Fue una mañana peculiar aquella del 10 de octubre de 1868 en la que el abogado patriota Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) liberó a sus esclavos y alzó en armas a los cubanos. En el batey Demajagua pronunció la declaración de independencia conocida como Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba o Manifiesto del 10 de octubre. Ante muchos congregados, el Padre de la Patria expresó: “Ciudadanos, ese sol que veis alzarse por la cumbre del Turquino viene a alumbrar el primer día de libertad e independencia de Cuba”.
El repique de la campana de su ingenio Demajagua significó un triunfo de las ideas independentistas frente al entreguismo hispano y las corrientes reformistas y anexionistas que imperaban en el país. Así comenzó la guerra de independencia que estimuló una conciencia nacional. BOHEMIA invita, este 10 de octubre, a revisitar ese sitio de obligada referencia como réplica inquebrantable de una campanada perpetua.