El mandatario cubano prosigue su agenda en Rusia. Es recibido por Vladímir Putin
Hay eventos de la agenda internacional relativos a Cuba ante los cuales el periodista revolucionario no puede mostrarse “objetivo”, con una supuesta y tranquila imparcialidad, tan demandada desde el Occidente de la OTAN. Únicamente en el “limbo” bíblico queda bien, y ni así, pues las acciones determinan si uno se irá al Infierno o al Paraíso.
Por eso, a la hora de relatar los acontecimientos tocantes a la visita del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, a la Federación de Rusia, si uno es periodista de Fidel y de Martí, la emoción vibra en la noticia. Y so riesgo de parecer ridícula, esta comentarista trae a colación el pensamiento guevariano de defender los “grandes sentimientos de amor”, como guía de una verdadera obra revolucionaria, y a sus artífices. Mucho de eso hubo entre los pueblos cubano y el soviético, y hay hoy entre Cuba y Rusia.

El mandatario y su comitiva fueron a San Petersburgo y a Moscú a homenajear a los héroes y heroínas de la Gran Guerra Patria (1941-1945), a los que contribuyeron desinteresadamente en la lucha antifascista mundial, a la cual ofrendaron la vida 27 millones de soviéticos. La estadía en la nación euroasiática también se debe a un nuevo aniversario del restablecimiento de las relaciones bilaterales entre nuestros países. Sobre ese particular, Díaz-Canel convocó a “continuar trabajando en pro de alcanzar el bienestar y prosperidad de dos pueblos hermanos y heroicos”.
Rusia siempre ha estado a nuestro lado en la lucha contra el bloqueo económico, financiero y comercial de los Estados Unidos, así como a rechazar la inclusión de Cuba en la lista de países terroristas. Agradeció el dignatario “al Gobierno ruso por su apoyo para la adhesión de la mayor de las Antillas a los BRICS como país socio y a la Unión Económica Euroasiática como Estado Observador”.
Asimismo, denunció “los afanes imperialistas» vinculados con el avance de la OTAN, a todas luces una agresión contra la nación eslava y de injerencia en sus asuntos internos. En ese sentido el presidente cubano, el 7 de mayo de 2025, en la sede de la Duma Estatal, condenó las sanciones antirrusas. Junto a Valentina Matvienko, presidenta del Consejo de la Federación de Rusia, el primer secretario del Partido Comunista de Cuba señaló que nuestros pueblos, en el marco de 65 años de nexos fructíferos, “miran con firmeza y determinación hacia el futuro”. Mientras, la alta dirigente rusa llamó a Cuba “la Isla de la Libertad”, vaticinando la perpetuidad de nuestra hermandad.
Similares percepciones y sinergias corrieron a cargo de otros anfitriones, como Alexei Shaposhnikov, presidente de la Duma de la Ciudad de Moscú, y de Guennadi Ziugánov, secretario del Partido Comunista de Rusia, quien condecoró al jefe de Estado visitante con la medalla en memoria de los 80 años de la Gran victoria sobre el fascismo.
Imagino la plena identificación sobre los problemas más candentes de la humanidad, entre los cuales se destaca el pretendido lavado de cerebro del imperialismo, tratando de adormecer y engañar, principalmente a las generaciones jóvenes. “Le damos mucha importancia a esta celebración, a la magnitud que va tomando, que tiene (…) en un momento en que se acrecienta la filosofía neofascista”, dijo Díaz-Canel, a la vez que se pronunció contra los intentos de reescritura de la historia. Como si tal cosa fuera a la larga posible, porque epopeyas como la del pueblo soviético se imponen; Cuba y su gente lo saben. Otro espacio emotivo fue cuando se le transmitió a Ziugánov saludos de Raúl Castro, líder de la Revolución.
En el Kremlin y frente a Fidel

El 2 de noviembre de 2018, Cuba y Rusia firmaron una declaración conjunta, de enfoques comunes en los asuntos internacionales, proclamando el carácter estratégico de las relaciones y la condición de aliados. Ahora el presidente Vladímir Putín funge nuevamente de anfitrión, dándole un fuerte estrechón de manos a Díaz-Canel. Este, entre varias ideas, manifestó: “La historia nos ha demostrado que solo la unidad basada en esa cooperación, en esa solidaridad y en esa amistad nos permite enfrentar desafíos actuales y retos futuros (…) estamos muy contentos de estar aquí con ustedes”.
Confieso la impresión positiva al leer en Granma el texto de la colega Alina Perera Robbio titulado “Flores de gratitud y de lealtad”. Ella comenta acerca del respeto expresado por el mandatario cubano ante la “escultura metálica de un Fidel joven, mirando al horizonte, ataviado con su uniforme de guerrillero”. Uniforme con el que fue ampliamente conocido en el mundo, y la URSS y ahora Rusia no son la excepción. En el barrio moscovita de Sokol, el Comandante en Jefe sigue proyectando la firmeza de un país entero, de “un sentimiento”. Y sí, hay gran afecto en este acercamiento de buenos amigos.
Un comentario
Muy bueno, sintético, sustancioso y amoroso, este resumen de la visita de nuestro presidente a Rusia, con motivo de tan impirtante como entrañable conmemoración. Dicho todo con la verdadera objetividad y sentimiento con que debía ser contado, algo en realidad casi imposible de encontrar en el decadente Occidente politico, a contra rumbo de la historia. Las emociones fueron muchas e intensas. Destacar la acostumbrada laboriosidad, pertinencia y éxito en el cumplimiento de todo lo previsto en la excelentemente concebida agenda pública de Díaz-Canel, digna de la cálida acogida de los anfitriones y enriquecida con otros adicionales intereses y prioridades cubanas, como los encuentros con nuestros compatriotas y los también fraternos Maduro y Xi Jinpin. Todos motivos de satisfacción.