¿Somos cómplices, directa o indirectamente, del mantenimiento de la inhumanidad cotidiana en Palestina? ¿Seguiremos sin hacer mucho más mientras una nación entera perece? ¡Dolor grande!
En un paralelismo con los escenarios de la moda, el mundo se viste de insensible y, al parecer, nadie puede quitarle tan ceñido traje. Tal vez la afirmación sea demasiado tajante, pero cuando se trata de Palestina no existe otra apreciación posible. Aunque valga aclarar pienso en aquellos que se suponen dictan las reglas, autodenominándose “el mundo”, dejando de lado a la inmensa Humanidad.

Por supuesto, dichas normas variarán según la ocasión, o cómo explicar la reciente declaración de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución de Alemania, de catalogar oficialmente al partido opositor Alternativa para Alemania (AfD) como organización “extremista de derecha” (lo son), debido a “la visión étnica” prevaleciente en sus filas, lo cual, arguyen, es incompatible con el orden básico democrático libre. Extraña, pues los germanos están evitando detenerse a pensar en la verdadera esencia de las manifestaciones pro palestinas y el sesgo nefasto de tildar a algunos coterráneos de “antisemitas”.
No es objetivo de estas líneas analizar la vida política interna de tal o más cuál nación; no nos corresponde; sin embargo, sería saludable y daría oxígeno al planeta un poco de coherencia, más allá de hablar solo del cambio climático; se precisa también abogar “alto y claro” por la vida de seres humanos; ahora mismo en riesgo de exterminio. Evitemos los dobles discursos: Israel continuará asesinando a la población de Palestina mientras tenga el respaldo, o el silencio en sí aquiescente, de las autoridades mundiales; esas, manejadoras de valores bursátiles, donde la industria militar y tecnológica de Tel Aviv “rankea” alto.
Las declaraciones de principios son útiles, ineludibles, pero en tanto nuestros pueblos reclaman paz en el Oriente Medio, en el subsuelo prosiguen los apoyos logísticos y financieros a un régimen que, a dos años de guerra, ha demostrado la poca estima incluso hacia sus propios ciudadanos, quienes salen recurrentemente a las calles y demandan el regreso de sus rehenes y la reanudación de conversaciones con la resistencia palestina.
De pensarlo asusta: una friolera de más de 50 000 civiles asesinados, niñas y niños la mitad de ese monto. A veces flaquean las energías, laceran las imágenes, colgadas en cualquier perfil de redes sociales: gente famélica, aterida, sin hogar… ¿Vamos hacia el naufragio de nuestra común humanidad? ¿Seguimos sin chistar?
La actualidad demanda unidad; desechar estudios sobre la viabilidad, cierta o errada, de los métodos de lucha empleados por determinada facción palestina. La cuestión medular es enfrentar el colonialismo sionista, en actuación antes de 1948. La victoria sobre el fascismo alemán durante la Segunda Guerra Mundial permitió la creación de un Estado con los sobrevivientes judíos del holocausto. “El mundo” aglutinado en el Consejo de Seguridad de la ONU le dejó a una futura “etapa mejor” la creación del Estado palestino. ¿Qué ha pasado? Décadas de usurpación, de colonización forzada, de irrespeto, de profanación de monumentos y cuerpos. En fin, de connivencia.
A la nación palestina le urgen apoyos sustanciales, caracterizados por sanciones concretas, unas que puedan poner contra las cuerdas a Israel. En cambio, ¿qué se hace?
El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) cifraba en el 2024 el gasto militar mundial en 2.718 billones de dólares; es decir, un incremento de 9.4 por ciento en comparación con 2023. La entidad considera que estamos ante el aumento más significativo desde el final de la Guerra Fría, con crecimientos sustanciales en el Oriente Medio y Europa. En esta última zona antes de la orden recibida de Donald Trump de una mayor contribución a la OTAN.
El principal inquilino de la Casa Blanca dio su aval a un presupuesto récord para la seguridad nacional estadounidense de 1.01 billones de dólares, monto que sobrepasa en 13 por ciento al de 2024. El propósito es cubrir las necesidades del Pentágono: poner en marcha programas fundamentales, como el proyecto de defensa antimisiles Golden Dome, modernización a gran escala del arsenal nuclear, construcción de buques de su Armada, refuerzo de la seguridad fronteriza y aumento del salario militar. Poco se habla sobre la evidente apoyatura internacional a gobiernos afines: Israel entre los primeros.
Eso es sabido, porque si existen matices de opinión con respecto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en general, el imperio yanqui es monolítico al respaldar y dejar las manos libres a la pretendida “única” democracia del Levante. De la misma forma en que en un tiempo de la historia se boicoteó a la Sudáfrica racista, va siendo hora de que, ante los asesinatos y genocidio contra palestinos y árabes, se haga igual.
El valiente Ilan Pappé, historiador y activista socialista israelí, catedrático en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Exeter (Reino Unido), en un directo artículo “El silencio de Occidente sobre Gaza”, afirma: “[…] estos últimos dieciocho meses son muy diferentes. Ignorar el genocidio en la Franja de Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania solo puede calificarse de intencionado y no de ignorancia. Tanto las acciones de los israelíes como el discurso que las acompaña son demasiado visibles para ser ignorados, a menos que políticos, académicos y periodistas decidan hacerlo.
“Este tipo de ignorancia es, ante todo, el resultado del éxito de los grupos de presión israelíes que prosperaron en el fértil terreno del complejo de culpa, el racismo y la islamofobia europeos. En el caso de EE.UU. es también el resultado de muchos años de una eficaz y despiadada maquinaria de presión a la que muy pocos en el mundo académico, los medios de comunicación y, en particular, la política, se atreven a enfrentar”. Y prosigue: “Este desequilibrio de humanidad y solidaridad es solo un ejemplo de las distorsiones que trae consigo el pánico moral. No me cabe duda de que las acciones contra estudiantes palestinos o pro palestinos en EE.UU., o contra conocidos activistas en Gran Bretaña, Alemania y Francia, así como la detención en Suiza del director de The Electronic Intifada, Ali Abunimah, son manifestaciones de este comportamiento moral distorsionado”.
Cierro con el siguiente soplo de optimismo: “[…] hay otra cara de la moneda. Afortunadamente, hay un grupo mucho más amplio de personas que no temen correr los riesgos que implica manifestar claramente su apoyo a los palestinos y que muestran esta solidaridad aun sabiendo que puede acarrear la suspensión, la deportación o la cárcel”. Es pertinente entonces lograr articular las denuncias, la valentía, la rabia, la impotencia, las acciones de protestas, y transformarlas en exigencias concretas y efectivas, a sabiendas de que en “el mundo” cabe Palestina o definitivamente luciremos el traje de la insensibilidad. La imposición del nazi-fascismo transitó similar vía porque se dijo: ¡A mí no me va a pasar!
Un comentario
Escrito, y leído, con dolor, una vez más. Se siente rabia y vergüenza ajena por la indiferencia cómplice del genocidio, de la limpieza étnica, del nuevo holocausto perpetrado ahora por la política de quienes lo sufrieron. Alivia el alma senir que hay ejemplos de solidaridad inspiradora, como la de Cuba, que nos enorgullece, y las de otros que no se cansan de luchar y exigir por que se detenga el crimen horrendo. Y nuestro Martí nos enseñoó con su prédica y su práctica que una idea justa desde el fondo de una cuena puede más.que un ejército.