Cuando la familia se va (Parte I)

La migración hoy es un tema recurrente entre los cubanos. Lo cuenta cada familia a su manera y lo confirman las estadísticas. Pero, ¿cómo impacta en el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes? ¿Cómo debe actuar quien se queda a su cuidado?


Cada día Leydi Cabrera ve más cerca la materialización de su conflicto interno. La idea de enfrentarlo la atormenta. Decidir por una vida en Cuba junto a su esposo le va costando noches de insomnio. No solo teme por su propia alegría cuando sus padres, su hermano y sus sobrinos emigren hacia otro país; tampoco sabe cómo le explicará a su hijo de seis años que todos se van y que las fiestas de cumpleaños serán un poco diferentes, tan solo con la familia de su papá. “¿Cómo le explico eso a mi niño?”, pregunta la muchacha de 28 años a través del chat que hemos habilitado en esta sección para que los lectores escriban a nuestros especialistas.

“Se le explica como es. A los niños todas las cosas se les explican con la realidad, ajustándolo a su capacidad de comprensión. Si toda la familia materna decidió irse del país, esa es la realidad —explica la Doctora en Ciencias Psicológicas Roxanne Castellanos Cabrera, quien accedió nuevamente a colaborar con Aprendiendo a vivir, nuestra sección—. Lo que toca es responderle todas las preguntas con la mayor claridad y sinceridad posibles.

“Se deben evitar las respuestas que generen ansiedad y preocupación, por supuesto. Las respuestas deben ser alentadoras: ‘Vamos a estar en comunicación con ellos’, ‘Vamos a hablar por videollamada’, ‘Nosotros la vamos a pasar bien’…

“Tampoco se recomienda prometerle que van a poder reencontrarse antes de que sean muy claras las evidencias de poder hacerlo, porque generaría mayor ansiedad y preocupaciones. De hecho, eso es fuente de desmotivación en los niños que están estudiando. Pierden interés por la escuela porque la idea de que van a empezar la vida en otro lugar les hace pensar que para qué seguir esforzándose aquí. Es muy frecuente que ocurra y, lamentablemente, sucede mucho tiempo antes de la reunificación. A la persona que se quedó con el niño se le hace muy difícil que este cumpla con sus deberes escolares”.

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Muchos han sido los comentarios y preguntas relacionados con el tema de la migración que nos han llegado, sobre todo vinculados con el impacto que este fenómeno puede tener en las niñas, niños y adolescentes en sus diferentes contextos.

Una de las situaciones comunes en los últimos tiempos son los abuelos a cargo de los nietos porque sus padres han decidido “probar suerte” fuera del país para luego buscar la reunificación. Elizabeth García, habanera de 50 años, afronta hoy ese reto. Varias son sus preocupaciones, pero sobre todo quisiera saber cómo puede hacerle la vida más feliz a su nieta de siete años y ayudarla a llenar “el vacío le dejó el viaje de sus padres, hace ya casi diez meses”.

Castellanos Cabrera, quien posee una experiencia de trabajo como psicóloga clínica infantil de más de 23 años, asegura a Elizabeth que “lo que está en sus manos es tratar de educar bien y con afecto a la niña. El trato con lástima y no cumplir bien con las funciones educativas nunca es la fórmula porque, además del vacío emocional, tendrá dificultades en su formación asociadas a ello”.

La psicóloga, quien es la coordinadora general del proyecto Crianza Respetuosa, indica:

“La vía no es dejarla hacer y no ponerle firmeza en su educación como corresponde con todo niño. Debe tratar de conectar mucho con la niña para tratar de cubrir sus necesidades afectivas y las carencias de la persona que no está. Sobre todo, debe asegurarse de que tenga vínculo con esa persona.

“No puedo decirle que podrá ahorrarle el malestar y resolverle la ausencia de la otra persona. Quienes están cuidando deben saber que no pueden reparar el daño provocado por la pérdida porque no es reparable. El niño debe mejorarse, hacer su duelo, y el cómo interprete la vida después, tampoco se le puede impedir”.

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Según un informe ofrecido en días recientes por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), hasta el 31 de diciembre del 2023 permanecían fuera del territorio nacional 1 millón 249 mil 733 personas, y de ellas alrededor del 75 por ciento debía ser descontado de la población por no tener residencia efectiva en el país en el periodo entre 2021-2023. Estos datos, en materia demográfica tienen disímiles lecturas y un notable impacto en la vida socioeconómica de la nación.

Para la familia cubana, y el desarrollo de niñas, niños y adolescentes que sus familiares hayan decidido vivir en otras naciones, lejos de ellos, influye de forma significativa tanto en su presente como en su futuro. Por eso, además de las situaciones planteadas por Leydi y Elizabeth, conversamos con la especialista sobre otras aristas que pueden ser de preocupación para los familiares que se encuentran a su cuidado.

¿Qué recursos psicológicos pueden ayudar a los niños que enfrentan la migración de seres queridos?

Lo más importante es mantener, en todo lo posible, la comunicación con el cuidador que está lejos, y que la persona que asume las funciones de ese cuidador principal o de esa persona que es importante para el niño, la niña o el adolescente, logre suplir los espacios, las necesidades que cubría el ausente.

Tiene que ver también el manejo con la edad: mientras más pequeños son los niños, más necesitan que todas sus rutinas, sus necesidades psicológicas sean bien cubiertas, que no haya vacíos, o sea, que algo que les generaba bienestar, que les ayudaba a vivir el día a día, no les falte. Si les falta, puede existir afectación del bienestar psicológico.

Decidir con quién se quedan los niños no es algo simple, ni debe tomarse por la conveniencia de los adultos o porque se trata de la persona que más está dispuesta a ofrecer la ayuda o el favor. Para tomar esa decisión se debe evaluar si la persona será capaz de cubrir las necesidades del niño desde el punto de vista no solo material, sino, esencialmente, desde lo psicológico. Tanto, que le toca acompañar el duelo; y es súper importante que esa persona pueda conectar con el niño y lo ayude a recuperarse. También es fundamental la accesibilidad permanente de la comunicación con el que se fue.

Mientras más grande es el niño, esto cobra mayor valor porque las vicisitudes que puedan ocurrir durante el proceso de estar al cuidado de otras personas y la adaptación a las nuevas circunstancias de vida pueden ser atenuadas con la comunicación con la persona que no está.

No podemos decir que hay recursos para curarnos de esto. El duelo hay que vivirlo, al igual que la adaptación. Si el niño experimenta ansiedad o determinados desajustes se deben acompañar todos esos procesos y brindarles paliativos a los estados de ansiedad, pero esos no resuelven el proceso de duelo y de adaptación.

¿Qué síntomas o características podrían indicarle al familiar que el niño no se siente bien, o está experimentando tristeza, ansiedad…?

Las maneras en las que un niño, niña o adolescente expresa el malestar ocasionado por la ausencia de un familiar querido son diversas. Lo importante es saber que toda conducta o manifestación nueva son formas de expresar el malestar que está experimentando. Puede haber cualquier tipo de desajuste de conducta, afectación de las rutinas de vida, pesadillas, comerse las uñas, estar lloroso, no desear jugar ni ir a la escuela, no querer separarse del familiar que lo está cuidando, tener preocupaciones con desapegarse de esa persona porque piensa: “Si se me fue uno importante, por qué no se me van a ir otros”. Esto se ve sobre todo en los niños de temprana edad. También se muestran irritables, agresivos.

Hay algunos niños y adolescentes que preguntan, que expresan su malestar, sus sentimientos, incluso su rabia. Lo dicen expresamente. Es importante saber que estas manifestaciones son normales, porque es parte de una pérdida. Aunque se vaya a resolver la situación en el futuro, en el momento en que esa persona deja de formar parte de la vida por un tiempo prolongado, eso hay que elaborarlo, porque la vida cambia para niños, niñas y adolescentes.

Es fundamental saber que ellos siempre necesitan de sus cuidadores principales a su lado. Ojalá las decisiones que se tomaran no tuviesen que implicar estas separaciones o que se hicieran con la mira puesta en ocasionar el menor daño posible.

¿La comunicación vía Internet siempre es un remedio contra la tristeza o a veces afecta más?

Un niño con buen desarrollo, de tres años en adelante, ya pudiera entender qué es una comunicación por videollamada y que la persona está lejos, pero lo está viendo a través del teléfono. A partir de esa edad, es el recurso más aconsejable porque constituye la manera en que esa persona sigue estando presente. Sobre todo para los niños pequeños, las personas son importantes en la medida en que están en su vida.

Si no pueden estar en el día a día —lo cual tendría un impacto en la calidad del vínculo—, esa presencia se va desdibujando un poco. Por tanto, lo más importante es que esté accesible al menos a través del teléfono, y que esa interacción sea lo más cercana a la manera de comunicarse cuando estaban juntos; o sea, que jueguen, que canten… para que el niño experimente estar con esa persona realmente y que se mantenga la conexión. No se trata solo de preguntarle “cómo estás”, “cómo te estás portando”, “pórtate bien”: eso al niño no le dice absolutamente nada. Ese sería un tratamiento adulto-céntrico.

De cinco años en adelante, igualmente se recomienda el teléfono, la videollamada, aunque ya en esta etapa él puede sostener mejor la conversación a través de la llamada de voz; y si puede ser varias veces al día, en función de lo que admita. Nunca se les debe obligar a hablar porque en general ellos son más de la experiencia real que están viviendo que de una llamada; por tanto, pueden saludar rápido por un cumplido e irse a jugar. Eso no significa nada. Muchas personas se sienten mal y dramatizan un poco la situación: los niños son así, ellos son más prácticos.

Si hablamos de un adolescente, es muy probable que, si tenía una buena comunicación con el familiar, le hagan falta las conversaciones frecuentes, el WhatsApp, la videollamada, los mensajes de voz…, todo lo que pueda hacer para mantener la comunicación.

¿Qué daño o impacto negativo puede tener esta vivencia para el futuro adulto? ¿Es posible minimizarlo?

El daño depende del manejo y de la connotación de la separación. Por ejemplo, el manejo puede ser excelente, pero si la separación es muy prolongada, de todas maneras el niño o el adolescente va a ir creciendo con esa ausencia, que por más que se pueda suplir a través de la comunicación digital, esa persona no va a estar en su día a día.

Y el manejo tiene que ver con lo que ya habíamos hablado con respecto a la calidad del vínculo que logre establecer la persona al cuidado del niño y su capacidad de poder cubrir todas sus necesidades como lo hacía el familiar ausente; la accesibilidad a la otra persona, de manera que el niño pueda asimilar que esa persona no lo ha abandonado.

Lamentablemente, ellos experimentan una suerte de abandono cuando sus cuidadores principales se van por tiempos prolongados. Para paliar ese sentimiento es muy necesario que la otra persona esté accesible. Insisto en que tienen que ser las dos cosas porque puede ser que la persona que se quede conecte y cuide muy bien al niño, pero la sensación puede ser de “qué bien me cuidó mi abuela, mi tía…, pero mi mamá me dejó, mi papá me dejó”. Eso no se quita, no se cura. Y sí hace daño a futuro.

Y el tercer elemento fundamental es la cantidad de tiempo que pase antes de que se pueda restablecer la unificación familiar.

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Aunque la migración es un tema recurrente hoy en la sociedad cubana y es un asunto que enfrentan miles de familias, cada situación tiene sus matices, según los disímiles contextos. Siempre se recomienda, ante signos que generen mucha preocupación, acudir a una consulta con los especialistas de su territorio y recibir la ayuda u orientación particular que cada caso amerita.

Sobre el tema deberemos seguir dialogando, pues son muchos los comentarios que nos llegan, no solo desde el punto de vista de las infancias, sino también desde las experiencias y las visiones de los adultos mayores.

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3 comentarios

  1. Hay adolescentes que, de momento, se sienten como colgados en el aire ante la partida de amigos, primos y vecinos. Esa soledad impacta también aunque no se trate de la ausencia de los padres u otros familiares cercanos. Cambian sus rutinas de esparcimiento y duele para ellos y los adultos que los rodean…

    1. Así es. En la actualidad se está dando con frecuencia ese tipo de duelo en adolescentes y en niños también. Es una suerte de desintegración de sus redes sociales, porque no se trata de un solo amigo, sino de varios, a veces todos los amigos significativos. Y se vive como un duelo más, con todo lo que lleva.

  2. Este tema para mí es muy fuerte, viví 12 años lejos de mis hijos, ellos migraron, yo en Cuba y luego me tocó a mí dejar atrás mi país, parte de la familia, mis costumbres, ha sido muy duro el cambio y la adaptación, pero estoy con mis hijos y mis nietos, por lo que vale la pena.

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