Este 15 de diciembre se conmemora el 117 aniversario del nacimiento de Germán Pinelli, una figura paradigmática de la radio y la televisión cubanas en el siglo XX y un maestro indiscutible para varias generaciones de animadores y locutores. Todos lo conocieron por el seudónimo artístico que lo hizo famoso y con el cual se identificaba, pero su verdadero nombre fue Gregorio José Germán Piniella Vázquez de Mella.
Con ese motivo, como nuestro homenaje, compartimos una entrevista realizada por Don Galaor (seudónimo de Germinal Barral López), que fue publicada por BOHEMIA en marzo de 1941.
En el artículo, ampliamente ilustrado con imágenes de la familia y el hogar del artista, Pinelli responde a diversas preguntas sobre su trayectoria. Habla sobre su vocación, sus primeras actuaciones, las orquestas y espacios donde se presentó, sorprendiendo con sus incursiones en el canto, especialmente en la ópera. También menciona la constante participación de su familia en el ámbito artístico; en particular, de su hermana Sol, y anuncia su inminente segundo matrimonio.
Acompañamos el texto con varias fotografías de la revista que muestran las múltiples facetas artísticas a las que Pinelli aportó su voz, no solo en programas de radio y televisión.
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Por. / Don Galaor (seudónimo de Germinal Barral López)[1]
Germán Pinelli se ha ganado la simpatía del público hace ya mucho tiempo. Yo lo recuerdo cuando actuaba en el teatro y más tarde en orquestas como cantante. Su voz, de timbre amplio, y sobre todo, la emoción con que cantaba las romanzas y canciones de moda, obligaban a escucharlo con atención.
La CMQ lo acogió en su gran familia después. Y en esta formidable organización que los señores Cambó y Gabriel mantienen con amor y talento en el primer puesto de la radiofonía americana.
Esta interviú con Germán Pinelli se desenvolvió poco más o menos así:
—¿Cómo se llama usted?—le pregunté.
—Me llamo Germán Pinelli, como me llama todo el mundo. Cuando me decidí por el teatro, no me pareció necesario cambiármelo. Suena bien, ¿verdad? Germán Pinelli… y Vázquez. Mi segundo apellido es Vázquez.
—¿Y dónde nació?
—En una calle de La Habana antigua. De modo que soy habanero puro.
—¿Desde cuándo data su afición por el teatro?
—Desde pequeñito. Yo fui siempre muy aficionado a la música, al extremo que mi mamá, de profunda fibra artística, se complacía en verme tocar el piano con los dedos de los pies.
—¿De los pies? ¿Está usted hablando en serio Pinelli?
—En serio, Don Galaor. ¡Solemnemente! Ahora, de si afinaba o desafinaba, no recuerdo. Pero mamá le encantaba. Y a los vecinos que ella invitaba, como era espléndida y convidaba a manga ancha, les encantaba también.
—Vaya, vaya… Bueno, cuénteme cómo se presentó usted por primera vez en público.
—¿No iba usted al colegio?
— ¡Desde luego al colegio! Yo me eduqué, digo, a mí pretendieron educarme, porque ahora soy muy mal educado, en el colegio “Belén”, donde cantaba también…
—¿Qué cantaba usted en el colegio?
—La misa de los domingos.
—Nada, que fue usted un niño prodigio de su época…
— ¡No, nada de eso! Yo no pude haber sido nunca un niño prodigio, porque en casa los había que valían mucho más que yo. Somos cinco hermanos y cada uno tenía una voz distinta y definida. Mamá fue nuestro primer maestro de canto y declamación.
—Bueno, pues cuénteme sus andanzas en el teatro.
—Mis andanzas en el teatro se las debo a mi hermana Sol, pues tiene que saber, Don Galaor, que a pesar de este carácter bullanguero, soy un poco misántropo…
—Vamos a ver: explíqueme eso…
Ahora, en este momento, llega a la redacción del Noticiero CMQ una noticia importante. Un reportero la está dictando por teléfono. Unos nombres, unos tiros, unas heridas… Los apuntes pasan a Pinelli. Pinelli descifra el mensaje tomado nerviosamente…
—Perdóneme. El Noticiero está a punto de empezar.
—Haga lo que le parezca, Pinelli. Ya continuaremos la interviú en otro momento…
Y la terminamos en su casa. Estaba Sol. Estaba la mamá, que ve con orgullo a estos muchachos que conquistan aplausos y simpatías, mejorando con talento y comprensión sus ya lejanas enseñanzas…
Y estaba la novia de Germán: bella entre las bellas. Y la que va a ser la suegra de Germán, una andaluza de lenguaje ceceante y cordial, que ha sabido hacerle frente a la vida de los negocios con entereza y acierto.
Cuando Vales dejó quieta la lente, volvimos Germán y yo a organizar la interviú:
¿Decíamos ayer, Don Galaor?
— Preguntaba yo, ¿qué es eso de definirse usted como un poco misántropo?
— ¡Ah, sí! Ya recuerdo. Pues resulta, que por tener que acompañar a Sol en sus giras, iba yo a saltos de teatro en teatro, conquistando para ella muchas flores y para mi mucho sueño. Claro: llegó un momento en que yo rehuía hasta el trato de la gente Hasta que un día papá decidió que escogiéramos: o los laureles de la gloria que no sirven para sazonar la olla, o la carreta.
—¿Y usted optó por la carrera?
—Sí. Y actué en el Casino Nacional cantando con la orquesta de los Hermanos Palau. Luego pasé al “Sevilla”. Más tarde al “San Soucí”, donde estuve por espacio de tres años Luego en “Chateaux Madrid”.
—¿Y de amor? ¿Qué tal lo trató el amor a usted, Pinelli?
—Oiga y juzgue: Me casé, pero me divorcié. Esto me interesa recalcarlo, pero voy a casarme pronto, si Dios quiere, con la más bella y virtuosa muchacha que he conocido.
—¿Qué tiempo lleva en la CMQ?
—Cinco años. Mi labor en esta CMQ ha sido disímil. Actúo ahora en los controles remotos, casi siempre, pues dentro de la emisora mi labor es diferente. No me permiten ser locutor habitual.
—¿Qué hace entonces dentro de esta gran familia de la CMQ?
—Ya usted lo ha visto. Soy redactor del “Noticiero CMQ”, y reportero en el Ministerio de Estado.
—¿Y qué más?
-—Cuando usted pregunta, ¿y qué más?, me da la sensación que no está usted satisfecho de cuanto le tengo dicho….
—Piensa usted mal. Cuando yo pregunto, ¿y qué más?, quiero decir, que me gusta que insista en el tema. ¿Qué otras actividades ha desplegado usted dentro de la CMQ?
—He salido durante tres años con la Corte Suprema del Arte a todas las regiones de la República.
—¿Ha recibido honores en ese cargo?
—Sí. Soy Hijo Adoptivo de la ilustre ciudad de Santa Clara, la cuna de la nobilísima Marta.
—¿Y qué más?
— ¡Otra vez! Anuncio los programas de la “Cerveza Polar” con carácter exclusivo. Por eso no se me oye más a menudo, para suerte de los oyentes de la CMQ.
—¿Cuáles son sus grandes emociones?
—Mi madre, mi hermana y mi novia. La mamá de mi novia es madre amantísima para mí, de ahí que no me vea usted de noche por la calle, ni en ninguna parte. Cuando salgo de su casa, voy a la mía y me acuesto. Ya usted ve. Me acuesto temprano y me tapo la cabeza.
—¿Y cuáles son sus debilidades?
—Los chistes. Los hago bastante malos, pero no tienen el calibre de los chistes de Liendo, que son bombas explosivas.
—¿Qué labor recuerda usted haber realizado con verdadero orgullo?
—La de Maestro de Ceremonias, Oficial, de las fiestas del IV Centenario de Cartagena de Indias. Y también la de entrevistador, en la Prisión de La Habana, de los altos dirigentes de la Corporación de Asistencia Social, para el Noticiero CMQ.
—Pues no le pregunto nada más. A menos que tenga usted algo especial que declarar.
—Nada más. Que estoy encantado de la vida y que me siento feliz.
En el comedor del hogar Pinelli, Sol ya había dispuesto las tazas de café.
FIN.
[1] Publicada BOHEMIA, edición número 9, del 2 de marzo de 1941, páginas 37-37, 47.