En el imaginario colectivo de la cultura cubana, Rita Montaner brilla como uno de los artistas más universales y multifacéticos que haya dado el país. Fue reconocida por su extraordinaria versatilidad: cantante soprano, actriz, intérprete de teatro, radio, cine y televisión. Su formación musical en Cuba y su perfeccionamiento en Nueva York, acompañada de una técnica sólida y un talento innato, le permitieron afrontar con autoridad papeles de gran exigencia, como su memorable interpretación en la ópera La Medium en 1956, donde su dominio vocal y fuerza dramática fueron considerados una revelación. Su capacidad para desafiar el paso del tiempo y mantener viva su personalidad en escena la ha convertido en un símbolo de pasión artística que inspira aún hoy.
Con interpretaciones que iban desde la ópera hasta el folclore, su papel en obras importantes y participación en producciones cinematográficas, Montaner mostró que el talento genuino no tiene ni límites. En definitiva, Rita Montaner fue una embajadora de la cultura cubana, que elevó el arte popular y clásico con autenticidad y maestría; dejó un legado que perdura en la memoria, la historia y el orgullo de Cuba.
Dado que el próximo 20 de agosto se cumplen 125 años del nacimiento de su natalicio, la sección Bohemia Vieja le invita a realizar una relectura del artículo titulado «Rita Montaner, genial intérprete de la música cubana», publicado en la edición número 15, el 14 de abril de 1978, en las páginas 10 a 13, y elaborado por el periodista Alberto Muguercia.
EN EL XX ANIVERSARIO DE SU MUERTE: RITA MONTANER, GENIAL INTÉRPRETE DE LA MÚSICA CUBANA[1]
Rita Montaner, el Trio Matamoros y Benny Moré se encuentran entre las más destacadas figuras de la música popular cubana surgidas en lo que va de siglo.
Tanto los Matamoros como el Benny procedentes del segmento poblacional más pobre, fueron músicos intuitivos, autodidactas. El caso de Rita Montaner, mestiza como los otros, pero surgida de la clase media, fue bien distinto, pues al momento de ascender por primera vez a un escenario, había dejado atrás, largos y provechosos años de estudios en un conservatorio.
Rita Montaner nació en Guanabacoa el 20 de agosto de 1900. El día 28 de julio de 1915 participa en los ejercicios de la sexta sección del curso escolar, ejecutando al piano el «Capricho Cubano» del maestro Alfredo Peyrellade titulado «Ecos Tropicales» y una danza del maestro Ignacio Cervantes.
En 1917 se gradúa de piano, canto y armonía obteniendo medalla de oro tras de interpretar el concierto en La menor de Mendelssohn; lo hace acompañada de un quinteto de cuerdas bajo la dirección del maestro Agustín Molina en el conservatorio Peyrellade de la calle Reina, centro donde estudió. A propósito de su asistencia al Conservatorio, durante la etapa de la niñez y la adolescencia, resulta interesante remitir a los lectores a un testimonio expresado por Israel Hechevarría (1886), patrón de los buques Ferry que realizaban a principios de siglo los viajes de ida y vuelta entre Regla y La Habana, quien nos dice:
—Yo vi crecer a Rita Montaner… ella hacia todos los días, el viaje de Guanabacoa a Regla en tranvía, y allí cogía el Ferry, que la traía hasta La Habana, desembarcando por el Muelle Luz, ella no venía sola, ¡la acompañaba su papá que se hizo muy amigo mío, él era médico, capitán de la Guerra de Independencia, d Dr. Domingo Montaner Pulgarón; a la mamá también la conocí, se llamaba Mercedes Facenda… El Dr. Montaner era un hombre templao. bravo, muy recto, muy celoso con su hija; él usaba bastón y sombrero, en aquella época casi todo d mundo usaba sombrero…
—Rita, chico, era una niña muy cariñosa, ella y su papá casi siempre venían conmigo dentro de la caseta y Rita se ponía a jugar tocando el timón del barco… Luego fue creciendo, cuando estalló la primera Guerra Mundial (1914). Rita era ya una señorita, pero no venía sola como ahora pasa…, si tú la ves chico, qué linda era, con aquellos ojos pardos así, y con aquella sonrisa de esas que las mujeres lindas traen al mundo…
Y así era realmente, pues a la hora de emitir un juicio valorativo sobre Rita Montaner, nos hallamos de pronto frente a una «encrucijada de mil rutas», dudando uno, si ponderar primero su maravillosa voz de mezzo-soprano, su gran calidad como pianista, su gracia impar de mulata sandunguera, o su chispeante inteligencia volcada en el proscenio tras cada actuación, unido todo ello a su femenil y exuberante hermosura, mostrada sobre todo durante los primeros años de su larga y exitosa carrera artística.
En 1918, inicia Rita recitales a beneficio de instituciones que practicaban la «caridad» interpretando variadas arias de óperas, bajo la dirección del profesor Carlos Morales. Es éste el año en que contrae matrimonio con el Dr. Alberto Fernández, con el que tuvo dos hijos, Rolando y Alberto.
RITA, LA RADIO Y EL TEATRO
El 10 de octubre de 1922 tuvo lugar la primera audición radial efectuada en Cuba por la P.W.X., la cual como se conoce fue instalada en el edificio de Águila y Dragones donde radicaba la «Cuban Telephone», propietaria de la emisora. En tan señalada ocasión interpretó «Rosas y violetas» de José Mauri y «Presentimiento» de Eduardo Sánchez de Fuentes.
Rita fue la única mujer que actuó ese día
—En mayo de 1922 toma parte en el primer concierto de música cubana organizado en el teatro «Payret» por el maestro Jorge Anckermann; ese día canta e interpreta además dos danzas «Señorita» y «Riendo y llorando».
El año de 1923 fue también de gran actividad para «la señora Montaner» como solían anunciar los programas.
El 28 de enero participa en el Festival de Canciones Cubanas organizado por Eduardo Sánchez de Fuentes. Eusebio Delfín y el periodista Guillermo de Cárdenas, celebrado en el Teatro Nacional. Durante los meses sucesivos, toma parte también en numerosas actividades celebradas en términos municipales cercanos a La Habana y en el interior.
En junio, los alumnos del conservatorio Falcón organizan un concierto en el que participan Rita y la soprano Lola de la Torre, las que interpretan el conocido dúo de La Gioconda, ópera de Ponchielli. En agosto colabora en un homenaje celebrado en la Academia de Ciencias.
Entre los festejos organizados para celebrar el 10 de octubre, tiene lugar en el Teatro Nacional de Prado y San Rafael, un festival en el que Rita actúa en unión de otras figuras notables: Nena Guerra, Tomasita Núñez, Ernesto Lecuona y el maestro Gonzalo Roig, quien dirige la orquesta.
Por razones de índole familiar, las actuaciones de Rita Montaner durante 1924 fueron menos. De este año conocemos que actuó en el Teatro Nacional, el 4 de septiembre, en un concierto auspiciado por el Ayuntamiento de La Habana. En dicha velada participaron, además, el pianista Pepito Echániz y la Orquesta Sinfónica conducida por la diestra batuta del maestro Gonzalo Roig. Esa noche, Rita cantó a dúo con la contralto Nena Planas «Quiéreme mucho» de Roig, y junto a Tomasita Núñez interpretó «El amor es la mitad de la vida», romanza de la zarzuela «El brujo» del maestro José Marín Varona. Por último pudo escucharse en su bien timbrada voz de Sánchez de Fuentes, la criolla «Linda cubana».
Sabido es que durante 1925 ocurrieron en nuestro país dos acontecimientos de carácter político sumamente importantes: se funda el Partido Comunista de Cuba, y el General Gerardo Machado asume la presidencia de la República, sustituyendo a un doctor Alfredo Zayas. En lo económico, se vertebra en Camagüey la Asociación Nacional de Ganaderos.
Dentro del ámbito de la música popular el hecho más importante es el auge que toma a partir de este arto, un género musical cubano procedente de la provincia oriental, oriundo de monte adentro al que todos conocen por SON.
El Sexteto Habanero fundado cinco años antes, es por entonces la agrupación, musical de moda en Cuba. En mayo, durante un concurso celebrado, el Sexteto Habanero gana El Champion Son con Tres lindas cubanas, viejo tema del folklore que hábilmente retoma y registre un prominente miembro del Sexteto, Guillermo Castilla:
Tres, tres, lindas cubanas
Pinar del Rio, La Habana,
Matanzas y Santa Clara
Cuando voy a Camagüey
Oriente me llama…
Por aquella época, de manera general el negro en Cuba, como el gitano en España, es un ser discriminado, sin posibilidades de estudiar, ni obtener un empleo medianamente retribuido, a no ser que su oficio fuese el de pelotero, boxeador o músico.
Es éste también (en junio) el año en que un negro chofer de alquiler nombrado Abelardo Barroso, ingresa como cantante en el Sexteto Habanero. Constituye un fenómeno curioso señalar que Barroso «tratando de ascender en la vida», recorrió las tres vías. Primero fracasó como pugilista, dedicándose luego «con peor suerte» a jugar a la pelota. Finalmente logra consagrarse como cantante. Viaja a los Estados Unidos y a Europa, y tres años antes de morir, nos contaba orondo, la ocasión en que cantara ante el Rey de España.
Señalemos finalmente que, por entonces en Cuba, a diferencia de los Estados Unidos, no existía odio racial, sino prejuicio por el color. Así lo señala una copla en boga por entonces:
Ser blanco es una carrera
mulato, una profesión
y negro, un saco e’ carbón
que lo venden dondequiera
Apresada en ese medio ambiente, vio transcurrir los primeros años de su carrera artística «la mulata blanconaza» Rita Montaner, quien en 1932 para asombro de muchos, rompía la barrera del color, convirtiéndose en la primera persona no blanca, que lograba habitar un inmueble en el reparto La Sierra, Marianao. Un poco más allá, en Miramar, se irían asentando los más ricos y los millonarios.
Y al caso. En 1926 visita los Estados Unidos. Encontrándose en Nueva York accede a cantar en un acto ofrecido en el hotel Plaza en beneficio de los ciegos de aquella ciudad; allí es vista y contratada por los hermanos Schubert. Con los «Follies Schubert» recorrió casi todos los Estados de la Unión, cubriendo un cuadro de la revista «Una noche en España». A partir de aquel hecho, Rita asciende a un plano estelar dentro de su carrera.
En ese mismo año de 1926 se da a conocer en Cuba un poeta obrero que le anta a los suyos: Regino Pedroso.
Un año después, el primero de octubre de 1927, Rita triunfa de nuevo en La Habana, interpretando en la zarzuela «Niña Rita» el personaje de un calesero que canta y baila. Canta por primera vez, lo que equivale a decir que lo estrena, el son Mamá Inés de Eliseo Grenet, página antológica de nuestra música popular. La puesta en escena se llevó a cabo en el antiguo teatro Regina, hoy Jigüe, de Neptuno y Galiano. El libreto de la obra fue escrito por «los señores Aurelio Riancho y Antonio Castell». La música compuesta por Ernesto Lecuona y Eliseo Grenet.
Algún tiempo después participa en la reposición de otra afamada zarzuela cubana «La tierra de Venus», con libreto de Carlos Primelles y música de Lecuona. En esta obra interpreta y populariza rápidamente «El Canto Siboney» de Lecuona.
Durante 1928 obtuvo Rita señalados éxitos. Fue en este año, precisamente, en el que grabó en los Estados Unidos sus primeros discos, entre los que se cuentan —entre otros— «Canción azul» de Lecuona, «Galanes y damiselas» a dúo con Caridad Suárez, «La Reglaría», «Mamá Inés» de Eliseo Grenet. «Siboney» de Lecuona y «El manisero» de Moisés Simons.
RITA EN SANTIAGO DE CUBA
El jueves primero de marzo de 1928, irrumpió Rita Montaner en el escenario santiaguero. El periódico «La Región», en primera plana publica a dos columnas una foto de Rita con el siguiente pie: «Rita Montaner, primera figura del conjunto artístico cubano que debata esta noche en el teatro «Oriente». Esta bella mujer que viene al frente de la primera compañía de revistas positivamente cubana, deleitará a los concurrentes a nuestro primer teatro, con el encanto de su voz, de su figura y con la inefable seducción de su talento artístico. «La tierra de Venus» se titula la opulenta pieza teatral que esta noche complacido, verá el público santiaguense. Y en realidad, no creemos que sea necesario trasladarse a ningún otro país, para sentirse plenamente, frente al asombroso y deleitable conjunto de bellísimas mujeres que componen este conjunto en la mismísima tierra de Venus».
Por la forma en que el cronista redacta la noticia, se advierte un resurgimiento del sentimiento nacionalista que caracteriza este periodo de nuestra historia. En el campo de las artes se hace oposición a toda influencia de carácter foráneo, ya proceda de Europa o de Norte o Sur América. Nuestro son se enfrenta por entonces victorioso al charlestón, al fox trox, al tango y la milonga. Es por ello que el periodista señala «no creemos que sea necesario trasladarse a ningún otro país»; luego refiriéndose a Rita expresa: «esta bella mujer que viene al frente de la primera de revistas positivamente cubana«.
En este año, realiza un viaje a Europa acompañada de una pequeña orquesta de ocho profesores; la acompañan Sindo Garay, la pareja de baile que integraban Julio Richard y Carmita Ortiz, Paco Lara y d pianista Rafaelito Betancourt. Viaja a París, y como El César, llegó, vio y venció. Triunfa en el Palace, tomando parte en la revista «Perlas cubanas»; sobre este acontecimiento escribiría, desde París, Alejo Carpentier un año más tarde:
… «Después, fue Rita Montaner, la que, desde el escenario del Palace, realizó una labor fecundísima para la divulgación de nuestros ritmos. Su «Mama Inés» estallaba cada noche en los feudos de Raquel Meller, con una elocuencia que convencía a los más tibios. Así como las criollas lánguidas, cantadas antes eran calificadas por los oyentes de «romanzas italianas», la linda composición de Grenet provocaba espontáneas ovaciones. Esta canción llegaba por su carácter y su gracia. Olía a Trópico, tenía fragancias de fruta al sol, y auténtica alegría arrabalera… No puede negarse la influencia decisiva que tuvo, el año pasado, la actuación de Rita Montaner, en esta invasión de aires tropicales. Rita Montaner, en los dominios de lo afrocubano resulta insuperable… Rita Montaner se ha creado un estilo: nos grita a voz abierta, con un formidable sentido del ritmo, canciones arrabaleras, escritas por un Simona o un Grenet…»
Rita regresó de París el jueves 8 de noviembre de 1928.
El cine Florencia de la calle San Lázaro, aplaude a Rita entre el 7 y el 10 de enero de 1929. Este es el año en que visita España, debutando primero en los teatros «Apolo» e «Infanta Beatriz». La función en este último Coliseo es presenciada por la Reina Victoria y el Consejo de ministros. En el teatro «Apolo» de Valencia, tomó parte en el estreno de la opereta «Malba Rosa» de Pablo Luna; tuvo participación destacada además en «Molinos de viento», «El asombro de Damasco» y «La corte del Faraón».
En 1930, protagoniza en La Habana la afamada zarzuela «María la O» con libreto del poeta Gustavo Sánchez Galarraga y música de Ernesto Lecuona. Un año después viaja nuevamente a los Estados Unidos siendo contratada por Al Jolson, y se integra entonces a su espectáculo del Wonder Bar. Rita, es en esta compañía la segunda figura; triunfan en muchos estados de la Unión y en Canadá. Al fallecer en la Audiencia de La Habana su exesposo, regresa precipitadamente a Cuba preocupada por sus dos hijos «que se han quedado solos».
El 8 de julio de 1932 actúa en el Teatro Nacional de esta capital junto a José Mojica.
En marzo de 1933, viaja a México llevando como pianista acompañante a Ignacio Villa, el mismo que ella bautizara como Bola de Nieve. Es importante señalar que, a partir de este viaje, Bola comenzó a actuar como solista. En México filmó Rita, en esta ocasión, la película «La noche del Pecado». El 12 de agosto de 1933, sucumbe la odiosa tiranta machadista; ese día Rita y Bola de Nieve se encontraban todavía actuando en México.
En 1934, alcanza gran éxito tras debutar en Buenos Aires en la obra «La tentación del Trópico» junto al comediante argentino Pepe Arias. Luego, emprende larga gira por varios países suramericanos.
Tras retornar a nuestro país, actúa en enero de 1935 en el “Teatro Principal de la Comedia»; va a lo afro, estrena «Bembé». «Sangre africana» y «Oguere», tierna canción de cuna. Su regreso es reatado con gran entusiasmo, va gente a vería a pesar de la contracción económica que caracteriza este período. Hay hambre en La Habana, y terror sembrado a voleo, pues los sicarios de la primera tiranía de Batista, matan, golpean y distribuyen entre la población cada noche, dosis masivas de palmacristi.
Rita Montaner, es por entonces vía por la que transita catarsis colectiva. Ella es tambor y gracia hispánica mostrada en cálida y bulliciosa mezcla.
El pueblo la ve, la mira, y renueva bríos en la diaria y dura lucha por la vida y contra el déspota.
Durante este año Rita actúa además en la zarzuela «Cecilia Valdés», estrenada por otra cantante en 1932. Protagoniza también «Rosa la China». «El cafetal» y otras más.
A fines de la década del treinta, el 6 de junio de 1938, se estrena en Radio Cine la primera película cubana sonora, «Sucedió en La Habana». Rita, actúa en esta cinta y en otra rodada algún tiempo después, «El romance del palmar»; ambas producciones presentan las diferencias propias de un cine en embrión que distorsionaba la realidad.
El lunes 22 de febrero de 1943, la «Corporación Nacional de Turismo» tributa en el teatro «Auditorium» un homenaje a los maestros Moisés Simons, Ernesto Lecuona y Elíseo Grenet; participan entre otras las cantantes Tomasita Núñez, Esther Borja y Rita Montaner que ese día cantó «Siboney», «Mamá Inés» y «El manisero».
Como ha señalado acertadamente el destacado historiador Ezequiel Rodríguez: «La década del cuarenta marca la evolución de Rita Montaner hacia el sketch, encarnando un personaje que prendió definitivamente en el pueblo: la chismosa.
Durante mucho tiempo toda Cuba escuchó a diario las denuncias cantadas por ella, poniendo al descubierto las escandalosas desvergüenzas de los gobiernos que llenaron ese período de nuestra historia. Allá y acuyá llegaba “La Única» con su diario ritornelo:
Mejor que me calle, que no diga nada
porque si tú sabes, es lo que yo sé
Tal fue el arraigo logrado por Rita entre los radio-escuchas durante este periodo, que en 1945 fue designada Reina Nacional de la Radio.
Ya había terminado la Segunda Guerra Mundial y Rita seguía dando guerra: “mejor que me calle, que no diga nada…”
En 1950, año que marca el inicio de la televisión en nuestro país, Rita Montaner reitera y reafirma nuevamente su condición de artista estelar.
Llegó el 10 de marzo de 1962 y todo lo otro: el pueblo a sufrir de nuevo y a pelear contra la segunda intervención tiránica de Batista. En 1955 La Única, un día que hacía el programa de televisión «Rita y Willy», formula en el mismo serias críticas a la tiranía emitiendo frases de condenación que no estaban escritas en el libreto. Como es de suponerse fue separada del programa.
Un año después con más de 55 años de edad, asume y realiza con sorprendente éxito el papel de Madame Flora en la ópera «La Médium» de Gian Cario Menotti. puesta en escena en la sala Hubert de Blanck de La Habana.
En octubre de 1956, protagoniza en el mismo escenario la comedia de Alan Marville «Mi querido Charles».
SU ÚLTIMA ACTUACIÓN
Rita Montaner concluyó su carrera artística manteniéndose en un plano estelar. En junio de 1957, protagoniza, esta vez en la sala «Arlequín», otra comedia: «Fiebre de primavera» de Noel Coward. Según refiere el actor Alejandro Lugo, una tarde sin aún concluir el primer acto, Rita se fue quedando sin voz hasta perderla totalmente al llegar al camerino. La solución lógica a este problema fue planteada: «suspender la función y devolver al público el importe de la entrada». Rita se negó, protestó airada, logrando terminar el tercer acto. «Pasó un día y otro día, un mes y otro mes pasó» y la terrible verdad se abrió paso: Cáncer fue el diagnóstico.
El 9 de abril de 1958, la tiranía lograba ahogar en sangre una huelga general decretada por la jefatura del Movimiento 26 de Julio. Ocho días después, el 17, nuestro pueblo sin aún lograr reponerse de aquel grave revés político se enfrentaba a la infausta nueva:
¡Murió Rita Montaner, ¡oye mira, con la muerte de Rita Montaner!, gritaban sin cesar los pregoneros de la prensa. Dejaba de existir, una de las más grandes intérpretes de la música cubana.
[1] Publicado en la edición 15, del 14 de abril de 1978, páginas 10-13. Sección Arte y literatura.


















