Luego de una negativa más del Congreso a dar curso a las reformas sobre el sistema laboral y de salud impulsadas por el gobierno, Gustavo Petro convocó a una consulta popular y provocó una nueva avalancha de críticas y malos augurios para su gestión
El presidente Gustavo Petro convocó a un plebiscito sobre su agenda de reformas y encendió una vez más el intenso debate en Colombia sobre las transformaciones estructurales en medio de un escenario históricamente polarizado.
El gran revuelo se desató al final de la jornada del pasado 11 de marzo, cuando los ocho senadores que integran la Comisión Séptima del Senado de la República decidieron archivar el proyecto de ley para la reforma laboral propuesta por el mandatario al inicio de su mandato.
La noticia causó agitación en todas las esquinas políticas e ideológicas del país. Tanto, que el jefe de Estado se pronunció en redes sociales para expresar su malestar sobre el acontecimiento y anunció una “ruptura” entre el Congreso de la República y la rama ejecutiva.
Asimismo, solicitó la realización de una consulta popular para que sea la ciudadanía la que apruebe las reformas laborales y de la salud que el ente legislativo también tiene empolvadas en una gaveta desde hace bastante tiempo.
“Que sea el pueblo el que decida”, resumió el mandatario en su alocución.
La iniciativa revive las tensiones políticas y plantea preguntas profundas sobre el futuro del país y la viabilidad de un gobierno que busca transformaciones estructurales en medio de un contexto hostil para su gestión.
Petro, el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, llegó al poder con una promesa clara: cambiar el rumbo del país. Su propuesta de reformas abarca áreas sensibles, como la salud, las pensiones, la tierra y el modelo económico.
Sin embargo, su ambicioso programa encontró una resistencia tras otra tanto en el Congreso como en sectores de la sociedad que ven con escepticismo sus métodos y objetivos.
El plebiscito, en este ámbito, surge como un intento de sortear los obstáculos legislativos y apelar directamente al pueblo para legitimar su proyecto.
Pero este movimiento no está exento de controversias. Los críticos argumentan que la consulta podría ser utilizada como un instrumento para consolidar un poder personalista, socavando el equilibrio de poderes y el papel del Congreso.
Por otro lado, los defensores de la medida sostienen que es una forma legítima de empoderar a la ciudadanía y garantizar que las reformas respondan a las necesidades de la mayoría.
El plebiscito también pone a prueba la madurez democrática en un país con una tradición de participación ciudadana limitada y una desconfianza histórica hacia las instituciones.
Qué es y cómo se convoca la consulta popular
Una vez el gobierno decide convocar a una consulta, el Senado de la República debe revisarla y puede rechazarla. Si la aprueba, el presidente tiene ocho días para emitir un decreto donde define la fecha de la votación dentro de los próximos tres meses después de ese aval.
Eso significa que, en el mejor caso, el proceso podría realizarse en julio de este año.
En el fondo, lo que avanza por una cuerda floja no es solo la aprobación o rechazo de las reformas propuestas por Petro, mas bien su ansiado pedido de que se escuche al pueblo ya no en las calles, sino mediante unos comicios con base legal.
Se las vuelve a jugar todas y, como asegurara el exmandatario uruguayo José Pepe Mujica en un mensaje de video para mostrarle su respaldo, a Petro “le está tocando, una vez más, bailar con la más fea. Tantos años de lucha y de guerra también han generado una cultura de gente que aprende a vivir de la guerra y no cree en la existencia de otra posibilidad».
“No te canses de luchar por la paz, que en el fondo es luchar por la vida humana», le animó el luchador de izquierda.
Un comentario
Los ciudadanos saben lo que les conviene. La Consulta sólo ratificará el rechazo. La Economía de Mercado se impone en el orbe. Economía de Mercado NO significa libertad económica absoluta.