Urge un cese inmediato de las hostilidades en aras de salvar vidas, y evitar que impacten en los países aledaños. Pero 2025 se perfila allí con mayores catástrofes. ¿Habrá un alto al fuego duradero?
Poco valieron los buenos oficios del ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Badr Abdelatty, quien el 4 de diciembre de 2024 visitó a Sudán para intentar buscar una salida diplomática a la crisis interna del país vecino, inmerso en una guerra civil desde 2019. A la ausencia de un gobierno enteramente civil se le suman calamidades de todo tipo, que hacen de una de las naciones más grandes territorialmente de África un infierno en la Tierra.
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Desde mediados del año pasado, la ONU y sus distintos organismos nos alertan sobre la precaria situación de la gente, inmersa en infortunios inimaginables, cual de ellos peores. Según reportes de Prensa Latina, el 16 de diciembre último, el secretario ejecutivo de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD: entidad económica y de integración del África Oriental creada en 1996), Workneh Gebeyehu, lamentó el sufrimiento del pueblo sudanés mientras el mundo se preparaba para festejar el año nuevo 2025, y señaló la indiferencia marcada del resto de la humanidad.
La fuerte conmoción económica y social no ha hecho más que exacerbar el aumento de los enfrentamientos entre comunidades y otros actos de violencia armada, que se cobran numerosas vidas, y viviendas destruidas en la región de Darfur y los estados de Kordofán del Sur y Nilo Azul. Casi nadie en 2024 escapó de esos estallidos, por los que muchos debiendo liar sus bártulos y poner pies en polvorosa: nueve millones de personas dejaron atrás sus residencias.
Lamentablemente nada parece indicar que vaya a disminuir dicha tendencia; al contrario, expertos en temas migratorios vaticinan en este 2025 continuidad, porque en cálculos de la ONU existen 25 millones de personas urgidas de alguna ayuda humanitaria. Y ya se sabe: donde impera el hambre y el aumento de necesidades básicas, crece la migración. Para el máximo organismo planetario, el conflicto en Sudán ha creado “la crisis de desplazados de más rápido crecimiento del mundo”.
En 2024 en Sudán ocurrió de todo: guerra, hambre, sequía, y hasta el impacto de enfermedades de enorme letalidad y difícil control, como el cólera. El panorama es absolutamente desolador en el tercer país de mayor extensión en África y 48 millones de pobladores. Allí, la persistente realidad incrementa la marginación, las cuitas políticas y las pujas irresueltas sobre la propiedad de la tierra. Asunto este último candente en el continente todo.
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A veces a Jartum, en su precario ejercicio de poder, se le hace muy difícil delimitar contra quién luchar, pero, en otras ocasiones, los atacantes muestran sus insignias con total desparpajo, tal aconteció este 28 de diciembre cuando el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) atacó dos campamentos de desplazados en la ciudad de El Fasher, en el oeste de Sudán.
El lector de Bohemia debe conocer sobre la demoledora conflagración de mediana intensidad entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las RSF desde mediados de abril de 2023, cuyo saldo hasta el momento se contabiliza en al menos 29 683 muertes y el desplazamiento forzoso de más de 14 millones de personas, dentro o fuera del país, según estimaciones de organizaciones internacionales. Como si lo anterior no fuera suficiente para llevarse las manos a la cabeza, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ratificó que la inseguridad alimentaria alentada por el antagonismo podría desencadenar la mayor hambruna del mundo en la historia reciente.
Queda pendiente de análisis profundizar en las causas históricas y de posicionamientos geopolíticos en el llamado Expediente Sudanés. El año recién ha comenzado, y la República de Sudán lo inaugura nefastamente: debe transitar la estela de cuantiosos mutilados; en 2024 hubo 33 000 heridos.
Lo más dramático: el secretario general de la ONU, António Guterres, lanzó una petición urgente, dada la agudización de la inseguridad alimentaria. El alto funcionario espera poder arrancar un compromiso mundial mayor que el demostrado con Palestina. Aunque se tratan de eventos de naturaleza diferentes, la deshumanización se vuelve un doloroso denominador común, poniendo igual que en Gaza en peligro las operaciones de socorro y apoyo.
Entretanto, Workneh Gebeyehu, líder del IGAD, en su cuenta de la red social X le recordó a la comunidad internacional que una nación hospitalaria de millones de refugiados; rica en patrimonio cultural, sabiduría y con un pueblo muy generoso, ahora “sigue viviendo en medio del conflicto, el hambre y el desplazamiento”. De ahí la insistencia: “Debemos dar prioridad al pueblo sudanés”, exhortando a encontrar un camino hacia la paz. Dijo tener “esperanzas en una solución pacífica”. ¿Será, o pasará como con Palestina? ¡Demasiada indolencia, y hasta cuándo!
2 comentarios
Pese a avances importantes en África, desconociendo la influencia decisiva factores externos que lo condicionen supongo muy difícil e improbable una solución pacífica a conflictos etnicos antiguos prevalecientes
Sudán es, hasta ahora uno de los 6, de 22 países de la Liga Árabe, que ha reconocido al Estado de Israel. Tal vez, una de las soluciones es solicitar formalmente a dicho Estado su intervención, dado su poderío militar, aliado de los EEUU. .