La primera gran conjura contra la Revolución

En el cumpleaños 33 de Fidel, un juego operativo muy bien diseñado neutralizó una formidable conspiración estadounidense-trujillista-batistiana que pretendía restaurar el poder oligárquico en Cuba

Por. / Pedro Antonio García*


Hay muchas formas de festejar un cumpleaños propio. La que Fidel escogió en 1959 hay que admitir que fue bastante original. En vez de quedarse en la capital y recibir las felicitaciones, se hallaba totalmente clandestino en la ciudad de Trinidad. Pero no lo hacía para burlar ley alguna, sino con el objetivo de neutralizar una formidable conspiración fraguada por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, el sátrapa dominicano Rafael Leónidas Trujillo y elementos batistianos y desafectos a la Revolución.

Detención efectuada el 7 de agosto en La Habana a un grupo de conspiradores. / Autor no identificado

Como un director cinematográfico, desde la víspera vistió de campesinos a un grupo numeroso de soldados rebeldes. Con dos oficiales suyos, Filiberto Olivera, de la Sierra Maestra, y Lázaro Artola, del Escambray, concertó el guion que iban a interpretar. El escenario seleccionado fue el pequeño aeropuerto trinitario. Desde una caseta muy bien camuflada, acompañado por Celia Sánchez, y los comandantes Camilo Cienfuegos, Juan Almeida y Juan Abrantes, observaba el desarrollo de lo que los especialistas en el arte de la inteligencia llaman “juego operativo”, un engaño que se le hace al enemigo para derrotarlo.

En la tarde del 12 de agosto el sacerdote Ricardo Velazco Ordóñez, enviado especial del tirano Trujillo, aterrizó en un C47 procedente de su país. Lo recibió en la pista Olivera, quien le dijo: “Tengo tomada la carretera de Guao hasta Trinidad y por la de Trinidad a Sancti Spíritus llego a Banao para poder dividir la República en dos y avanzar sobre Santa Clara y La Habana”. Ante la petición de ayuda en asesores y armas del supuesto militar sublevado, el cura sonrió complacido: “Bueno, me voy para Santo Domingo, después te daré respuesta”.

Por lo pronto, le entregó a Olivera un alijo de armas y pertrechos, entre los que se incluían 10 bazucas, 3 000 pistolas y abundante parque. Antes de partir, repartió entre los presentes rosarios y medallas. La tropa, cumpliendo las instrucciones de Fidel, comenzó a aplaudir y dar vivas a Trujillo. De esta forma todo quedaba listo para que, al siguiente día, se escribiera el capítulo final de la primera gran conjura contrarrevolucionaria contra la Revolución Cubana.

Se inicia la conspiración

De acuerdo con documentos localizados por los historiadores Andrés Zaldívar y Pedro Etcheverry, en la embajada de Estados Unidos en Cuba se elaboró el 14 de abril de 1959 un plan para impedir la radicalización del proceso revolucionario en Cuba, con el fortalecimiento de los elementos anticomunistas en el gobierno, fuerzas armadas, sindicatos, la prensa, la iglesia y los estudiantes. Según estos investigadores dos figuras fueron objeto de atención de la Estación CIA de La Habana: el jefe militar de Camagüey, comandante Huber Matos, y el comandante rebelde de origen estadounidense Willian Alexander Morgan.

Fidel supervisa el juego operativo desde la caseta camuflada. A su lado, el comandante Juan Abrantes. / Autor no identificado

Fuentes allegadas a la Contrainteligencia (CI) cubana aseguran que desde febrero de 1958 Morgan trabajaba activamente para la CIA, la cual lo utilizó con el propósito de convertir al Segundo Frente Nacional Escambray (SFNE), grupo insurreccional que operaba en la región central de Cuba, en una alternativa militar a Fidel y el Ejército Rebelde. Con ese fin se le había fabricado una historia de vida donde se entremezclaban hechos reales (su participación con el ejército estadounidense en la II Guerra Mundial) con otros probablemente apócrifos (el amigo suyo asesinado por la policía batistiana en 1957).

Zaldívar y Etcheverry aseveran que en dos viajes realizados a Miami en abril y mayo de 1959, este personaje coordinó planes con el cónsul dominicano, coronel Augusto Ferrando, y con el sacerdote Ricardo Velazco Ordóñez. Este último viajó a Cuba en junio y así ajustar la participación en la conjura de un grupo de representantes de la alta burguesía criolla, políticos tradicionales y exmilitares batistianos

Por distintas vías las autoridades cubanas conocieron los hilos de la conjura. Morgan, ante la posibilidad de haber sido descubierto, decidió informar a la dirección de la Revolución sobre la situación en que se hallaba involucrado y aceptó la condición de agente doble. Y al regresar de su tercer viaje a Miami, a finales de julio, recibió en alta mar un yate con un valioso cargamento de armas, momento en que el Gobierno Revolucionario decidió neutralizar los planes de acciones paramilitares.

A partir del 7 de agosto de 1959 fueron detenidos en La Habana, Managua y San Antonio de los Baños los principales conspiradores de la red urbana. Entre ellos se hallaban varios latifundistas afectados por la Ley de Reforma Agraria. A uno de ellos, el politiquero camagüeyano Arturo Hernández Tellaeche, la CIA le había obsequiado el cargo de “presidente provisional” del futuro gobierno.

Entretanto, el sátrapa Trujillo, desinformado por la dramaturgia ideada por Fidel, continuó sus planes intervencionistas y envió el 13 de agosto a Trinidad otro avión de la fuerza aérea dominicana con 11 asesores y un gran cargamento de armas. Lamentablemente se originó un tiroteo en el que perdieron la vida, además de dos trujillistas, tres revolucionarios: Eliope Paz, Frank Hidalgo Gato y Oscar Reytor. Cuentan que uno de los asesores del sátrapa, tras ser aprehendido por las fuerzas rebeldes, al ver a Fidel, Camilo, Almeida y Celia, se desmayó.

Invasores detenidos en Trinidad durante la operación, entre ellos, el hijo del alcalde batistiano de La Habana. / Autor no identificado

Años después, al evocar esos momentos, Fidel rememoraría que el emisario especial de Trujillo era “Luis del Pozo Jiménez, hijo de quien fue alcalde batistiano de la capital y figura prominente del régimen […] Con él vino otro enviado importante, Roberto Martín Pérez Rodríguez que viajó junto a su padre [el coronel de la tiranía Lutgardo Martín Pérez] con Batista en su fuga hacia la República Dominicana aquel primero de enero”.

El golpe final

En la noche siguiente a la detención de los emisarios trujillistas (14 de agosto de 1959), Fidel explicó por televisión al pueblo todos los detalles de la conjura. Alertó que el verdadero enemigo de la nación cubana y de la Revolución no eran los batistianos, ni siquiera Trujillo, sino “los intereses creados extranjeros”, con lo que aludía sin duda alguna al gobierno de Estados Unidos.

Subrayó que, extrañamente, la programada sublevación trujillista-batistiana coincidía con la reunión continental de cancilleres que entonces se celebraba en Chile, en cuyo contexto Trujillo pretendía acusar a Cuba de promover insurrecciones y guerrillas en América Latina. A ese cónclave asistió Raúl, quien mostró ante los diplomáticos del continente y el mundo las pruebas documentales de la participación de sátrapa dominicano en la conjura.

Para Fidel, los hechos acaecidos aquel 13 de agosto constituyeron “una importante victoria revolucionaria, pero a la vez una señal de los tiempos que vendrían y un triste obsequio que me hizo Rafael Leónidas Trujillo el día de mi cumpleaños. Veinte meses después enfrentaríamos Girón, la violencia y la sangre en el Escambray, en la orilla del mar, en ciudades y campos de todo el país. Era la contrarrevolución dirigida por Estados Unidos […] En otro país habrían fusilado a Roberto Martín Pérez Rodríguez y a Luis del Pozo Jiménez como mercenarios al servicio de una potencia enemiga. Los Tribunales Revolucionarios los sancionaron a prisión y no les tocaron un pelo”.

Parte de las armas y pertrechos de guerra capturados por las fuerzas rebeldes. / Autor no identificado
Avión de la fuerza aérea trujillista capturado con sus 11 tripulantes y un formidable cargamento de suministros de guerra. / Autor no identificado

*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.

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Fuentes consultadas

Los libros Una fascinante historia. La conspiración trujillista, de Andrés Zaldívar y Pedro Etcheverry; y Otros pasos del Gobierno revolucionario cubano, de Luis M. Buch y Reinaldo Suárez. El texto periodístico La historia real y el desafío de los periodistas cubanos, de Fidel Castro Ruz (Cubadebate, 4 de julio del 2008.

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