Cuando al asno le pusieron rabo

Gerardo Machado, la “bestia con garras” que tiranizaba Cuba, le había prometido a la oligarquía yanqui que una huelga no le duraba más de 15 minutos pero Rubén Martínez Villena y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) paralizaron el país por más de 24 horas

Por. / PEDRO ANTONIO GARCÍA*


Rubén Martínez Villena en el Centro Obrero mientras dirigía la huelga de marzo de 1930. / Autor no identificado

Para las elecciones generales de 1925, el general Gerardo Machado aspiraba a la postulación para presidente de la República por el Partido Liberal, pero tenía frente a sí a un oponente poderoso: el coronel Carlos Mendieta, entonces de gran popularidad. Clemente Vázquez Bello, gran amigo de don Gerardo, logró agenciase el apoyo monetario de poderosos magnates; entre ellos, la familia Falla Gutiérrez; con ese aporte económico pudo “convencer” a importantes jerarcas del liberalismo, que le habían prometido apoyo a Mendieta, a pasarse de bando. La liza electoral, contra el también general Mario García Menocal le fue igualmente favorable a Machado, por lo que el 20 de mayo de 1925 era proclamado primer magistrado.

Algunos textos afirman que hubo dos períodos en el machadato, uno bueno (el primer cuatrienio), en el que, gracias a la reforma arancelaria promulgada por el gobierno, tomaron cierto auge las industrias del calzado, la cerveza y la leche, en las que el general presidente y sus compinches habían invertido personalmente; y otro despótico, tras la crisis económica de 1929, caracterizado por la represión y los crímenes.

El paro fue general en todo el país. / trabajadores.cu

Eso no fue realmente así. A pocas semanas de entronizarse como presidente, Machado ordenó el asesinato del periodista de ideas conservadoras Armando André, quien había osado mofarse de él en su publicación. Luego haría lo mismo con el líder sindical Enrique Varona, que fue ultimado delante de su familia. La lista se fue ampliando con el tiempo y, entre otros, se sumaron a ella como víctimas el bracero Tomas Grant, el líder obrero Alfredo López, los militantes comunistas Claudio Bruzón y Noske Yalob y el estudiante Julio Antonio Mella.

Por ello, causó grandes expectativas la convocatoria lanzada por la CNOC para el 20 de marzo de 1930. Si bien en un principio respondía a un llamado de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA) para celebrar una jornada continental en favor de los desocupados y de la jornada laboral de ocho horas, los obreros cubanos la fueron transformando en una protesta contra la política antinacional de la tiranía machadista y su constante violación de las libertades democráticas.

Lideraba en la práctica la organización proletaria Rubén Martínez Villena, que hasta hacía pocos años atrás publicaba en la prensa habanera sus bellos poemas y excelentes sonetos patrióticos. Pronto se revelaría como organizador de paros obreros y movilizador de las masas populares.

A Rubén le esperaba tres años después otra tarea titánica: transformar una huelga espontánea de trabajadores en la huelga política que derrocó a Machado. / Dibujo: Autor no identificado

Desde varios días, tropas del Ejército fueron desplazadas por la ciudad. El cuartel de Dragones fue reforzado con 300 efectivos y varias piezas de artillería. Un grupo numeroso de policías y soldados armados vigilaba el el local del Centro Obrero, preparados como para un combate. Mas, no pudieron impedir la presencia del joven Rubén, quien se dirigió a la multitud de trabajadores concentrada en ese lugar.

Con gesto enérgico Villena interrumpió los aplausos de la muchedumbre: “Decían que no habría huelga y hay huelga. Decían que yo no hablaría y estoy hablando”. Y tras impartir instrucciones, concluyó: “Compañeros, son las 12 de la noche, la huelga ha comenzado”. Más de 200 000 obreros y empleados participaron en el paro nacional durante más de 36 horas. En La Habana y Manzanillo se paralizó totalmente la producción, el comercio y el transporte urbano. El aparato represivo del machadato se vio impotente ante la gran movilización de las masas. El tirano no pudo cumplir su promesa.

Tras la huelga del 20 de marzo de 1930, el régimen machadista desató contra Villena una implacable persecución. Ante el visible deterioro de su salud el Partido lo envía a la Unión Soviética con el objetivo de curarse de su mal pulmonar.

Muchos historiadores consideran a esta huelga el preámbulo de aquella que derrocó al tirano tres años después. Para el movimiento obrero significó una valiosa experiencia en futuras lides proletarias.

*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.

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Fuentes consultadas

Las biografías Rubén Martínez Villena, de Ana Núñez Machín, y El fuego en la semilla del surco, de Raúl Roa.

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