Giro total

Del sótano a donde descendió, la empresa La Cuba sale a flote y vuelve a hacer valer su poderosa pegada productiva

Fotos. / PASTOR BATISTA VALDÉS


Que una empresa tenga en mayo apenas 300 hectáreas de plátano en producción y un año después el área plantada de ese cultivo ascienda a 2 378 hectáreas, puede parecer o “un globo a ras de informe” o ciencia ficción.

El tomate se dio muy bueno este año en La Cuba.

Ni lo uno ni lo otro. Es el muy real caso de La Cuba, empresa agropecuaria asentada en magníficas tierras del municipio de Baraguá, provincia de Ciego de Ávila.

Las razones de ese giro total se pueden sintetizar en menos de lo que un hombre se acordona bien la bota.

Un grupo de dificultades; entre ellas figuraba el bajo ingreso salarial de quienes sudaban a pie de surco, fueron no solo deprimiendo la producción sino también la existencia de lo fundamental en todo proceso: el factor humano, la fuerza laboral.

De tal modo, cientos de hombres y mujeres migraron, sobre todo hacia el sector privado, en busca de mejor remuneración.

Tenían, sin embargo, que salvar a La Cuba, por Ciego de Ávila y… ¡Por Cuba!

Tal había sido durante años, el esplendor y el alcance productivo de la empresa hacía que sus insuperables bananos llegaran a prácticamente todas las instalaciones de turismo diseminadas por el archipiélago, además de responder a demandas del consumo social en todas sus vertientes.

Vale recordar, no solo plátanos parían en los fértiles suelos de la zona. Una verdadera diversificación demostraba cuánto puede dar la tierra cuando se trabaja bien.

Recientemente, en declaraciones para nuestra revista, Ariel Nieves concepción, director general de la empresa, subrayaba: “Lo más importante, para rescatar los niveles productivos de La Cuba, ha sido el gradual regreso de trabajadores. Más de 900 han vuelto al lugar de donde nunca debieron partir”.

Ese retorno no es casual. Se sustenta en varios factores. La preocupación y ocupación por mejorar el estado de la vivienda en los casos más necesitados es uno de ellos.

Pero influyen positivamente también la creación de condiciones más propicias para la alimentación (hoy cuesta 18 pesos el almuerzo, antes 70), el espacio abierto semanalmente al diálogo para escuchar, sugerir, impulsar de conjunto, o la mayor disposición del transporte en función de urgencias.

Como siempre, la empresa destina áreas al cultivo de la papa.

Por ello, en estos momentos puede hablarse de una treintena de colectivos laborales, en los que se aprecia mayor sentido de pertenencia y defensa de su patrimonio frente a formas de delito o desvío de producciones, proporcionando el consiguiente ascenso en volúmenes productivos.

Determinante resulta el comportamiento, ahora, del salario. Si bien los ingresos oscilan entre los 20 mil y 30 mil pesos al mes, hay quienes pueden percibir mucho más –con el correspondiente respaldo productivo, desde luego- como sucede en el colectivo de la máquina de riego ubicada en Higinio, poblado de Lango.

Por esta fecha del pasado año, las ventas de la empresa consignaban 162 millones de pesos. Hoy rondan los 390.

Nada de ello cae del cielo, por amor al arte o a la ley de la gravedad. Implica mucho empeño, motivación, control, exigencia y otros instrumentos o resortes. Por lo visto, la nueva dirección de la empresa los ha sabido manejar bien en los 13 meses transcurridos desde que a Ariel le dieron la misión de irse a La Cuba “a lograr el milagro” de ponerla en pie otra vez y ubicarla en punta.

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