Cuba cayó ante los Diablos Rojos de México, con pizarra de 6-1, en la final de la Champions League de Béisbol
Dicen que no hay nada más difícil en el béisbol que batear. Por el contrario, en el Estadio Alfredo Harp Helú, de la Ciudad de México, a 2 240 metros sobre el nivel del mar, pareció fácil. La pelota voló lejos en esta urbe. Una pesadilla infernal para los lanzadores. No solo cubanos. Allí los Leñadores también se regaron con el madero.
Los Diablos mostraron sus Rojos cuernos desde el primer día, y también en la final, aunque al menos pudimos disfrutar en esta instancia de un juego de béisbol sin marcadores estilo balonmano.
Los también conocidos como Escarlatas eran favoritos pre competencia, así que nada que reprochar a los nuestros. Dieron guerra. Es lógico, queríamos que ganaran, pero hay que reconocer el mayor nivel de los oponentes.
Con un legendario exjugador de Grandes Ligas en la nómina como el dominicano Robinson Canó, de 5-4 esta tarde, incluido un jonrón; el certero control de un staff de pitcheo programado al detalle desde el bullpen, que solo permitió cinco imparables, una carrera y ponchó a 12 de la tanda tunera; más un historial de 17 títulos ligueros en el torneo local; era difícil pensar en un resultado adverso para los Diablos.
Fue incluso polémico en su momento haber armado un equipo con lo mejorcito que tenemos —12 refuerzos, la mitad del plantel— y dejar fuera a figuras de la plantilla tunera que aportaron al título de la Serie Nacional 63 y merecían el viaje de estímulo. Pero definitivamente era necesario fortalecer todo lo posible. Especialmente el cuerpo de lanzadores.
En definitiva, la única anotación de los nuestros en la final la terminó empujando el santiaguero Yoelkis Guibert con sencillo en el quinto episodio, ante los envíos del relevista Conner Scott Menez, a la postre ganador del choque.
La derrota fue a la cuenta del abridor Andy Vargas. En 4.1 inning de labor el diestro capitalino permitió seis indiscutibles, entre ellos dos cuadrangulares —el mencionado de Canó y otro de José Rondón— ponchó a cinco, regaló tres boletos y cuatro limpias fueron a su cuenta.
Hay que tener claro que la Liga Mexicana de Béisbol, que arrancará dentro de una semana su torneo de verano —este evento les valió de preparación— es muy superior a la nuestra. Más de 80 peloteros que pasaron por Grandes Ligas estuvieron el curso pasado allí. Cifra que va en ascenso.Repetiré entonces, una vez más, que podríamos acercarnos a ese nivel hoy si nos hubiéramos desarrollado profesionalmente, sin tenerle miedo a la palabra. Talento tenemos, nos falta oficio y motivación.
Se nos ha hecho un poco tarde. Otras disciplinas, curiosamente, van sacando distancia, a pesar de ser la pelota el pasatiempo nacional, declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Los fracasos nos han ido llevando lentamente a modificar algunas cosas. Confío en que llegarán más cambios para el deporte de las bolas y los strikes.