La vecina Corea del Norte fue tomada de excusa para implementar la Ley Marcial. Pueblo y Parlamento restituyeron el orden democrático
Habitualmente la sociedad de la República de Corea vive inmersa en la magia del espectáculo de sus cantantes del K-pop (pop coreano), género con millones de seguidores en todo el mundo, insertado por excelencia en los gustos juveniles. También los surcoreanos siguen con mucha atención todo lo relacionado con las cotizaciones de las empresas Samsung y LG, debido a la preminencia en el mercado planetario, lo cual aporta grandes dividendos al país, gracias a las pantallas de plasma o los teléfonos celulares. Asimismo, cada tanto, entre los titulares de la agencia de noticias Yonhap figura escándalos por corrupción empresarial y política.
Pero el 2024 estremeció a los medios periodísticos locales y mundiales con algo que parecía había sido enterrado en el pasado: el 3 de diciembre, el presidente Yoon Suk Yeol anunció la imposición de la ley marcial para supuestamente «erradicar a las fuerzas pronorcoreanas y proteger el orden constitucional democrático”, acusando a la oposición de paralizar al gobierno con “actividades antiestatales”. El Parlamento y los partidos políticos fueron prohibidos, en tanto los medios de comunicación quedaron bajo control militar.
Ello significó un mazazo a la democracia representativa imperante, donde coexiste división de poderes entre el ejecutivo, lo judicial y lo legislativo. En Corea del Sur el jefe de Estado es el presidente, elegido por voto directo popular para un único mandato de cinco años. Entre sus prerrogativas está nombrar al primer ministro y presidir el Consejo de Estado. De buenas a primeras, a ese idílico panorama se le quiso transformar en una especie de tiranía, tal cual se encargó de calificarlo la gran prensa. Yoon todavía insiste en que esa medida de excepción debió tomarla debido al accionar desleal al país de la principal fuerza de oposición, el Partido Democrático, cuyo líder, Lee Jae-myung, es favorito para las próximas elecciones presidenciales de 2027.
Al parecer el mandatario vio tambalear su autoridad con la posibilidad de un proyecto de ley de presupuesto reducido, junto a mociones de destitución contra el auditor estatal y el fiscal jefe. Los recortes apuntan a la totalidad de los fondos asignados para “actividades especiales” de la Secretaría de la Oficina Presidencial y la Oficina de Seguridad Nacional, de la Fiscalía, la Junta de Auditoría e Inspección, y la Policía. ¿Aguas turbias?; tal vez.

Rechazo nacional y oportunidad democrática
La Constitución surcoreana le da luz verde al presidente para declarar la ley marcial en respuesta a necesidades militares durante tiempos de guerra, conflicto armado, emergencia nacional, o cuando la seguridad y el orden públicos lo requieran. Ninguno de estos casos correspondía a la realidad. ¿Hubo resignación? De eso nada: el pueblo salió de su zona de confort y tomó las calles. La convocatoria popular se regó como pólvora desde las redes digitales, utilizando esos bien cotizados celulares Samsung. A pesar de la prohibición de todas las actividades sociales y políticas, la gente contravino lo estipulado en la Ley Marcial, enfrentándose a la Policía y al Ejército. CNN, por ejemplo, reportó las manifestaciones como “increíbles” cuando ante las armas las masas se opusieron con canciones y lemas: “¡Abolición de la ley marcial!”, “¡Abajo la dictadura!”.
Por su parte, de inmediato el Parlamento se activó y votó en contra de avalar lo que a todas luces era un golpe militar, quizás uno de los más efímeros de la Historia. Al día siguiente; o sea, el 4 de diciembre, Yoon cedió ante los asambleístas y la resistencia popular. Varios analistas consultados consideran esas circunstancias como las idóneas para los cambios estructurales necesarios de cara a una verdadera transformación democrática, porque lamentablemente en Corea del Sur ha sido recurrente el uso de la ley marcial con vistas a posicionar en el poder a un régimen autoritario; la última vez fue hace 45 años, tras el golpe de Estado de Chun Doo-hwan, quien instauró la tercera dictadura en la nación asiática.
Pieza de un contexto mayor
Para la analista Elena Basile, este no es un hecho aislado en esa región del orbe. En el texto “Las oligarquías liberales eligen el autoritarismo (con la complicidad de la intelectualidad progresista)”, considera que lo ocurrido en Seúl se inscribe en la decadencia de los Estados Unidos y en los métodos aplicados por el imperialismo yanqui, el cual militariza el dólar y “mueve sus peones en tableros de ajedrez internacionales” para frenar Estados y gobiernos ajenos a su narrativa de dominación. Rusia y Corea del Norte son de los más aborrecidos en Washington. Vista así las cosas, la jugada del pasado año en Corea del Sur se justificó con la defensa de los ciudadanos frente “al coco” de Corea del Norte, fuerte aliado de Moscú y Bejing; se estuvo a punto de “matar la democracia”. Sin embargo, Yoon calculó mal: sus conciudadanos rechazaron el papel de mansos corderos. Ni el bien armado Ejército, ni la brutal Policía lograron sus objetivos.
¿Arrepentimiento?
Al percatarse del error estratégico, por faltarle apoyo, el mandatario optó por disculparse y, a pesar de la vehemencia de su comparecencia televisiva, sobre sí pesa un proceso de destitución; a solicitud de la Oficina de Investigación de la Corrupción (OIC), el Tribunal del Distrito Oeste de Seúl emitió la de registro de las oficinas del mandatario, en el contexto de la investigación por imputaciones de insurrección y abuso de poder.
Al día de hoy sigue apartado del cargo. Mientras, este 14 de enero Yoon Suk Yeol se negó a asistir a la primera audiencia oficial del juicio político en su contra. Según Prensa Latina, el tribunal tiene 180 días para decidir si ratifica o desestima la destitución parlamentaria de Yoon, a partir del día en que recibió el caso, el 14 de diciembre de 2024. De ratificarse, Yoon será destituido permanentemente de su puesto.
Estas páginas surcoreanas comenzaron en 2024 y continuarán en 2025, al ritmo de K-pop y transmitidas a través de pantallas planas LCD. El nuevo show promete.
2 comentarios
si hay un país asiático que no comprendo muy bien, en sus interioridades politicas es Corea del Sur. Agradezco el artículo de Maria Victoria porque me introduce en el tema, quizás no con la profundidad que quisiera, pero comprendo que debo poner de mi parte para aumentar mis conocimientos sobre este país, a través de las redes. Me gustan mucho las series y películas coreanas y por ahí voy conociendo algo de esa sociedad
Se agradece esta esclarecedora visión de sucesos aparentemente lejanos pero interconectados con la realidad cotidiana de la que formamos parte. Ojalá que el curso de los acontecimientos conduzca al alivio de tensiones y desfavorecer planes guerreristas imperiales en esa región oriental que cada día adquiere mayor centralidad en la convulsa vida del planeta. Ya se verá.