Hace días que duerme poco. Se le escapa la paz momentánea de un tiempo columpiado en sus misterios. Tiene un encargo: una urgencia de definiciones sobre aquello incapturable en los estrechos marcos de las explicaciones y las coordenadas de lo sensato. Le han rogado que precise cuándo nació la luna y cuál es su propósito de vida.
La encomienda es absurda, tal como explicar qué es la pasión más allá del salto en el estómago y esa avidez infinita de morirse en un otro. O como medir el picor de la pimienta alejado de la distancia que va entre la punta de la lengua y el exótico plato que reposa en la mesa. Irrazonable solicitud como cuando nos piden un beso tan de improviso que nos derrumbamos cual castillo de naipes ante la oferta del deseo.
Pero hay que cumplir; a un niño de siete años no se le deja solo durante la lluvia, y mucho menos con las preguntas a medias. ¿Qué es la luna, quieres saber? Y su obstinada curiosidad la deja desarmada y con la punzante certeza de que no hay escapatoria. Es muy fácil, dice, y modula la voz para encontrar en la flor de las palabras milenios de saberes y leyendas. Trance difícil, piensa tratando de lanzarse al ruedo del ansia infantil. Pero, todavía no está lista.
Le gustaría señalar con rigor que la Luna es el único satélite natural de la Tierra, o un cuerpo celeste que se mueve en torno a un planeta. En cambio calla, porque sabe que vendrán nuevas exigencias: ¿Qué es un satélite?, ¿qué es un cuerpo celeste?, ¿qué es un planeta? Indagación insaciable de quien con ojos bien grandes y boca abierta cambia hacia otro tema; ¿qué es ser gigante? Cree que ha escapado, mas cuánto se equivoca: Anda dime qué es la luna, insiste el diminuto tirano.
Al lado de las conceptualizaciones científicas le pudiera decir que truculentas mentes la reportan como telón de fondo para la transmutación horrenda del hombre en lobo, tema más que llevado al cine y que no asusta ya a nadie. O que es recuerdo amoroso, no por cursilería sino porque la noche es el mejor refugio de los amantes. O que son esas doncellas que surgen de sus rayos y se bañan luego en lagos con cisnes recortados en el sublime ballet de Chaikovski. Puede ser también ese pretexto para el maullido. Está a punto de hablar, de desdoblarse en ejemplos dada esa capacidad de fabulación que emerge de la belleza del arte y del conocimiento.
Razona que hay muchísimas posibilidades para ofrecérsela al pequeño quien confía en que ella es la persona más inteligente del mundo. Sí, la Luna es fenomenal: un disco o una línea iridiscente, anticipo de presagios de abundantes cosechas, masa excepcional como lo es ese su latido en la sien, nacido ante la posibilidad del fracaso frente al niño que reclama: Dime mamá, qué es. Agotada lo mira piadosa, y firmemente como para que no quepan dudas concluye: La Luna, mi amor, es lo que tú quieres que sea.
2 comentarios
Qué decir de tu manera de escribir. No elogio tus escritos porque sea tu amigo o porque sea tu conocido de solo unas semanas. Los elogio porque rebosan de imaginación y te salen de lo más profundo de tus entrañas. Eres capaz de dibujar en letras las imágenes de tu propia vida y tus experiencias de una forma hermosa y totalmente comprensible.para quienes te lean. Felicidades mamá
Tierno, encantador. Tenes el don de fabular con poesía; sin embargo, siento qua la apoyatura del relato es vivencial, que tu memoria poblsda de nostalgias está recreando una escena matenal. La respuesta no podría ser más imaginativa, y te retrata.