Cerró la jornada de la cultura del país asiático en Cuba en 2024. BOHEMIA relata las últimas horas
El bachi o baqueta de madera cae con poderío en el tambor tradicional nipón wa-daiko. El ritmo de la percusión acelera el corazón, los pies se afianzan más porque a veces parece que las sacudidas provocadas en todo el cuerpo nos arrancarán del piso. Las miradas van del instrumento a los ejecutantes y, aunque queremos concentrarnos en el sonido simple y fuerte, no podemos. Estamos atónitos frente a los músicos. Sus rostros, para nada asiáticos, e incluso con “color cubano”, nos sitúan en las coordenadas reales del escenario: La Habana, en donde por espacio de tres semanas se veneró la “marca Japón”.
Una nueva Jornada cultural japonesa tuvo lugar en nuestra capital del 20 de septiembre al 12 de octubre de 2024. En su cierre, el encargado de Negocios de la embajada de Japón en Cuba, Namba Atsushi, congratuló, en nombre de su país, por tan linda y emotiva expedición conjunta. Teniendo como fondo a la Plaza Vieja, y con el apoyo de instituciones culturales del centro histórico, la clausura festiva contó además con la participación de Katia Cárdenas, directora de gestión cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCC). Ella agradeció la oportunidad dada a la urbe capitalina de poder erigirse en epicentro de un acontecimiento devenido ya costumbre, el cual afianza los lazos entre los dos pueblos. Desde temprano se avizoró un incremento del interés popular, con participación en los diversos concursos, talleres, propuestas lúdicas, artísticas, estéticas…
Como reportera constaté el interés, especialmente de niños y jóvenes, por una nación tan lejana, muy rica en folclor y en divertimentos modernos que hacen las delicias de la gente, lo mismo cuando se proyecta un manga, se dibuja un 4 koma (especie de historieta) o se viste un traje relativo a un personaje de anime. Aquí evoco cuánto aplaudimos cuando ante nosotros apareció el ministro consejero japonés ataviado de Súper Mario, ingenioso hombrecillo del videojuego homónimo. Su imaginación habla a las claras de la importancia conferida en Japón a la recreación. Tal actitud jocosa del diplomático provocó tremenda empatía en el público habanero, sirviendo de gancho hacia una mayor asunción de lo japonés.
Año tras año, Japón llega a Cuba con cosas originales, inspiradoras, alegres, útiles para el crecimiento personal. Con semejante estrategia se logró que en 2024 en el concurso de historieta se inscribieran 60 participantes, de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y Holguín. Otra línea de trabajo de la embajada de Tokio es el acercamiento a aquellos grupos e individuos amantes de la cultura japonesa.
Ese fue el caso del diestro dúo, a pesar de la edad, del wa-daiko. Igual percepción tuvimos al presenciar los ejercicios de dos escuelas de artes marciales: la de Shorin Ryu Karate, del Maestro Ernesto Guzmán; y la de Aiki Hakkenkai (Aikido), del Maestro Barba.
De la primera se destaca la concentración de sus niños y adolescentes, embebidos disciplinadamente en los Kata, movimientos o técnicas defensivas, llegadas desde la Okinawa del Siglo XVII. Agrupados en la Asociación Nacional de la modalidad (con 30 años de creada), los pequeños representaron a La Habana del Este. La segunda escuela, la de Aikido, puso en el tatami a tres parejas, versadas en este arte marcial tradicional moderno, desarrollado en Japón por el maestro Morihei Ueshiba, entre 1930 y 1960.
Vimos cómo los ejecutantes caminaban de rodillas a una velocidad increíble, al tiempo que hacían maniobras defensivas y daban precisas volteretas a cierta altura. Nuestros ¡oh! los animaban a utilizar varias estratagemas, entre estas, ejercicios individualizados con implementos típicos, devenidos armas a partir de antiguos aperos de labranza y vida diaria.
El final de la celebración no pudo ser mejor: el desfile y la premiación del Concurso de Cosplay. La palabra en cuestión es una contracción de la inglesa “costume play”, la cual significa “disfrazarse con atuendos y accesorios alusivos al personaje favorito de un anime, manga, cómic o videojuego”. A quienes asumen dichas personalidades, desdoblándose en sus roles, se les llama “cosplayers”. Algunos sitios consultados califican semejante divertida actividad como “subcultura”. Apreciación con la que estoy en desacuerdo, al estar alejada de la realidad contemporánea: en Japón le rinde pleitesía un amplio movimiento participativo, tan autóctono como el Monte Fuji, cuyo cono volcánico nevado inspira desde hace siglos a pintores y a artistas en general. Entonces, el Cosplay motiva a vivir rejuvenecidamente entornos de fantasía.
Surgió en los años 70 de la vigésima centuria, en el evento Comic Marquet, célebre en Tokio. De fenómeno local pasó a famosa práctica en el mundo entero, gracias a la ascendencia de los productos audiovisuales y de juegos creados en la Tierra del Sol naciente. Puedo decir, sin temor a errar, que es también parte de la “Marca Japón”.
En la actualidad, cuenta con cientos de fans en toda Cuba. Así lo constató Bohemia al intercambiar con Angel Lenairs, cosplayer de 24 años. Él diseñó su propia vestimenta como un delfos blanco, esotérico alquimista. El público alucinó con este y cada uno de los trajes, aplaudiendo entusiastamente a las distintas formas conque cada joven y cada niño llevaron a la Plaza Vieja su pedacito de Japón. Concluimos que desde ya esperaremos con ansias la Jornada de la cultura japonesa 2025.
3 comentarios
Cada artículo que escribes, a pesar de contar con muchos años, es un descubrimiento para mí. Es una lástima que éstas celebraciones no tengan más divulgación. Seguro que para el próximo año desfilaré como cosplayer vestida de Come come. Gracias.
Muy informativo, ameno y lindo escrito. Gracias.
Coincido ver novedad en la cultura japonesa, juvenil
participación en deporte y
lo novedoso interpretar con
ingenioso, creativo vestuario alegórico un lúdico empleo polémico pero inevitable del.infinito universo digital