte de corte de papel, la Escuela Cubana de Wushu, la Ceremonia del Té, fueron algunas de las entidades y temas vinculados a una cultura milenaria, tremenda, arrolladora. Cada propuesta superaba a la otra, por eso esta reportera puede pecar de injusta; sin embargo, es preciso hacer solo una breve aproximación.
Me atrajeron en lo personal los calígrafos, quienes estampaban tu nombre o la frase solicitada utilizando los caracteres propios del idioma, tinta china –de verdad–, pinceles y un muy suave papel de arroz. Sumamente interesante resultó la carpa de “Sedavid”, y sus velas, productos artesanales y cosmética natural, elaborados con la proteína extraída de los capullos de seda. Se trata de una práctica milenaria china, aprendida en la Estación Experimental de Pastos y Forrajes, de Indio Hatuey, Matanzas. Allí recibieron talleres preparatorios de sericultura, siembra y crianza del gusano de la seda, extracción del hilo, y luego de la sericina (proteína de la seda). Todo eso lo iban explicando junto a sus llamativas ofertas.

Ni qué hablar de la aglomeración de público en el quiosco de medicina natural tradicional, donde un doctor hacía una mini entrevista antes de pasar a poner las “agujitas” en las orejas, o a indicar un reconfortante masaje. También tuvo enorme éxito la exhibición culinaria de tres restaurantes de comida del gigante asiático: hubo sorpresa ante el desempeño de un maestro cocinero, que preparó masa de “raviolis” y de otras pastas. Comúnmente se piensa que proceden de Italia; no, desde la mítica Catay (hoy China) partieron en su largo recorrido hasta Europa, ganando fama. Tampoco faltaron los globos, los farolillos, los montones de fotografías y vídeos para las redes sociales digitales, los abrazos y los besos.
Chinos y cubanos estuvimos con el ánimo distendido, feliz con esa, nuestra temprana “Primavera”. Sí, en enero.



Un comentario
Que bonito reportaje, muchas gracias de parte de Sedavid y el Barrio Chino de la Habana.y feliz año nuevo lunar!!