Tres derrotas consecutivas en el arranque de la IV Copa Mundial Sub-23 de Beisbol, efectuada en Taipei de China, pusieron ya al equipo Cuba contra la pared. Y a partir de ese momento, no antes del inicio de la competencia, a la que llegó con posibilidades, se pudo vaticinar como Crónica de una muerte anunciada, parafraseando el título de la icónica novela de Gabriel García Márquez. Es que ya, incluso ganando los partidos siguientes, iba a ser muy difícil lograr la clasificación para la Súper Ronda (aplicando los sistemas de desempate).
En la fase clasificatoria (cinco partidos) nuestros muchachos registraron una de las peores ofensivas entre todos los participantes (12 equipos), con un discreto average colectivo de 184, 30 ponches a cuestas y un promedio de solo un extrabase por juego.
El tema de los bates anémicos es un mal que nos acecha desde hace años en competiciones internacionales sin importar la categoría. Han sido notables las dificultades cuando la novena choca contra lanzadores desconocidos allende nuestras fronteras. Eventualmente, se trata de envíos y velocidades con las cuales no lidiamos periódicamente en nuestro torneo doméstico, de ahí que cuando la novena ha conseguido habituarse un poco y descifrar el lenguaje de los lanzadores rivales con el paso de los días, resulta demasiado tarde, pues el evento está próximo a concluir.
A la luz salen entonces disímiles versiones de las causas, pero los hechos no son otros que malas decisiones en el cajón de bateo, ansiedad y poca capacidad de adaptación para reajustarse sobre la marcha. Es evidente entonces la falta de roce internacional, especialmente a un nivel más alto del que palpamos con frecuencia.
Vale recalcar también que en esa categoría nuestros jóvenes disputan un torneo nacional que en su fase preliminar tan solo cuenta con unos insuficientes 15 juegos, muy pocos para una edad que precisa de horas en el terreno para desarrollarse.
Victorias al hilo
Aunque los nuestros se levantaron y consiguieron vencer posteriormente en las últimas dos jornadas de la fase inicial a par de selecciones que conocen lo que es subir al podio en estas lides como México y Australia, aún con balance negativo de (2-3) necesitaban de una combinación de resultados para avanzar a la añorada Súper Ronda.
Al igual que en muchas ocasiones recientes, sacamos las calculadoras como maldito déjà vu, para concluir que dos éxitos ajenos eran nuestra única posibilidad en aquel momento de permanecer entre los seis mejores planteles: los aliados entonces eran Corea del Sur, que debía vencer a México y Puerto Rico, que esperábamos hiciera lo propio ante Países Bajos. De esa manera un triple empate nos favorecería, en el ya habitual sistema de TQB.
El primero se dio, pero los europeos fueron superiores a los boricuas y los discípulos de Alain Álvarez tuvieron que conformarse con la denominada Ronda de Consuelo –para definir escaños del séptimo al duodécimo- donde si bien continuaron en una dinámica positiva y sumaron otros tres lauros, contabilizando en total cinco éxitos en línea, el daño ya estaba hecho y acabaron en un inédito décimo puesto, un sitio nunca antes registrado por un equipo Cuba de beisbol en ningún evento internacional, sin importar la categoría.
En la cuarta versión de este torneo, que por primera vez se efectuó en una sede del Lejano Oriente y vio coronarse a Japón por segunda ocasión en su historia, consolidándose así como el máximo ganador de estas lides tras vencer en la final a su similar de Corea del Sur en un interesante duelo asiático con pizarra de 3-0, los nuestros mostraron serias carencias ofensivas desde el mismo comienzo.
Inicio funesto
Solo produjeron dos imparables en el debut ante Puerto Rico, donde cedieron con marcador de 5-0. Luego ocurrió algo similar en la segunda fecha frente a Corea del Sur, a la postre subcampeón, cuyo picheo permitió apenas tres inatrapables a los antillanos, y se contabilizaron otras siete argollas en la pizarra, en partidos pactados a igual número de entradas.
Ante Países Bajos, en la tercera salida, mejoró un tanto la productividad madero en mano, pero tampoco fue suficiente. Los de la tierra de los tulipanes nos propinaron el tercer fracaso en línea, esta vez con marcador apretado de 3-2. En definitiva ese fue el descalabro que acabó sacándonos de la puja por el podio.
Lo cierto es que con este resultado retrocederemos inevitablemente en el ranking de la Confederación Mundial de Beisbol y Softbol (WBSC, por sus siglas en inglés), además de haber registrado una actuación que quisiéramos poder olvidar pronto.
Recordemos también que en la anterior cita de la categoría, acontecida en 2021 en Hermosillo, México, hace tan solo un año nos ubicamos en la cuarta posición, a pesar de llevar a cuestas el abandono progresivo de 12 atletas, lo que se tradujo en la mitad de aquella plantilla.
Habrá que seguir trabajando entonces para enmendar el resultado reciente, sobre todo con la mirada puesta en los eventos que siguen en el ya cercano 2023, un año cargado de beisbol allende nuestras fronteras, con un calendario apretado que no dará tiempo a reinventarnos demasiado sobre la marcha, donde tendremos Serie del Caribe, Clásico Mundial, y juegos múltiples como Centroamericanos y Panamericanos.
Urge dedicar más tiempo, recursos y enseñanza, sobre todo a las edades tempranas. De ellas depende que podamos mejorar en el futuro. Adentrarnos en la metodología del beisbol moderno y desterrar libros obsoletos debería ser un buen comienzo.
2 comentarios
Amigo periodista, yosvany. Sin ánimo de ser pesimista y si con el deseo mayor de ver a nuestro deporte nacional gosar de la salud que nos gustaría a los cubanos disfrutar de lo lindo. Eso lo veo tan distante como que nuestra economía sea prospera, rentable y sostenible. Llevo días tratando de lusidar si lo soñé o y si lo escuché en un programa de la tv. Alguien decía que teníamos que estimular la confección de pelotas de trapos. Para que los niños y niñas las tuvieran a su disposición y ahí dió una explicación increíble de las bondades y posiblidades que esto traeria. Creo estar seguro que lo escuché en la tv. En pleno 2022 escuchar esto me da la medida que nuestro deporte nacional está en terapia intensiva con criterio súper desfavorable para la vida.
Saludos Eddy, ciertamente los trapos, incluso allende las pelotas, no dan fe de desarrollo alguno. Desconozco si se dijo o no en la tv, pero no es menos cierto que cuándo se es niño, se juega con lo que aparezca. No obstante, espero que quien lo haya dicho esté abogando por fortalecer en los más pequeños el amor al béisbol, a pesar de la crisis económica evidente por la que pasamos. En mi época de escuela primaria, qué tampoco fue próspera, ví jugar a grandes cómo Linares, Pacheco, Kindelan, Padilla, Germán y muchos otros, y lo que más queríamos era ser como ellos. Ojalá hoy pudiéramos decir lo mismo. Gracias por comentar.