A su prontuario de atrocidades, Israel añade el abordaje y secuestro, en aguas internacionales, de la tripulación de la Flotilla de la Libertad
“A una mujer palestina” es texto esclarecedor y puede servir como una especie de línea en el tiempo, si de medir la intensidad de la opresión israelí se trata. Su autor, el intelectual cubano Fernando Martínez Heredia, lo incluyó casi al final del libro En el horno de los 90, reditado por Ciencias Sociales en 2005. Aquí las fechas son de una necesidad meridiana, porque el autor afirmó: “[…] después de todo no tenían la mujer ni su niña (¿niño?) ni un lugar en el mundo. De esta noticia nadie hará un análisis de texto: ‘mataron hoy’: si están matando siempre”. Lo dijo el 12 de abril de 1993; 12 años después, en una nota al pie de página, resalta: “es vergonzoso que pudiera haber sido escrito hace una semana”.

La vergüenza colectiva ha ido creciendo exponencialmente, con su punto de arrancada en el 1948, cuando el mundo se conformó con el anuncio de un Israel constituido, sin propiciar un Estado palestino. Vendrían fechas conformadoras del actual genocidio: uno ya ensayado de disimiles maneras, con diversa potencia de armas y de complicidades veladas o abiertas, cheques en blanco para matar y usurpar territorios. Razón tenía Martínez Heredia: esa mujer y sus hijos, están ahora entre las anónimas 54 000 víctimas de Gaza.
De nuevo la maquinaria mediática engrasada a favor de medias verdades, desdibujando el esencial sustrato de la tragedia, comenzada mucho antes de octubre de 2023 cuando tiene lugar el ataque de la resistencia palestina. De forma cíclica las víctimas han sido convertidas en victimarias, “vendiéndonos”, de esa forma, la supuesta legitimidad de perseguir el mal dentro de escuelas, hospitales, campos de fútbol y complejos habitacionales. Todos, vueltos escombros, gracias a una justificación modelada para seguir encantando a las audiencias y a la conciencia propia. ¿Qué más vamos a soportar, si incluso judíos de bien han dicho ¡No en mi nombre! ¿Acaso pecan ellos de antisemitismo?

De vez en vez, el horror es tal que aquellos con un mínimo de decencia y humanidad acusan y condenan al verdadero asesino. El problema radica en cómo de nuevo se desviará el foco de atención, porque asistimos a un proceso de exterminio, corazón del colonialismo sionista, y nunca obra de un fanático gobierno determinado. Aunque es muy pertinente la orden de búsqueda y captura de una serie de figuras militares y gubernamentales, entre ellas la del primer ministro Benjamín Netanyahu, la impunidad seguirá campando a sus anchas si Estados Unidos continúa con el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y mientras el régimen sionista no sienta las consecuencias de sus actos, a partir de pérdidas financieras o comerciales. En este mundo al revés, pueblos de paz, por ejemplo, el cubano, son hostigados hasta la asfixia, en tanto Israel sigue matando…
Hubo un 1948, un 1967… así sucesivamente, en los que, salvo acontecimientos puntuales, las mujeres y sus hijos no fueron noticias. Cuando las hubo, siempre fue a causa del “loco” palestino inmolado sin sentido o del “enloquecido” niño enfrentado a piedras con un tanque. En igual secuencia, las sociedades industrializadas han alabado los logros de Israel en agricultura, informática, etcétera. ¡Cuánto ha contribuido nuestro capital en esos sectores!, debe haberse repetido como eco, de espaldas a la resiliencia de una Palestina a ratos hambreada y constantemente pobre. Las conclusiones son inequívocas para quien quiera saber: Israel es un Estado colonial, y Palestina una nación colonizada. Es un eufemismo decir “pendiente de descolonización”, cuando recurrentemente se le “confiscan”, a sangre y fuego, sus predios ancestrales.

Nos ha cogido 2025 “regalándonos” imágenes incalificables en todo nuestro pudor y el ajeno. De tan repetidas, y en apego al lenguaje profesional, han perdido su impacto de noticia, manifestándose, eso sí, como historias de seres humanos ultrajados. De momento es noticia el secuestro, el 9 de junio de este año, de la embarcación Madleen, más conocida como Flotilla de la Libertad, cuyo gesto traspasa lo utilitario al decirle a Israel que la gente sigue defendiendo la solidaridad sin medir obstáculos. Es cierto, la carga no iba a acabar con el hambre en Gaza; sin embargo, hubiera ayudado a restaurar el alma de una familia, de una mujer, de un niño, de una nación.
La valentía demostrada y lo simbólico de la actitud de la ambientalista sueca Greta Thunberg, el actor irlandés Liam Cunningham, la eurodiputada franco-palestina Rima Hassan y otros sirven a una impactante Portada, pero no olvidar: ¡el reportaje cardinal está en el genocidio y en el colonialismo de Israel!