Parte de la exposición personal sobre el arte tradicional japonés del mizuhiki, de la exbecaria Aleida Rodríguez Kato. / Isidro Fardales
Parte de la exposición personal sobre el arte tradicional japonés del mizuhiki, de la exbecaria Aleida Rodríguez Kato. / Isidro Fardales

Un antes y un después

Tras la celebración del II Simposio de Exbecarios Nikkei Cubanos se reafirmó la utilidad de las decenas de experiencias de los descendientes de japoneses en Cuba; su inagotable camino


La historia puede ser una mujer observando la vida en lontananza y bebiendo cada sorbo de tiempo como propio; puede ser un pececillo sumergido en corrientes del ayer en flujo hacia el mañana. Sin historia estamos perdidos, sin nada; ni tan siquiera un átomo de luz, eslabón base de la claridad siempre imprescindible para seguir.

De izquierda a derecha, Yuki Asaka y Ashida Tatsuya, representantes residentes de la Oficina de JICA en Cuba, y Ana Francisca Arakawa. / Isidro Fardales

Muy bien lo sabe la Sociedad Nikkei Cubana. En colaboración con la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), este 1º de marzo se emprendió en La Habana el II Simposio de Exbecarios Nikkei Cubanos. Al dar la bienvenida, Ashida Tatsuya, representante residente de la Oficina de JICA en Cuba, manifestó que “cada uno de los presentes tiene un papel importante… a través de iniciativas culturales, educativas y sociales se aseguran nuestras tradiciones, que no se quedarán solo en el presente sino que serán transmitidas a las futuras generaciones”. Enfatizó un hecho esencial: todos los exbecarios, con su dedicación y esfuerzos para integrar y proyectar la cultura japonesa en la cubana, llevan a cabo valiosos proyectos, haciendo patente a Japón a miles de kilómetros de distancia. Señaló cómo los programas ofrecidos por la Agencia no solo proporcionan habilidades técnicas y profesionales, sino que también terminan enlazándose profunda e indestructiblemente con la cultura nipona.

Concurrieron, además, el ministro consejero Namba Atsushi, el cónsul Uriuda Ryuichi y la jefa de Asuntos Culturales Kanako Otsubo. El exitoso desenvolvimiento dejó traslucir un eficiente y exquisito proceso organizativo.

Foto. / Isidro Fardales

Herencias multiplicadas

Decir Nikkei es marcar el paso japonés, herencia cultural amplia, incluso lejos del País del Sol Naciente. Este 2025 se conmemorará el aniversario 127 de la inmigración japonesa en Cuba. Enorgullecerse de esos fundamentos parecería nimiedad. No lo es; cualquier mirada, gota, cuenta. Toda vida es resumen gigante de la historia.

Ese fue el sentir general del cónclave convocado y de las 10 ponencias presentadas. Todas, interesantísimas, tocantes a la labor realizada con el fin de reproducir el sentimiento de pertenencia; difundir y contribuir en la población cubana el gusto hacia lo japonés, siendo uno de los propósitos de las becas JICA, donde se regresa con las manos llenas de saberes y sentimientos.

Sobre ese particular se refirió Francisca Ponce de León Arakawa, presidenta del Comité Gestor de la Sociedad Nikkei Cubana. Manifestó lo mucho que se crece en el plano profesional y personal después de vivir en Japón. Al ser becaria de JICA en dos ocasiones; 2012 y 2023, aprendió a apreciar grandemente la impronta familiar, sin dejar de ser cubana. En coautoría con Ivis Imamura Díaz, presentó la ponencia “Raíces Nikkei, alma cubana”.

El ministro consejero de la embajada de Japón en Cuba, Namba Atsushi. / Isidro Fardales

Otra intervención cardinal resultó la de la historiadora holguinera Yurisay Pérez Nakao, cuyos orígenes provienen de Kumamoto, una de las prefecturas aportadoras de más inmigrantes hasta Cuba. Con su texto “Inmigración japonesa en Banes. Revitalización de su cultura en la comunidad Nikkei”, quien fuera becaria el pasado año nos adentró en el cauce del devenir nacional, al relatar causas y consecuencias de esa inmigración. Indicó que, con la expansión de las inversiones azucareras estadounidenses y la brecha demográfica como efecto de la Guerra de Independencia, Cuba se convertía en un nuevo horizonte. Nos recordó un pasaje histórico trascendente: la ley estadounidense de 1924 de inmigración o Ley Johnson-Reed, la cual impedía la entrada en ese país de inmigrantes de Asia. Tal circunstancia hizo de Cuba un destino seguro. Puntualizó los sectores de trabajos: agricultura, pesca, industria azucarera y jardinería. En Banes, los cinco radicados laboraron en dependencias de la norteamericana United Fruit Company. Cosas semejantes de interesantísimas abordó Yurisay, enfrascada en un proyecto de investigación de la presencia japonesa en su localidad.

Hubo consenso acerca del gran riesgo de perder parte del legado japonés, debido a la escasa transmisión oral, a los pocos documentos históricos de esas épocas idas. Entre los sueños figuran contar con una página Web o un mapa virtual dedicado a la huella nipona.

Resilencia cotidiana

La promoción de la tradición y la cultura japonesas en ancianos es el centro del Proyecto Arte y Vida, liderado por la doctora Yaima Iha Miranda, descendiente de cuarta generación de llegados de la prefectura de Okinawa. En conversación con Bohemia, relató cómo, tras una serie de talleres de verano, en la Casa-Museo de Asia, en la Habana Patrimonial, la institución “me contacta y me pide que trabajara con la población de Teniente Rey, específicamente con un Grupo de Abuelos. Ahora son cerca de 60. Así, cada 15 días hacemos talleres de manualidades, de técnicas japonesas, cocina. Nos motiva preservar la capacidad motora, desplegar las habilidades sociales, que no se aíslen, evitándoles el sedentarismo”.

La doctora Yaima Iha Miranda, líder del Proyecto Arte y Vida, y descendiente de cuarta generación de inmigrantes de la prefectura de Okinawa, conversa con BOHEMIA. / Isidro Fardales

Al inquirir cuál es la perspectiva de la loable iniciativa, confirmó la vista larga en un año de duración, pero pudiera extenderse y expandirse, dada la enorme aceptación. Si bien Yaima es sumamente entusiasta, confiesa con cierta preocupación la dificultad en la adquisición de los instrumentos, dígase el papel de origami. “Para eso son los simposios de este tipo, con el objetivo de ver si existe un financiamiento, un apoyo”, subrayó, aunque acto seguido se mostró en pleno espíritu cubano-nipón: “No nos rendimos. Vea: realizan con éxito el furoshiki (técnica de envolver con tela), adaptándola con los pañuelos a mano. Igual sucede con las recetas de cocina, cubanizadas con nuestros ingredientes”.

Asistente al II Simposio de ExBecarios Nikkei Cubanos, Aleida Rodríguez Kato, habitante de la Isla de la Juventud y tercera generación de descendientes de Fukushima, tuvo la oportunidad gracias a JICA de realizar un curso en Japón en 2024,. También en exclusiva a esta publicación, evocó los días hermosos en Yokohama; le impresionó todo; sin embargo, su corazón fue “robado” por el Mizuhiki, un tipo de decoración tradicional, de fuerte arraigo. Aleida mostró algunas de sus creaciones, en coqueteo entre la popular artesanía y el selectivo arte. Ideado (se cree desde el siglo VII) como nudo decorativo para sellar obsequios de bodas y funerales, hoy en día se encuentran las más variadas propuestas figurativas.

Entre risas, la entrevistada declaró “hacer Mizuhiki de manera compulsiva; nunca dejo de hacerlos, de tanto que me gustan”. Similar al caso revelado por Yaima, los principales obstáculos están en los materiales. Se impone la creatividad criolla: “Esta técnica consiste en que los hilos deben ir parejos, ninguno debe superponerse al otro, de modo que, al carecer del hilo específico, se nos hace complejo realizar obras con finos cablecitos telefónicos, pues no tienen la flexibilidad requerida, pero nada nos detiene”.

Enlaces fructíferos

El intelectual y Premio Nacional de Literatura 2004, Jaime Sarusky (1931-2013), en el libro Las dos caras del paraíso, se aventuró a profundas indagaciones sobre el papel de diversas comunidades de inmigrantes, conformadoras de la identidad nacional cubana. En su capítulo “Japoneses, un viaje sin regreso”, coloca al lector en coordenadas peculiares de anécdotas salidas del montón. Es así: los Nikkei atesoran un legado original. El mantenimiento de ese orgullo familiar se afianza a partir de la contribución de destacadas instancias: en la celebración del aniversario 120 de la presencia nipona colaboraron la embajada de Japón en Cuba, el Grupo Parlamentario de Amistad Cuba-Japón, los ministerios cubano y japonés de Relaciones Exteriores y de Cultura, el Instituto Cubano de Deportes, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblo (ICAP), la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y la Casa-Museo de Asia, así como empresas niponas.

Un hito, sin duda, lo constituyó la visita a Cuba, en 2016, del entonces primer ministro, Shinzo Abe, que fue recibido por el entonces presidente cubano, el general de Ejército Raúl Castro Ruz. Estos trataron sobre numerosos aspectos de la agenda bilateral, donde se incluyó el tema de los Nikkei. Con altas y bajas, los descendientes siguen siendo punto focal de unión.

Sobre ese particular puede dialogar Nancy Oropesa Barceló, exbecaria por JICA en 2024, y desde 1980 miembro activo de la Sociedad Colonia Japonesa de la Isla de La Juventud, la de más descendientes en Cuba. Un material ofrecido a nuestra revista recoge las distintas alianzas locales: “la Sociedad Cultural José Martí manifiesta el mismo interés, hemos realizado actividades con muy buenos resultados y con una gran afluencia de público. Nuestros vínculos con el ICAP son de excelencia, siempre brindando su local, en donde hemos realizado diversas actividades en conjunto”. La misma opinión le merecen la escuela de capacitación para la cultura, la propia Uneac y la casa de Cultura Municipal de Isla de la Juventud. La compleja situación en Cuba jamás es óbice en el despliegue del entusiasmo y la motivación de los Nikkei. Ni allí, ni en ningún otro lugar del país.

Obra de Mizuhiki, evidencia de la resilencia cubana, confeccionada con finos cablecitos telefónicos. / Isidro Fardales

Manto protector

En un largo trayecto llegaron los primeros hijos de Japón (1898) a la mayor de las Antillas. Desde esa fecha nuestra savia fundacional tiene de la raigambre de Okinawa, Kagoshima, Kumamoto, Fukuoka, Hiroshima, Nagano, Niigata, Fukushima, Miyagi, etcétera.

Las becas ofrecidas por la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) tienen la finalidad de formar y perfeccionar a la comunicad Nikkei, de servirles de ancla y red. En la nación asiática, la capacitación se realiza en unidad con distintas entidades, universidades, asociaciones civiles o sin fines de lucro, entidades privadas corporativas, entidades públicas locales, provinciales (prefecturas) y nacionales. Ana Francisca Ponce de León Arakawa lo sintetizó: “Somos un Nikkei antes y otro después de viajar a Japón, y es cierto. Uno regresa más identificado con sus raíces de la tierra del Sol Naciente. Convivir con ellos, admirar su patrimonio cultural, apreciar sus bellezas naturales y disfrutar su desarrollo económico me demostró que ese país, de donde vino mi abuelo, es mucho más que lo que conocía en los libros, películas y noticieros; que no es solo comer arroz con ohashi, usar kimonos y practicar artes marciales”.

Es similar y cambiante la mujer mirando en lontananza, el pez nadador en las aguas del tiempo. La historia crece.

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2 comentarios

  1. Excelente artículo. Muchas gracias por visualizar la labor que desarrollamos los Nikkei para mantener viva la cultura de nuestros ancestros.

  2. Gracias por estar presente este medio y hacer esta publicación.
    Muy poco está escrito de la emigración japonesa a Cuba, constituye este aspecto un compromiso con las futuras generaciones y una deuda con los antepasados.
    Hicimos un llamado a la contribución de nuestra comunidad en escribir nuestra historia.

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