Fotomontaje. / VÍCTOR MANUEL FALCÓN
Fotomontaje. / VÍCTOR MANUEL FALCÓN

Un general de las tres guerras

Arribamos el 5 de abril al aniversario 130 de la muerte en un campamento mambí en Alto Songo del mayor general del Ejército Libertador Guillermón Moncada


Las gestas independentistas de Cuba contra el dominio español significan una fragua de héroes legendarios que honraron con su temple la manigua redentora. Entre los jefes, descolló como uno de los más notorios José Guillermo Moncada, más conocido entre sus compañeros de batallas como Guillermón, por su coraje en los combates, su corpulencia y liderazgo.

En distintas cartas o diarios del presidente de la República en Armas Carlos Manuel de Céspedes, aparecen descripciones leves de distintos jefes mambises. En una de ellas dirigida a su esposa Ana de Quesada detalla a Guillermón como “negro, muy alto, labio superior corto, dientes blancos y grandes, cojo por heridas…”.

El barrio de Los Hoyos en Santiago de Cuba, donde nació el 25 de junio de 1841, su niñez estuvo cargada de pobreza. Le inscribieron solo con el apellido de su madre Dominga de la Trinidad Moncada, que llevaba con orgullo, porque su padre Narciso Veranes, un esclavo liberto, no quiso reconocerlo. El humilde muchacho, al imponer su voluntad y con enormes sacrificios, logró aprender los elementos básicos de la lectura y escritura, y dominar el oficio de carpintero, con lo que  logró alcanzar algunos recursos para mal alimentarse.

Desplegó la fama, por su valentía y fuertes principios, en las tres contiendas: La Guerra de los Diez Años, la Guerra Chiquita y la Guerra de Independencia de 1895. A sus 27 años, se alzó en la primera en noviembre de 1868 bajo las órdenes del mayor general Donato Mármol.

Casa natal del héroe mambí en Santiago de Cuba. / ecured.cu

Participó en el primer ataque a El Cobre (5 de diciembre de 1868). En julio de 1869, Mármol lo designó segundo jefe de uno de los batallones de la División Cuba. En ese año combatió en Loma de Sevilla, El Salado, Mayarí, Jiguaní, Santo Domingo, Zarzal, Guanal de la Cana y El Ramón, entre otras tantas acciones en las que salió victorioso. El dominio del machete lo alcanzó en las labores agrícolas. Aparece en distintas crónicas de la guerra, que retó y venció en el campo de batalla a oficiales españoles reconocidos como excelentes esgrimistas.

En julio de 1870, después de reorganizarse aquella División por su nuevo jefe, el mayor general Máximo Gómez, quedó al frente del 5º Batallón. Le siguieron numerosas operaciones combativas y el 16 de mayo de 1871, en un lugar conocido como Los Peladeros o El Palenque, derrotó y dio muerte al jefe guerrillero de las escuadras de Santa Catalina del Guaso, Miguel Pérez, un odiado coronel de origen cubano.

Comandó la vanguardia de las tropas que invadieron Guantánamo y en 1874 se incorporó al destacamento que organizó Máximo Gómez para invadir Las Villas. Luego de regresar a Oriente, junto con Antonio Maceo, sobresalió en el asalto a un tren militar español cuando circulaba entre Guantánamo y Caimanera, el 6 de septiembre de 1875. En ese transcurso, más la suma de otros enfrentamientos con el enemigo, recibió varias heridas de guerra.

Recorrió toda la cadena de grados militares; con Máximo Gómez ya ostentaba, en 1870, el mando de un batallón; fue ascendido a coronel en junio de 1873 y a general de brigada en marzo de 1878.

Hay que imaginar aquellas huestes mambisas entre combate y combate lidiando con la recia manigua y siempre teniendo al acecho un enemigo por combatir, pero el amor a la patria y la fe en la victoria iban más allá de cualquier abandono de la digna causa.

El bravo Guillermón rechazó el Pacto del Zanjón para convertirse en uno de los hombres de la Protesta de Baraguá el 15 de marzo de 1878. El gobierno provisional del mayor general Manuel de Jesús Calvar lo designó jefe de la División de Guantánamo para continuar la guerra. Combatió hasta el 10 de junio de 1878.

Tumba de Guillermón Moncada en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba. / sierramaestra.cu

Con los inicios de la Guerra Chiquita (1879-1880) volvió a la carga. Calixto García, presidente del Comité Revolucionario Cubano, lo designó jefe de las fuerzas del centro y sur de la provincia de Oriente con grado de mayor general. En la región de Guantánamo libró algunas acciones, mas comprendiendo que la causa estaba perdida por la falta de recursos bélicos y el poco apoyo desde el exterior e interior, junto a aspectos organizativos donde no existía un mando centralizado, junto al entonces general de brigada José Maceo, firmó el 2 de junio de 1880 el Pacto de Confluentes que ponía fin a las hostilidades.

Los españoles lo apresaron de manera traicionera en altamar después de embarcar hacia Jamaica. Lo remitieron a Puerto Rico, luego a España y a las Islas Baleares en un inhumano encierro. Lo amnistiaron en 1886 y regresó a Santiago de Cuba el 22 de septiembre de ese año. De inmediato se unió a las distintas conspiraciones en contra del dominio español.

En carta fechada el 10 de abril de 1893 dirigida a Máximo Gómez, José Martí señala: “En Oriente, grupo impaciente y fuerte en Guantánamo –confirmada la disposición de los de Holguín, recibida la impaciencia de los de Manzanillo– Guillermón ligado con los de Guantánamo”.

Por sus actividades insurrectas de nuevo lo confinaron a la cárcel, esta vez en el cuartel Reyna Mercedes de Santiago de Cuba (más tarde llamado Moncada precisamente en su honor como insigne guerrero), del 1º de diciembre de 1893 hasta el 1º de junio de 1894. Nunca se quebrantó su fe en una Cuba libre. En ese periodo, en más de un escrito, José Martí se pronuncia porque el valiente mambí no había recibido la ayuda necesaria para completar una fianza de 2 000 pesos.

Durante la preparación de la guerra necesaria del 95, en la etapa llamada Tregua Fecunda, José Martí lo designa jefe de la provincia oriental. Después de dar la orden de alzamiento a la región este, el 24 de febrero marcha hacia Alto Songo donde se alza. Por la tuberculosis, un mal contraído en las cárceles españolas, estaba en fase terminal y no podía mantener  aquel ritmo de lucha. Ya sentía la proximidad de la muerte y confió la jefatura de su región al mayor general Bartolomé Masó y al coronel Victoriano Garzón.

Así describe Masó uno de aquellos encuentros el 19 de marzo de 1895: “En la tarde, anunciándoseme que venía Moncada, salí con la gente a pie, y la bandera, a su encuentro. Tuvimos que andar bastante y subir lomas, viniendo a encontrarlo como a una legua, o más, en la tardecita. Nos abrazamos, se dieron muchos vivas, venía sobre el caballo, hecho un cadáver”.

Patriota íntegro, el abnegado guerrero falleció en el campamento de Joturito, en Mucaral, término municipal de Alto Songo, el 5 de abril de 1895. Sus restos descansan en el cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.

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Fuentes consultadas

Los libros: Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, Colectivo de autores, y Memorias de la guerra, de Enrique Loynaz del Castillo.

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Un comentario

  1. Excelente publicación muy interesante e importante siempre. La memoria histórica de un pueblo es herramienta imprescindible para ganar las batallas. Gracias a nuestro afiliado Norberto Escalona, Premio Municipal de Historia 2024.

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