Hace muchos años que Omara Portuondo rebasó la popularidad para alcanzar una dimensión artística donde es imposible explicarla con la crítica. Ella es irrepetible, y sus dones, añejados por una larga carrera, son el atributo que la distingue entre muchas cantantes. Con un instrumento vocal de cualidades singulares, agudos sorpresivos y lalaleos inigualables, Omara hace gala de una limpieza y un brillo propios.
Su larga carrera comenzó en 1945 como bailarina del famoso cabaré habanero Tropicana, pero fue en la canción donde la joven Omara encontró su espacio. Era la edad de oro de la música tradicional cubana y pronto compartió escena con los hoy legendarios César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez. Junto a la mítica Elena Burke, Moraima Secada y su hermana Haydée Portuondo integró el Cuarteto de las D’Aida liderado por Aida Diestro.
En sus años jóvenes la conocían como “La novia del filin”, pero desde 1997 ratificó y amplificó su condición de estrella internacional con el éxito del Buena Vista Social Club, el álbum grabado con el patrocinio y la producción del artista estadounidense Ry Cooder para el sello World Circuit Records.
Casi dos décadas después del lanzamiento del álbum original ganador del Grammy, el romance de Buena Vista Social Club continúa con Lost and Found, una colección de temas inéditos, algunos grabados en las primeras sesiones legendarias en La Habana.
De ahí te comparto Tiene sabor y Lágrimas negras, ambas con la participación auténtica de Omara Portuondo. La primera constituye una reivindicación de su cubanidad, pues ha afirmado varias veces que siempre retornará a la isla donde tiene su casa y sus más valiosos recuerdos. Y la segunda se me antoja como un pretexto ideal para felicitarla por su cumpleaños 92, porque, como la canción misma, se nos hace eterna.
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Diseño de portada: Félix M. Azcuy
