La IX Cumbre de la CELAC reafirmó la unidad regional frente a los desafíos globales, con discursos que enfatizaron la soberanía, la integración y la crítica al hegemonismo
Tras el trepidante regreso del actual jefe de la Casa Blanca y la reinstauración de su discurso de confrontación hacia amigos y enemigos en todos los puntos de la geografía global, América Latina y el Caribe viven una amenaza para su estabilidad regional, especialmente en materias comercial y migratoria.

Ante esa realidad, la IX Cumbre de la Celac, celebrada el 9 de abril de 2025 en Honduras, se convirtió en un escenario clave para redefinir una posición común frente a esos desafíos geopolíticos y la ultraagresividad de Donald Trump, manifestada en la imposición de aranceles, la cruzada contra la migración y los amagos contra el Canal de Panamá, entre otros desmanes.
Bajo el lema «Unidos por la Patria Grande», los mandatarios latinoamericanos buscaron trazar una ruta común y pusieron sobre la mesa la certeza de que es hora de fortalecer lazos y dejar de ser una región atada a los designios de Estados Unidos.
Desde el centro del continente 11 jefes de Estado del histórico «patio trasero» de Washington juntaron acciones para enfrentar uno de los peores ataques de todos los tiempos a la región.
La esperanza hoy es la unidad
La agenda de la cumbre giró en torno a migración y movilidad humana, seguridad alimentaria, comercio, inversión y financiación de organismos internacionales, así como los derechos de las mujeres, agricultura, cooperación, desastres naturales y cambio climático.
Sin embargo, las consecuencias de la política económica proteccionista de la administración republicana fue el tema imperante durante el encuentro.
Al respecto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, alertó de que el actual contexto geopolítico es también un buen momento para reconocer que América Latina y el Caribe requieren de solidaridad.
Para ir trabajando en la misma dirección y profundizar la integración regional, la mandataria propuso a sus pares realizar una cumbre dedicada al bienestar económico del continente sobre la base de la prosperidad compartida y el respeto a las soberanías.
Asimismo, condenó los bloqueos contra Cuba y Venezuela, afirmando que «solo dañan el bienestar de los pueblos». También rechazó la criminalización de migrantes y subrayó que «la esperanza hoy es la unidad».
Por su parte, el presidente Miguel Díaz-Canel acusó a Estados Unidos de desafiar el multilateralismo y el derecho internacional, advirtiendo sobre los intentos de fracturar la región.
El jefe de Estado cubano pidió a las delegaciones no demorar más la integración soñada y peleada desde Bolívar hasta nuestros días por los más bravos hijos de Nuestra América. «Solo la unidad puede salvarnos», aseveró.
En la misma línea, el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, hizo un recorrido por el largo camino que debieron transitar nuestros pueblos, esos que hoy necesitan estar más unidos que nunca.
Lula señaló los riesgos de las guerras comerciales y la pérdida de autonomía regional frente a antiguas hegemonías.
A través de videoconferencia, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, llamó a construir «una sola voz» frente a las amenazas externas y denunció la guerra comercial impulsada por Washington. «Avancemos unidos por una emancipación verdadera», exhortó.
Conectar América Latina con el mundo

La Celac no solo superará los desafíos actuales, sino que mantendrá vivos los sueños pendientes de nuestros pueblos y de revolucionarios de la talla de Bolívar, Morazán, Martí, Sandino, Fidel, Chávez. Con esa certeza, la líder hondureña, Xiomara Castro Sarmiento, entregó a Colombia y a su homólogo Gustavo Petro la presidencia pro témpore del bloque integracionista.
“Mi misión como presidente de la Celac será ayudarnos a conectar Latinoamérica y el Caribe con el mundo entero”, expresó el colombiano y patentizó su intención de tender puentes con África, Asia y Europa, en este momento de incertidumbre generada desde el norte del continente.
Actores con agenda propia
El encuentro reafirmó la voluntad de continuar el diálogo político para profundizar los lazos de cooperación con otros países y grupos regionales, una vez que reconoció los avances registrados durante las reuniones convocadas por la presidencia hondureña.
Además, se aprobó la Declaración Final de Tegucigalpa, texto donde abordaron los temas cruciales analizados y los desafíos que deberá enfrentar la región en los próximos años.
El documento refrendó el compromiso de todos los participantes con el fortalecimiento del bloque como el mecanismo de concertación política y subrayó la plena vigencia de la proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, aprobada en enero de 2014 en La Habana durante la II Cumbre CELAC.
La IX Cumbre de la Comunicad de Estados Latinoamericanos y Caribeños demostró, una vez más, que América Latina y el Caribe insisten en construir su propio relato: ni vasallos ni rebeldes sin causa, más bien actores con agenda propia.
En un mundo donde los grandes poderes se recomponen, la región parece decidida a que su voz no sea un eco, sino una propuesta. El desafío ahora es transformar los discursos en acciones concretas.