Una cooperativa en medio de La Habana

Cerca de 60 hectáreas en el consejo Popular Pocito Palmares, de Marianao, están dedicadas a producciones cuyo destino son los centros sociales, mercados y ferias agropecuarias

Fotos. / Ricardo Gómez


El hombre hizo un gesto ágil, acostumbrado para él: tomó impulso y reclinó el taburete hasta colocarlo contra la pared. Sintiéndose cómodo, recordó aquellos días tormentosos cuando su hijo fue arrebatado de la muerte, gracias al desvelo de médicos de la Isla de la Juventud, primero, y luego de La Habana.

–Hasta el propio Fidel estuvo pendiente de la salud de mi niño cuando agarró aquella enfermedad de las palomas, dijo Lázaro López Hernández, de pequeña estatura, canoso, entrado en años.

Luego insistió en mostrar la casa de posturas y la de cultivos tapados, de las cuales es responsable y cuida como las niñas de sus ojos en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Cuba Socialista, ubicada en el municipio capitalino de Marianao.

–Mire el tamaño y la salud de estos pepinos. Ya en el “despunte” recogimos 156 libras en un solo cantero, de los cuatro. Ahora debemos hacer otra cosecha, acotó el veterano que lleva 22 años trabajando en la CCS y dos como jefe en este frente. Luego continuó:

–Aquí obtenemos nuestras posturas, la de los campesinos de los alrededores y también le vendemos a precios módicos a los dueños de 57 patios y parcelas del barrio, en el consejo popular Pocito Palmares, añadió López Hernández, quien es el secretario del núcleo del Partido Comunista de la organización campesina.

Más tarde explicó las bondades del uso de la casa de cultivo tapado, allí garantizan más rapidez y calidad en las producciones, si las comparan cuando la realizan en exteriores. También es más fácil aplicar el riego, abonos orgánicos y mejor el control de plagas.

–Nuestra agricultura es íntegramente ecológica, sin productos químicos. Usamos fertilizantes naturales propios, o los adquiridos es centros científicos de la capital.

Lázaro López Hernández.

Lázaro tomó de la mano uno de los pepinos y nos habló de otro ejemplar gigante, el cual conservan como trofeo de guerra, cerca de la nave donde elaboran el humus de lombriz.

Próximo al lugar Rosa María Velazco, con manos delgadas y grandes anillos manipulaba una pinza. Con el instrumento trasladaba semillas a unas bandejas en las que nacen las pequeñas plántulas.

–Además de sembrar, yo llevo los contratos y papeles de ventas, este cebollino tiene un ciclo de germinación de cinco a 10 días. Durante 20 jornadas lo cuidamos hasta llevarlos a los canteros.

La joven hablaba sin levantar la vista del trabajo y muy cerca movían las guatacas dos muchachos, como queriéndose enterar de la conversación, pero sin abrir la boca.

–Nadie puede imaginarse que aquí, en el medio de la ciudad, hay una cooperativa como esta, dijo minutos Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante una breve visita a la cooperativa, cuando recibió las mismas explicaciones de Lázaro López.

El primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, elogió el uso de materias orgánicas como fertilizantes y quiso ver la nave donde obtienen humus de lombriz, a partir de desechos de cosecha en descomposición, estiércol vacuno y equino.

Con meticulosidad sembraba las semillas Rosa María Velazco.

Cosechas con destino social

Hernando Sánchez Domínguez, el presidente de la CCS, es alto, corpulento, de ojos achinados. Al evitar de frente los rayos de sol, es casi imperceptible saber si los tiene abiertos o cerrados.

Hernando argumentó cómo en 1997 se unieron 11 campesinos y ahora son 98, a cargo de 60 hectáreas, la mitad de ellas dedicadas a los cultivos varios. Obtienen acelga, remolacha, zanahorias, lechuga, rábano, pepino, cebollino…

Hernando Sánchez Domínguez.

–Esas producciones las llevamos a nueve círculos infantiles cercanos, a cuatro escuelas, un hogar materno, cuatro hospitales y seis policlínicos, así aseguró Sánchez Domínguez, quien agregó que los planes en estos primeros meses del año los cumplen al 106 por ciento, de manera general. En el caso de la entrega de leche y carne de res a la industria, al ciento por ciento.

La ubicación de la cooperativa en la zona facilitó la creación de calles, aceras, un punto de gas, otro de teléfono público y una bodega.

Algo singular de este sitio es contar con 43 mujeres entre los socios. Gran parte de ellas están incorporadas a La Victoria, una de las primeras minindustrias locales del país, donde elaboran frutas y vegetales encurtidos, pastas y jugos en conserva.

Esos renglones tienen alta demanda en las ferias agropecuarias realizadas en los barrios los fines de semana y los expenden en mercados de la capital.

Era casi mediodía. Un hombre delgado y alto desenyugaba los bueyes, que iban y venían entre surcos toda la mañana, otros se ponían la guataca al hombro para ir a almorzar, pero siempre alguien estaba activo en la cooperativa, pese a ser la hora cuando castiga con más fuerzas los rayos del sol.

Ellos son responsables de resultados llamados a multiplicarse en un país de tierras fértiles, pero donde los alimentos son deficitarios y caros.

Miguel Díaz-Canel reconoció el aporte de la minindustria local con gran participación femenina.

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