Pensar la vigencia del evento en los oídos, el disfrute y el conocimiento de las mayorías es un acto cultural impostergable
Fotos. / Leyva Benítez
Cerró sus cortinas Cubadisco 2025. Pero los valores artísticos fonográficos, las diversidades de estéticas visibilizadas y las jerarquías de compositores e intérpretes, con sus respectivas obras, no pueden quedar solo en las memorias instantáneas de programaciones concebidas durante la Feria Internacional de la Industria Musical.
En Cuba, lo sabemos; las músicas, sí, en plural, nutren la historia cultural de la humanidad. Viajan por el mundo sin límites de fronteras e idiomas. Son narradoras de vivencias, sueños y aspiraciones. Artistas jóvenes y consagrados dejan constancia de géneros, melodías, ritmos, sonoridades, estéticas y renovaciones. Todos necesitan del registro fonográfico; de lo contrario quedan en el silencio; sin repercusión en la musicalidad del ser humano, entendida esta como las aptitudes y predisposiciones de las personas para percibir, crear y ejecutar la música.
Meditar sobre cómo estimular el valor de la continuidad de proyectos en manos de creadores consagrados merece ser una prioridad de instituciones y decisores. Por ejemplo, el riguroso maestro Joaquín Betancourt, violinista, director de orquesta, compositor y orquestador, ha sido capaz de rescatar nuestra tradición de grandes jazz bands que brillaron de manera relevante durante las décadas treinta, cuarenta y cincuenta del pasado siglo veinte. En esta oportunidad fue premiado en la categoría Corta duración dentro del registro Audiovisuales. Su disco Cocinando con manteca, acompañado por la joven Jazz band, rinde homenaje al tamborero y compositor cubano Chano Pozo (1915-1948), a la estirpe de grandes y al renacimiento de una tradición que nos pertenece. ¿Escuchamos el fonograma? Entonces, es imposible redescubrir la relevancia de la banda y los inagotables recursos orquestales de Betancourt.


De vuelta a la memoria es imposible olvidar el tributo de Beatriz Márquez, Premio Nacional de Música, al legado del maestro Adolfo Guzmán. Obtuvo Gran Premio en Cubadisco 2018 con la canción Libre de pecado, galardonado doblemente en las categorías cancionística y grabación. La prestigiosa cantante seguirá validando la autoría y el legado del creador integral. ¿Lo conocen los más jóvenes? ¿Se tararean bajito el hermoso tema No puedo ser feliz y otros del virtuoso compositor y director de orquesta? ¿Existen programas musicales en la radio y la televisión que los evoquen?
De igual modo, el maestro Juan Formell, prolífero compositor, contrabajista y creador de la legendaria orquesta Los Van Van, siempre pensó en el pueblo bailador y su espíritu renovador quedó plasmado con larga permanencia durante el disfrute de generaciones. Para él, según reconoció a BOHEMIA: “Es esencial sentir el tumbao y la calidad del estribillo que decide la suerte del número bailable. Cuando el disco suena en casa y en lugares públicos esos valores crecen; nunca se olvidan”.
Rememorar sin distancias ni olvidos protege los quehaceres creativos del siglo XXI. Más de una interrogante lo propicia: ¿suelen analizarse en profundidad las estrategias para que tras el cierre de Cubadisco los fonogramas nominados y premiados se promocionen y difundan en los medios de comunicación audiovisuales y los espacios públicos y privados?
La continuidad de los Cubadiscos se define todos los días mediante dinámicas de la perspectiva sociocultural y las gestiones comercial y de promoción. Seducir a los públicos con la calidad estética exige la voluntad participativa de quienes crean en la música y el mantenimiento de estrategias comunicativas diseñadas para socializar resultados artísticos.
Pueden ser las programaciones de verano ventanas abiertas a la reciente edición de la Feria. Tanto los centros del sistema de la enseñanza artística, los medios de comunicación y la sociedad tienen posibilidades de conocer la buena música. El oído se educa, el gusto se forma. Fue en la radio, uno de los grandes inventos de las postrimerías del siglo XIX, donde comenzaron a utilizarse las marchas en temas de noticieros; ese quehacer pasó al cine y más tarde a la TV. Esta precisión la debemos al maestro José Loyola, estudioso de las relaciones entre temas, músicas e imágenes.
En un mundo interconectado las tecnologías borran fronteras; tornan más complejos los procesos de circulación y recepción de las producciones culturales auténticas; hay que fomentar alternativas destinadas al aprovechamiento de los canales de acceso a lo nuestro, lo universal. Ponderar la industria del disco estimula el conocimiento de la memoria histórica musical y trae al presente las actualizaciones. Lo que no se escucha, visibiliza y promueve, no existe.
Las potencialidades del desarrollo de la musicalidad apreciativa necesitan el esfuerzo mancomunado de creadores, instituciones, medios de comunicación y audiencias. El nuestro es un pueblo musical para todos los tiempos.
Un comentario
Un excelente trabajo de la periodista Dr. C. Sahily Tabares, cuyos análisis de la problemática artística son siempre interesantes y certeros.