Estimularlos en el cine, la televisión, lo cotidiano y la sociedad desde edades tempranas propiciará el acto de pensar, los saberes, el gozo espiritual
¿Se pueden perpetuar mundos propios en provecho de la memoria futura si no somos conscientes del ver, aquí, ahora? ¿De qué y de quienes depende conservar objetos, visualidades, protagonistas, transformaciones sociales en diferentes soportes? Una, otra vez, abrimos estas interrogantes al repensar procesos íntimos, colectivos e institucionales encaminados a conservar la sedimentación de saberes, ideas, pensamientos y valores identitarios.
Consumos multipantallas, flujos de entornos digitales, dinámicas establecidas por la fluidez hipermedia influyen en el imperio de las imágenes, pero esa excesiva producción de ningún modo garantiza siempre percibir elementos visuales, estéticos y narrativos en las relaciones sociales simbólicas de lo que acontece.
Para ser reconocidos necesitamos contar nuestra historia, no existe identidad sin relato; este debe ser expresivo, antropológico, participativo. Urge fomentarlo en la permanencia de valores que superan el tiempo. Justamente, Yasset Llerena asume dicha perspectiva en la foto de la Plaza Vieja; dialoga con determinado contexto mediante su punto de vista, adopta una postura activa al “ver” lo perdurable y lo posible efímero. No copia la realidad, la crea. Tal precepto lidera en discursos audiovisuales en géneros o formatos. Los aciertos al concebirlos depende de cada acto creativo. Sueles ser recurrentes en el cine cubano el malecón y la retórica de los personajes. Una perspectiva particular aporta Alan González al recrear el filme La mujer salvaje. Otros cineastas de diferentes generaciones han recreado dramas sociales con el rigor compositivo y la riqueza de conflictos humanos. El medio televisivo tampoco es ajeno a este propósito. Instala sentidos de inquietud sobre complejas problemáticas socioculturales. Lo patentizan documentales, telefilmes y animados; hacen legibles cuentos, metáforas, juegos, aventuras, figuras relevantes, músicas olvidadas durante largos períodos.
Quizás, sin decirlo explícitamente, responden a los apetitos de la cultura en amplias acepciones del concepto; establecen relaciones entre áreas, motivos, circunstancias de disímiles realidades. Esa visión enriquecedora incluye la tradición en tanto elemento del devenir histórico cultural. Así lo reconoció el notable escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980). Es un referente indispensable, motiva miradas novedosas, el deseo de incorporar conocimientos, la insaciable voluntad de identificar vasos comunicantes entre los hechos y los procesos culturales.
Meditemos, las narrativas audiovisuales circulan fuera de la escuela, del hogar junto a las familias, integran la sapiencia y el ocio banal, sí, al unísono, de manera silenciosa, colonizadora para “desconectar”. Justamente, el empeño y la labor del instructor de arte puede ser un ojo crítico atento reclamado por la sociedad. Prejuicios, violencias crecen en algunos espacios públicos y privados. Pero también existen los que cultivan la poesía, el afán indagatorio, las atmósferas artísticas, la belleza. Si los medios de comunicación en gestos cómplices socializan, advierten, muestran esas experiencias ejercen la conquista del lector curioso, ávido por descubrir, investigar, entenderse a sí mismo en relaciones armónicas con el alma y la conciencia. Siempre existen apetitos sin saciar.
Un comentario
La historia es muy necesaria y la cultura y es necesario traerlas y tenerlas presente porque alimentan nuestra espiritualidad, pero ¿ y el resto de las espiritualidades que necesita el cubano ?
Los mediocres alimentos que podemos adquirir, los medicamentos que no recibimos por el Tarjetón, los míseros salarios y pensiones en que se ha convertido nuestro sustento para despedirnos de esta vida, los bienes materiales imprescindibles que ya no pueden mejorar nuestra calidad de vida por ej, un ventilador, un radiecito, una cajita de TV, etc., la desastrosa situación de los apagones que no nos dejan vivir ni dormir, cuando más necesitamos descansar los huesos, el agua que ya nos prueba a ver si todavía podemos cargar un cubo porque no hay, el aseo personal que hay que estirar para que dure 30 días, el gas para calentar algo una sola vez al día, el buchito de café que ya no puedo colar cuando me levanto, porque no tengo MLC, ni puedo pagar un paquetico de los extorsionadores privados y estatales que mi gobierno ha autorizado a que me esquilmen, ¿ sigo hablando de espiritualidades para sentirme ser humano en la vida ó me conformo con un espectáculo cultural ?