Contrapunteo entre el desamparo y el abrigo

Desarraigo familiar, problemas sociales, emigración o envejecimiento demográfico, son condiciones para el incremento de las personas en situación de calle. BOHEMIA desea sumarse a la contribución colectiva sobre tan sensible tema


 “Se transformó radicalmente, cambiándose a sí misma en muchos sentidos. ¿En qué momento dejó de ser sujeto para pasar a ser un objeto tirado en la calle? Tal vez esa pregunta le rondara como preámbulo de un sueño suave en lecho de hierba y techo de cielo, pero sus quebraderos de cabeza seguro fueron más elementales: ¿comeré mañana, pasaré frío hoy? Una vecina del lugar se le acercó con susto y sin hablarle, porque le habían dicho que las personas como aquellas son agresivas.

    Apenas unos minutos de mirada sostenida para comprender que esa mujer negra estaba perdida, atrapada en las redes del desamparo. No medió palabra, solo la sonrisa de ambas y el acuerdo táctico de respetar los espacios; una en el edificio, la otra en el contén de la acera. La vecina, sin embargo, no podía hacerse cómplice pasiva del abandono, y llamó a la policía, la cual a su vez le dio otro número para reportar a “la deambulante”. La gestión parece haber sido fructífera, -quiso creer quien vivía guarecida entre paredes-, o simplemente la negra mujer, cubierta con mucho ropaje de invierno, se mudó hacia otro árbol, otro contén, otro barrio.   

   La mayoría de las veces, al ver a alguien viviendo en las calles, abrazamos la indiferencia, el voltear la mirada hacia las vitrinas en el bulevar, o cambiarnos de banco en el parque para evitar el hedor desprendido de uno aledaño, a consecuencia del dominio de un “vagabundo”, a todas luces alcoholizado. Años atrás, casos como los relatados eran muy esporádicos y solían tener un afrontamiento más efectivo y sistemático. En cambio, ahora, se arraciman en el paisaje urbano constatando una crisis multidimensional, trasluciendo una desarticulación de mecanismos efectivos de prevención.

   Bohemia, en diálogo con Enrique Alemán Gutiérrez, Doctor en Ciencias Antropológicas, director del proyecto Quisicuaba y de Vida Asistida, conoció que “la causa número uno del habitante de calle en Cuba es la pérdida de la dinámica familiar. La familia es una estructura que tiene un funcionamiento propio, la cual hay que acompañar, respetar. Entonces la aspiración máxima de Quisicuaba consiste en que estos puedan insertarse; proveerles una familia de hecho”, siendo esta una experiencia de digna imitación a la cual volveremos. Con métodos y recursos diferentes se creó, en 2015, el Centro para la Atención a Personas Deambulantes de La Habana. Mas el propio nombre de la institución es una distorsión pues “deambulante” alude a una condición psiquiátrica propiamente dicha. En el panorama socioeconómica actual de la Isla confluyen causas-efectos variados: problemas con la vivienda, violencia familiar, de género, emigración, migración interna, alcoholismo, droga….

   El respeto a la voluntad personal constituye uno de los pilares de sustento de todas las iniciativas nacionales de cuidado a quienes un día “sintieron el techo se les venía encima”; “sufrir golpes del novio muy machote, avergonzado de amar a un “transgénero”; o “escuchar eres demasiado vieja, aquí sobras” … El hecho de la reincidencia; de volver al contén de la acera, o a los portales de una terminal de ómnibus, habla a las claras de un trabajo poco profundo, sin ahondar demasiado en el origen, propiciando esa “vuelta al libre albedrío”. Prender las cosas con alfileres solo complicará la existencia de quienes a todas luces pasaron de personas “normales” a “vulnerables”.

Trabajar integradamente

   Fuentes periodísticas consultadas dan cuenta sobre lo siguiente: el procedimiento llevado a cabo, por ejemplo, en el Centro para la Atención a Personas Deambulantes de La Habana es siempre “el mismo para cada recién llegado: una primera inspección de salud, bañarlos, darles ropa limpia, alimentación y un sitio para dormir. Luego las trabajadoras sociales comienzan un proceso de acercamiento que muchas veces no es sencillo, pero donde realmente salen a la luz las historias más desgarradoras”.    

    “Desde 2023 ha habido un incremento gradual de la plantilla de trabajadores sociales: de unos 7 327 en el segundo semestre del pasado año, a unos 17 000 en 2024. A pesar de ello, hay más de 3 000 circunscripciones sin trabajadores sociales”. Justo aquí nos detenemos; la perspectiva pudiera variar teniendo en consideración que para el curso 2024-2025 fue aprobada la licenciatura en Trabajo Social. No obstante, esta fortaleza potencial, de no articularse adecuadamente, con todos y cada uno de los participantes en esta vasta cadena de la nación, (incluyendo a la Federación de Mujeres Cubanas y a los Comités de Defensa de la Revolucióm), para -de verdad- no dejar a nadie desprotegido, habrá significado un desperdicio en dineros y esfuerzos académicos, implicados en su formación. El terreno dicta las pautas dialécticas de tratamiento, donde quedarse en la epidermis agrava, a la larga, la vida de los atendidos en un centro de acogida, al comprobar cómo seguirán sin resolverse el fondo de su situación, retornando a las calles en un círculo vicioso.

   En reiteradas ocasiones las máximas autoridades del país han llamado a actuar con sensibilidad e integralidad. Se trata de trascender la frialdad de las estadísticas; son seres humanos con historias pasadas, presentes, ¿futuras?

A propósito de la licenciatura de Trabajo Social, Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de Trabajo y Seguridad Social, ha insistido en “la profesionalización de esta actividad y para que estas personas ejerzan adecuadamente las acciones de prevención, claves en la seguridad social”.

   Ese tipo de labor en un Consejo Popular debe ser punzante, como la realidad misma, sin los colores del maquillaje, convenientes a una fiesta. Es vox populi: impera una deficiente evaluación del efecto de las acciones desarrolladas a través de los indicadores aprobados, con un enfoque concentrado en atender “la cosa” una vez estalla debido a insuficientes estrategias transformativas. El socialismo cubano, construido a contracorriente de un bloqueo estadounidense despiadado, cuenta con un robusto entramado institucional; tal vez sea necesario adecuar algunos lazos comunicantes respecto al tema en cuestión.

Revolucionar conceptos y estrategias

   Al sumergirnos de nuevo en las fuentes periodísticas, Cubadebate por más señas, nos acercamos al criterio del sociólogo Luis Emilio Aybar Toledo, director del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello: “En la medida en que la crisis económica en Cuba se profundiza y las capacidades del Estado para garantizar con calidad y con todas las prestaciones esos derechos disminuyen, esos derechos también se deterioran (…) el impacto de esa crisis, por tanto, inevitablemente se expresa en las calles, se expresa en el crecimiento de esos grupos que están en una situación más vulnerable (…) son procesos que no se le pueden adjudicar solo al individuo, como si ese individuo actuara alejado de una sociedad, distante de una sociedad con sus estructuras y con sus condicionamientos”, insiste.

   Por su parte, Mareelén Díaz Tenorio, investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, en su escrito Familias en Cuba: Cambios y recomendaciones a la Política social, subraya: “Pensar en la familia como una estructura organizativa moldeable o inerte, conservadora o retrógrada, implica ignorar sus potencialidades y los efectos de su accionar en la sociedad con consecuencias en el plano individual, grupal y social. Se puede ser indiferente o no a esta realidad, pero ello no impedirá que las familias “construyan”, no solo su realidad objetiva y subjetiva, sino también las de la sociedad en su conjunto. Es imprescindible que la familia sea vista como refugio y muro de contención de dificultades, pero también en su rol de “constructora” de la sociedad del futuro, y para ello no puede estar aislada del entramado social”.

  A partir de las dos miradas anteriores, habría que plantearse así, una más adecuada definición de la categoría vulnerable, y de borrar el término “deambulante” como definición común en el accionar institucional y comunitario a las personas en situación de calle: Ver el fenómeno desde la amplia dimensión sociológica, de la psicología social y de la política, permitirá una comprensión más cabal de las medidas antes que poner un “parche”.  

    En momentos de redactarse el presente texto, muchas de las personas en situación de calle parecen haber sido trasladadas al Centro de acogida de La Habana, lo cual es excelente, pero una pregunta se impone: ¿Remediará esta acción particular los problemas de base? Ojalá puedan irse resolviendo cada situación individual, en comunión de estrategias entre el trabajador social, el ministerio de Salud Pública, la Fiscalía General de la República o la Policía Nacional Revolucionaria. En la propia voz de Marta Elena Feitó Cabrera, los trabajadores sociales “son los principales responsables según la ley de su seguimiento. El trabajador social es clave en esta atención, porque los grupos de prevención social están en las comunidades. Hoy contamos con grupos de prevención en cada Consejo Popular, lo que nos facilita la personalización de la atención.” Algún resorte, no obstante, sigue sin engranarse correctamente.

   Este tema tiene raíces profundas, y si un trabajador social únicamente se atiene a “cuidar”, no de transformar y, encima, la comunidad y las instituciones lo dejan solo, carente de respaldos y recursos, obtendrá un escaso resultado. La sociedad cubana, sumamente dinámica, cuenta con nuevos actores económicos a los que involucrar, pero nunca como obra caritativa, más bien desde la responsabilidad colectiva. La empresa estatal también debe desempeñar su papel en el entorno circundante. Asimismo, la validación de la recaudación del uno por ciento como contribución al presupuesto municipal debería pasar la prueba de la atención a los asuntos específicos de sectores demográficos y sociales determinados, dígase ancianos, niños, madres solteras, núcleos familiares disfuncionales.  

   Los instrumentos jurídicos existen, erigidos en el principio de la Revolución cubana de que “nadie quedará desamparado”; el Código de las Familias nació y creció como expresión de esa voluntad, atemperada a una Cuba cambiante. Entonces, una condición crucial para el reino de la dignidad debe pasar por conocerse los tipos de familias, desechando el trabajo epidérmico. ¿Dificultoso? Lo es, esencialmente por ese supremo y noble concepto de justicia social cubana que se erige en el fundamento martiano de entrega a la causa más bella; hacer causa común con los “pobres de la Tierra”.

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3 comentarios

  1. Soy optimusta por naturaleza y suelen decirme que lo veo todo en azul, pero el tema, incusionado aquí con el debido rigor y sensibilidad, me entristece. Sin embargo es menester, obligación, conocer e intentar ir al fondo de las causas .de estas dolorosas realudades, para nada ajenas a las multicrisis que envuelven nuestra cotidianudad economica y social, bajo feroz asedio y ataque implacables, que tampoco pueden excusar, sino acrecentar el cumplimiento eficaz de nuestras insoslayables cresponsabilidades. Es ineludible el diagnóstico de certeza sobre el problema, y también, como nos reitera nuestro presidente, empeñarnos en arrancarle un pedazo cada día, a pesar de todo. Me queda ese mensaje de este trabajo, que agradezco.

  2. por cada deambulante en Cuba hay cientos de miles de cubanos que sufren con esta terrible e indigna situación. Las generaciones de las.primera décadas del siglo XX no pueden olvidar los limosneros que formaban el triste paisaje de las.ciudades que le estrujaban el corazón al más fuerte de los ciudadanos. Las causas de tal abandono eran las.mismas que en los actuales.tiempos con la única y trascendental diferencia que desde el triunfo de la Revolución nos impusimos la colosal tarea de.construir una nueva sociedad por los humildes, con los humildes y para los humildes. Por muchos años barrimos con esas dolorosas y denigrantes escenas que con el tiempo vuelven a aparecer en detrimento del prestigio de nuestro proyecto social. No podemos retornar.a aquellos tiempos en que en los hospitales siquíatricos los pacientes eran lanzados hacia asquerosos çuartuchos como si fueran objetos. Después de más.de 60 años de revolución este problema de la eufemistica palabra de deambulantes debería haberse erradicado desde hace mucho tiempo.
    Magnífico reporte que nos sirve de alarma para volver sobre nuestros pasos y limpiar esta dolorosa costra que empaña nuestra sociedad

  3. Innegablemente una realidad que nos golpea y sobre todos a quienes aprendimos a querer al prójimo como propio. Éste artículo sitúa elementos claves en su visualización.Gracias María Victoria!!!

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