En la 33 Edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, se encuentran mucho más que libros. Japón “alfabetiza” de un modo original

La Isla del Sol Naciente se trajo a la Feria del Libro de La Habana, -FILH 2025-, toda su algarabía moderna, la cual arrasó con las preferencias populares en el infaltable Desfile de Cosplay. Bohemia lo reportó para los lectores el 16 de febrero. Junto a esa efímera experiencia lúdica, colorida e inolvidable, se asentó en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, centenarios rituales, cobijados en el stand de la Embajada de Japón en Cuba.
Pensé iba a encontrar algún libro, pues en definitiva se trata de un evento para promocionar la lectura, pero no, Japón nos ofrece algo diferente… Por casualidad mi vista tropezó con un cuadro del que no supe que decía, hasta que encontré al traductor indicado. Este me indicó se trata del carácter de la caligrafía japonesa, representativo del concepto Wa, raíz misma de un pueblo abrazado a la Armonía como estilo esencial de vida. Y esas, son “letras mayores”, pues implica que dentro de un grupo social, sus miembros se decantan por la unidad pacífica, otra manera de analizar nuestra existencia. En Japón llevan milenios en una perenne búsqueda del equilibrio. Las familias animan a los hijos, integrantes a su vez de una comunidad, a mejorar armónicamente sus capacidades. El beneficio colectivo será inmenso al estar las personas mejor preparadas frente las experiencias diarias. Sin embargo, es esta una “lectura” constante, diríase que infinita…
Son códigos complejos y hermosos; un tanto incomprensibles para una latina merodeando dentro de una habitación de piedra maciza, recuerdo de una Habana española. El presente 19 de febrero, aun con la curiosidad habitual del periodista, Japón me sorprendió.
Lo hizo doblemente, pues quién me recibió fue un par de cubanos, amantes de la cultura japonesa. Es él, Víctor Manuel Coro Rodríguez, joven profesor de idioma japonés en la Universidad de las Artes, ISA. Ella es, la sexagenaria Nancy Oropesa Barceló, residente en Isla de la Juventud; esposa de un nisei, descendiente japonés de segunda generación, de la Prefectura de Hiroshima.

De generación en generación
Víctor Manuel me habló sobre una especie de tarima decorada, que en su punto más alto tiene un kabuto, o sea, el casco tradicional de la armadura japonesa, empleado por primera vez por los guerreros medievales japoneses, quienes evolucionaron hasta los samuráis. También había katanas (sables), flechas, abanicos, tambores de guerra. Se me explicó que se colocan a propósito del Kodomo no hi, cada 5 de mayo, Día del niño (varón). Y aunque está concebida para los varoncitos de cinco años de edad, todos son bienvenidos, resultando en una celebración muy animada. Mi anfitrión me indicó asimismo que, al otro lado del stand, en una especie de contraparte, se hallan las muñecas de Hina, centro del Hinamatsuri, una de las grandes fiestas japonesas.
Si bien, los nipones sobresalen en la actualidad por eficiencia e innovaciones tecnológicas, siguen sumamente apegados a hábitos ancestrales, de modo que cuando nace una niña, la familia y los vecinos todavía regalan muñecas bonitas, usándolas para decorar la casa. Las exhibidas en la FILH 2025 representan personajes de la corte imperial de la Era Heian, los cuales se colocan jerárquicamente y pasan de generación a generación.
Víctor Manuel me impresionó por su compromiso hacia todo lo japonés. Espero haber entendido cabalmente sus esclarecimientos. Prometo seguir educándome.

Nancy hace talleres de Furoshiki
¿Furo…qué? Debí admitir mi ignorancia. La jubilada cubana en cambio no se desesperó y con verdadera parsimonia oriental me colocó en las coordenadas de una singularidad: el furoshiki, arte tradicional japonés de envolver objetos con tela. “Me refiero a una tela cuadrangular (los tamaños más comunes son de 45 cm x 45 cm y de 70 cm x 70 cm). En Japón se utiliza para envolver y transportar todo tipo de objetos, ropa, regalos. Se presenta cada vez de una forma diferente, a gusto personal”, subraya mi maestra de ocasión. El blog japonismo.com me confirmó su versión, que nunca quise poner en duda, simplemente fue un atisbo a Internet para comprobar la influencia en el mundo de las costumbre niponas. Práctica tradicional devenida en salvación ecológica.
Nancy me conmovió con su fineza, rara avis, en entornos sociales sin el lustre de antaño. Trataré de seguir su ejemplo de buena educación. Además del furoshiki, ella teje o borda, -no sé exactamente como llamarlo-. El mizuhiki, antiguo arte de hacer nudos, empleado sobre todo para decorar sobres, o crear en tela u otras superficies; grullas, peces, ranas, dragones, flor del ciruelo….
Como puede apreciarse en la Isla del Sol Naciente, cada cosa navega entre las aguas de la sofisticación-sencillez, especie de “unidad y lucha de contrarios”, diríamos desde la Cultura Occidental. Todavía está a tiempo, si quiere “leer” a Japón, vaya a la 33 Feria del Libro de La Habana.
Un comentario
Una suculenta curiosidad mechada entre libros, avistada y compartida con gusto por la autora del texto, gracias a su ojo entrenado por oficio periodístico en cultura japonesa, y en general oriental. Plausible iniciativa que agrega valor a esta Feria y mérito a los cultores de tradiciones niponas.