Más de una interrogante propone la edición 45 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana donde creadores y públicos esperan ver para comprendernos mejor
En las pantallas cinematográfica, televisual, del teléfono, de disímiles artefactos y soportes, los públicos aprecian cómo se transformaron estos “escenarios” donde coinciden nuevos medios y experiencias interactivas que satisfacen o no conocer al otro ser humano, pero inciden en el ser y el acontecer sin límites de edades o sexos. En La Habana, la edición 45 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano colocará en la mira preocupaciones de adolescentes y jóvenes, urgencias existenciales, amores; conflictos diversos, complejos, ¿similar a la vida misma?
Dichas interioridades repercutirán en cada individuo. Las reacciones dependen de la subjetividad, cualidad personal de ser sujeto activo de su existencia, dominar conductas propias y representaciones de sí mismo. Las palabras alma, psique, espíritu, mente, conciencia se harán visibles en comportamientos, gestos, silencios; en ellos influyen causas biológicas, ambientales, psicológicas.
Filmes, documentales, animados, cortos, han sido concebidos en América Latina y otros continentes. El Festival socializará madejas de problemáticas al ampliar estados del conocimiento, percepciones sobre el mundo, densidades emocionales. Interpretarlos requiere el interés, los saberes y la sagacidad de espectadores inteligentes, participativos, ávidos por interiorizar la comprensión dramática de relatos y el rigor de puestas donde confluyen elementos determinantes en la imaginación visual de discursos parlantes. Es preciso ver, admirar, reconocer lo particularmente sensible de guionistas, realizadores, directores de arte, actores, actrices, fotógrafos, artistas prestos al estímulo de desazones provocadas en actos de conocernos y reconocernos con la humildad de quien aprende todos los días.
Esa necesaria apreciación –a modo de preámbulo oportuno-, la activan exposiciones en las salas del Proyecto 23. El cine La Rampa acoge un conjunto fotográfico de Yasset Llerena en homenaje al 505 aniversario de la fundación de San Cristóbal de La Habana. Al elegir esta imagen pensamos la poesía espacial posible de escenas cinematográficas o audiovisuales, atmósferas, contextos.
La iluminación en los audiovisuales forma parte esencial de la expresividad del encuadre y de su relación con los componentes del ambiente escénico. Al ser la luz la fuente originaria de la capacidad visual, impone determinada perspectiva entre sombras, matices, gamas cromáticas en función de tramas, personajes e historias. Definitivamente, inciden en diseños escenográficos, ambientaciones, estéticas, concepciones plásticas y resultados artísticos.
Todo sistema de comunicación evidencia los rasgos de la sociedad que los origina. Gestores de símbolos y receptores de estos, despliegan lenguajes, valores antropológicos, sociológicos, búsquedas, hallazgos, cuestionamientos.
¿Qué traerá el cine argentino a La Habana? ¿Y el brasileño? ¿Inquietará la reciente filmografía nacional? ¿Cómo se construye lo “real”? ¿Existen estados de ánimo optimistas en las miradas de creadores y decisores influyentes en producciones, estrategias y consumos?
Nunca lo olvidemos, el deber ser se concreta en las prácticas culturales. Pensemos, la belleza del cine crece con la diversidad, la riqueza de puntos de vista, lo manido renovado sin prejuicios. Hay que ver más que mirar.