Hasta hace unas horas, en la sede de la dirección nacional de los CDR se habían conformado 414 cajas de donativos para los damnificados guantanameros
Momento amargo, qué duda cabe. Esas mismas horas duras han anudado con mayor fuerza los vínculos de la enorme familia Cuba, cuyos contornos se bordan nítidamente con tres simples letras: CDR (Comité de Defensa de la Revolución). El nuestro es un pueblo de extender brazos, de secarse lágrimas, dando paso a la movilización popular incluso cuando un vecino desconocido peligra con caer en el abismo de la desesperación. No nos ceñimos el cinturón de los chovinismos baratos, pero si de solidaridad se trata, corremos por la medalla de oro, ganándola.


Este 28 de octubre 2024, Bohemia acudió a la sede nacional cederista y verificó cuán curados de espanto estamos; cuán prestos damos nuestras pocas cosas, sonriendo satisfechos al donarlas. Con esa disposición abierta nos atendió Aranelis Barbán Rodríguez, secretaria ideológica de los CDR. De su boca escuchamos: “La prioridad es la organización, recepción y embalaje de los donativos de todos los municipios de la capital. Aunque aquí concentramos la labor, en cada comité municipal de los CDR se recepcionan las ayudas. Ya hemos enviado al almacén central del Gobierno de La Habana cinco camiones llenos de estos recursos”. Supimos de cómo depuran los objetos en aras de que estén sanos, limpios. Porque si bien los afectados están prácticamente en cero, es preciso mantener su dignidad no enviándoles cosas rotas o dañadas. Los cederistas capitalinos han sido respetuosos.


La entrevistada comentó sobre la recepción de artículos de todo tipo: de aseo, útiles del hogar, prendas de vestir, calzado, alimentos imperecederos (latas o pastas). Es ese el primer paso. Luego, al ser clasificados, se embalan correctamente a fin de un exitoso tránsito hacia la provincia de Guantánamo. Y continúa: “Además de cederistas a título personal, han acudido mipymes; organismos tales como el hotel Copacabana, la Oficina del Conservador de la Ciudad, la Empresa Constructora y varios más”. Nos fue grato saber que el colega, y vicepresidente del Instituto de Información y Comunicación Social, Jorge Legañoa, acudió dos veces con disimiles donativos, representando a su circunscripción como delegado del Poder Popular.

La secretaria ideológica habló del cuidado tenido en “registrar a cada una de las personas e instituciones. Ello forma parte del control, pero también a modo de recuerdo acerca de la entrega de nuestro pueblo”. Con sumo agrado evocó uno de los gestos más lindos vividos por ellos, conocido en Cuba entera, gracias al reporte del Canal Caribe de la TV: la función pública del grupo teatral infantil La Colmenita, embajadora nata de nuestro desprendimiento humano. Allí se recogieron muchos juguetes, algunos muy entrañables de los niños donantes.
Quienes gustan de difamarnos, tachándonos de caóticos congénitos, se volvieron a equivocar: “A pocas horas de conocerse el evento meteorológico establecimos un sistema de trabajo diario. Sin interrupciones, pues incluso de madrugada han llegado personas con donaciones y nosotros debemos atenderlos. Esto es sin descanso, de lunes a lunes, es decir, también sábados y domingo. Qué le puedo decir periodista; seguiremos mientras las máximas autoridades del país consideren imprescindible nuestro esfuerzo”, declaró la dirigente. Como validación de lo anterior, la presencia del coordinador nacional, Gerardo Hernández Nordelo, en inspección y apoyo de lo hecho por su consagrado equipo.
Otro 28 de septiembre, el de 1967, en ocasión del séptimo aniversario de la Fundación de los CDR, Fidel señaló: “Si de repente no se contara con los Comités de Defensa de la Revolución, si de repente actuáramos como si no existieran, ¡cuántas tareas hoy fundamentales que esta institución realiza dejarían de realizarse en todos los órdenes, en todos los sentidos!”. Tan premonitorio. Sí, Fidel, ¡seguimos siendo esa familia de brazos extendidos!

