El 30 de septiembre de 1922 nació en el municipio de San Miguel del Padrón Jesús Orta Ruiz, conocido como el Indio Naborí. Este poeta, periodista e investigador literario cubano se erige como la figura más representativa de la décima en Cuba.
Su vida estuvo marcada por la generosidad, sencillez y bondad, características que se pueden atribuir a sus humildes orígenes y a las múltiples ocupaciones que asumió desde joven para subsistir: pastor de ovejas, operario de zapatero y dependiente de comercio.
Desde su adolescencia, su inclinación poética floreció a través de la décima folclórica, convirtiéndose en una celebridad en el ámbito literario.
El Indio Naborí colaboró con diversas publicaciones antes del triunfo de la Revolución, destacándose especialmente la revista BOHEMIA, donde escribió poemas, crónicas, artículos y reportajes durante más de dos décadas.
Es identificado como uno de los ensayistas más destacados en la cultura popular y entre sus aportaciones más significativas se encuentra una exhaustiva investigación sobre el criollismo y el siboneyismo en Cuba. Cultivó diferentes variantes del versolibrismo, abarcando temáticas campesinas, sociales y utobiográficas.
En conmemoración del 102 aniversario de su nacimiento, la sección BOHEMIA VIEJA presenta una entrevista realizada por la periodista Ángela Oramas Camero, quien explora su nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en marzo del 2000 y ofrece un amplio panorama sobre su vida y obra; también ofrece valoraciones de diversos investigadores, da detalles acerca de su entorno familiar y de los
reconocimientos recibidos hasta ese momento.
ENTRE POESÍA Y PERIODISMO 1
Por. / Ángela Oramas Camero
____________________________
1 Publicada en BOHEMIA, edición número 18, del 25 de agosto del 2000, paginas 54-57, sección
Cultura.
Fotos: Raúl Castillo
Los poetas poseen la gracia y la virtud de desordenar sus conversaciones en verso o prosa, de ahí lo grato que me resultó este encuentro con Jesús Orta Ruiz o Indio Naborí, como le conocemos casi todos los cubanos. Pero confieso lo difícil de entrevistar a este amigo culto, porque también él es periodista, y me tendió una trampa cargada de emociones al trasladarme, retrospectivamente, a mis inicios por el periódico Granma, donde Naborí señoreaba con numerosos artículos en las páginas ideológicas, mientras no perdía oportunidad para sacarnos del sombrero una décima, en lugar de una paloma. De la “estrella que acaba de rozar” y de su vida y obra, le pedimos nos hablara.
–¿Qué nos puede decir de su nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras?
–Sin dudas éste es uno de los galardones más prestigiosos de Europa. Por eso yo recibí con alegría sorpresiva la noticia de mi nominación a tan alto reconocimiento. Sabía que no era fácil tocar esa estrella y me bastaba con haber rozado una de sus puntas. Así lo hice saber a mi pueblo, que compartió mi satisfacción de nominado. Considero justo el Premio de las letras otorgado al eminente narrador guatemalteco Augusto Monterroso, y me alegra que haya correspondido a Hispanoamérica.
Fue estimulante, nos añadió, que su nominación se hiciera por la facultad de Filología de la Universidad de Oviedo, España, respondiendo a la propuesta del doctor José Luis Caramés, profesor de literatura y director del Seminario Humanístico de ese alto centro docente, con el apoyo de otras universidades españolas, junto al Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba y la Universidad Camilo Cienfuegos, de Matanzas. Durante tres días de marzo pasado, se efectuó en la Universidad de Oviedo el VII Congreso Internacional del Discurso Artístico sobre Literatura y Poder; evento que reunió a más de 50 expertos de dieciocho universidades. Por la parte cubana asistió la investigadora María Eugenia Azcuy, del Centro Provincial de la Cultura Comunitaria de Ciudad de La Habana, quien pronunció la conferencia titulada “Del horizonte de un hombre al horizonte de todos”, y ejemplificó la poesía social de Naborí con poemas como “La Muñeca Española Baleada” y “Marinerito en Tierra”, este último inspirado en la tragedia del naufragio y secuestro del niño Elián González. Tal conferencia fue aprobada con fuertes aplausos de todos los presentes, tras lo cual el doctor Caramés, visiblemente emocionado, anunció la candidatura de Jesús Orta Ruiz, cuya nominación recibiera otro apoyo, el de una nueva ovación general. De inmediato, los medios españoles de difusión dieron cobertura informativa a la candidatura del poeta cubano a través de Tele Asturias, Oviedo Televisión, La Voz de Asturias, Nueva España, El Comercio, Cadena Ser y Radio Exterior de España, entre otros.
Las tres vertientes
En su exposición, la especialista María Eugenia Azcuy, sentenció:
“La poesía de Naborí nos llega por tres vertientes: la poesía campesina, la poesía íntima y autobiográfica, y la poesía patriótico social. Dentro de esa opulenta gama tiene lugar la poesía de circunstancia, inherente grandes conmociones sociales. Entonces los hechos interesan a todos con la misma intensidad, y cuando el poeta, mayor o menor, es fiel exponente de la realidad circundante, el pueblo siente que se expresa por aquella voz popular”.
Para Pedro Sergio Amaral Padrón, un conocedor de la trayectoria de la décima en Cuba, “en el presente siglo, Naborí enriqueció la décima como ningún otro cultor del género al llenar de imágenes novedosas y revolucionar el octosílabo, ‘aplatanando’ la estrofa de Espinel”. No sería fácil encontrar en la Isla persona alguna que no supiera aportar un dato de la biografía del poeta o que no fuera capaz de ofrecer una
interesante opinión de su obra. Sin embargo, como BOHEMIA circula más allá de las fronteras de nuestro archipiélago, parece oportuno extender el cuestionario a una zona más personal de su vida.
–En su libro Entre y perdone usted, tan celebrado por la crítica, nos dice cómo era su casa natal, donde incluye el entorno y su familia. De ella, ¿qué vivencia conserva más nítida?
–Era una casita endeble, dos veces derribada por los ciclones. Estaba enclavada entre una cerca de cardón y un corral de toros, no lejos de un jardín y un campo de “hierba del paral”. Lo poético de esa casa lo dio el hecho de que todo lo que sueño me ocurre en ella.
En el barrio de Juanelo, en la Escuela Pública No. 75, cursó la primaria. Luego interrumpió los estudios secundarios para trabajar como pastor de ovejas en la loma de Carolina, “pero tuve la suerte de encontrar un anticipado maestro voluntario: Rodolfo Díaz Moya, que no sólo me impartió las clases pertinentes, sino que me facilitó libros y despertó en mí el hábito de lectura permanente. Sin su ayuda habría sido uno de esos niños campesinos de América Latina que, como dijo Miguel Otero Silva, nacen para desarrollarse como músicos, pintores y poetas, y se quedan mirando la barranca para toda la vida”.
En los años de adolescencia fue aprendiz y operario de zapatería, dependiente de comercio, peón de albañil y hacía todo eso sin dejar de estudiar en las escuelas nocturnas. Una de ellas fue la Academia Añorga, en la cual recibió el primer estímulo como escritor; a la edad de quince años, por una crónica que versaba sobre el mambí Adolfo del Castillo. Ese fue su punto de partida hacia el periodismo, mientras que por haber nacido en el seno de una familia campesina se erguía en otra vertiente, la décima criolla: “con trabajo y estudio compartí el ejercicio de la improvisación cantada. Bien joven todavía logré alcanzar cierta popularidad como trovador”. Quinceañero se presentó por primera vez ante los micrófonos de la emisora Progreso Cubano, actual Radio Progreso. De ahí en adelante participó en los más destacados programas campesinos como trovador; y en ocasiones como director.
Coincide Naborí con muchos fanáticos suyos acerca de que en su etapa de repentista, la controversia más importante sostenida durante la juventud ocurrió con el ágil improvisador Angelito Valiente. Precisamente, las espinelas improvisadas en aquellos días de 1955 fueron calificadas como “Décimas para la historia” y de “Controversia del siglo” por Maximiano Trapero, catedrático de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Y a este mérito de su poesía oral destacan algunos cubanos el valor del poeta al cantarles a la libertad y a la justicia ante diez mil personas en un tiempo en que Cuba sufría la sangrienta dictadura batistiana.
Jesús Orta Ruiz tenía diecisiete años cuando ingresó en el Partido Unión Revolucionaria, presidido entonces por el destacado comunista e intelectual Juan Marinello. Por aquella época, junto con el dirigente marxista de los campesinos Romárico Cordero solía recorrer los campos “combatiendo en mis décimas cantadas al son del laúd los desalojos y todas las injusticias sufridas por las familias campesinas”. A Fidel lo conoció a finales de 1950, cuando se lo presentaron Abel Santamaría y Jesús Montané: “A través de sus discursos radiales yo había descubierto la audacia de sus ideas políticas, más allá de lo que alguien hubiera podido imaginar. Mi afinidad con no pocos miembros de la Generación del Centenario me llevó a colaborar con ellos en algunas actividades revolucionarias, como en la redacción del periódico clandestino. Son los mismos, órgano que se pronunciaba contra la tiranía.” Naborí se incorporó a las luchas del Movimiento 26-7 y del Partido Socialista Popular.
La vocación por las letras
–¿Por qué no continuó sus estudios de la carrera Administrativa y Derecho Público en la Universidad?
-Como antes te he dicho, mi vocación siempre ha sido la literatura y por eso preferí estudiar periodismo, cuyo ejercicio está vinculado a las letras. Enriquecí estos conocimientos en la Escuela Superior del Partido Ñico López, donde me gradué de Filosofía y Economía Política.
–Entre 1960 y 1967 usted tuvo la originalidad de decir las noticias en versos en la sección Al son de la historia. ¿Qué estilo, organización y disciplina debió desarrollar para no perder la actualidad y lograr ejercer el periodismo en verso?
–Los orígenes del periodismo se remontan a la Edad Media, de cuando los juglares iban de pueblo en pueblo cantando las noticias al son de sus instrumentos musicales, herencia de los poetas de América Latina. No fue extraño que yo, repentista, poeta y periodista, utilizara ese medio para llegar con más amenidad y poder nemotécnico a los obreros y campesinos. Ese objetivo se alcanzó en el periódico Hoy, en la sección “Al son de la historia”. Algunos pocos expresaron rechazo a esta versificación de las circunstancias, pero tampoco faltaron defensores como Juan Sánchez, quien recordó cómo Eduardo Marquina, destacado poeta español del Modernismo, escribiera sus Canciones del momento, de innegable valor literario; además, más allá en el tiempo, Píndaro expresó en versos sus Crónicas deportivas.
A partir de 1957comenzó a publicar en BOHEMIA reportajes en décimas y años después, concluidos los estudios de periodismo, escribió en prosa crónicas, reportajes, comentarios de artes y letras, relatos y otros géneros. Fue cuando contó con “maestros excelentes como Enrique de la Osa, Fulvio Fuentes y otros”, hasta que pasó a fundar y escribir en el periódico Granma.
–¿Por qué cada uno de sus seudónimos: Jesús Ribona, Juan Criollo, Martín de la Hoz e Indio Naborí?
–Porque mis poemas contra la tiranía batistiana no podían ser firmados con mi verdadero nombre y apellidos, sin que sufriera la más violenta represión. No así los seudónimos, especialmente el de Indio Naborí, ya identificado como apelativo propio desde mi adolescencia.
–¿Cuál ha sido la mayor alegría de su vida y cuál el momento de mayor tristeza?
–El momento de mayor tristeza fue la pérdida de mi primogénito Noelito, que me inspiró el poema “La fuga del ángel”, y la mayor alegría ha sido el triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959, día que a los comunistas, bajo tanto acoso, nos parecía su llegada mucho más lejana.
–¿De qué pequeñas, hermosas y cotidianas cosas del hogar más le gusta disfrutar?
–Ver reunida a toda la familia en la más perfecta armonía, como si todos fuéramos el mismo corazón.
–Hay en su vida una mujer, Eloína, que dicen que además de ser su gran amor es como su ángel de la guarda, ¿cierto?
–En mi libro Con tus ojos míos he expresado lo que Eloína significa para mí. Si amor me demostró en nuestra juventud enamorada, el mayor amor me lo ha demostrado ahora, cuando he perdido la vista y sufro otras enfermedades crónicas. Ella es, como has dicho, mi ángel de la guarda.
–Para concluir, dígame ¿en qué trajines lo tienen las musas?
–Antes las musas me buscaban y ahora soy yo quien las busca. No siempre las atrapo. Pero moriré buscándolas. En el alma del poeta ellas tienen siempre encendido un poema, aun cuando le jueguen al escondido.
Los reconocimientos
Jesús Orta Ruiz nació el 30 de septiembre de 1922 en tos Zapotes, antigua finca ganadera de San Miguel del Padrón, entonces barrio de Guanabacoa. Poeta, periodista e investigador de la cultura popular hispanoamericana. Cuenta con una extensa obra en la que figuran diez títulos en prosa y catorce poemarios. Textos suyos han sido traducidos a distintos idiomas. Su obra aparece en importantes antologías cubanas y extranjeras.
Ha merecido destacados premios y reconocimientos, como la Orden Félix Varela, la Medalla Alejo Carpentier, el Título Honorífico Héroe del Trabajo de la República de Cuba, otorgado por el Consejo de Estado, el Premio Nacional de la Literatura (1995) y, el Premio de la Crítica Literaria (1996), la Medalla Juan Gualberto Gómez, el Machete de Máximo Gómez, la Réplica de la Pluma del Cucalambé, la Orden 17 de Mayo, el Premio Nacional de la Cultura Comunitaria, y la Placa Conmemorativa 260 Aniversario de la Universidad de La Habana.
El culto Indio
Así tituló su opinión el doctor Virgilio López Lemus, poeta, crítico literario, ensayista e investigador titular del Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba.
El indio Naborí ha hecho notables aportes a la poesía cubana en el campo de la décima, en otras estrofas o moldes líricos y en versos libres, cuya indudable valía puede comprobarse en libros como Estampas y elegías (1955), donde se incluyen las “Elegías a Noel” y el excepcional poema “La fuga del ángel”, escrito en décimas y que debe considerarse dentro de lo mejor de la larga y valiosa tradición elegiaca cubana;
esta calidad se hizo sostenida en “Boda profunda” (1957) y más tarde en el versolibrismo de Entre y perdone usted (1973), libro que hizo gala del tono conversacional dominante en la poesía de Cuba en esa década; este libro alcanzó muy buena crítica y comentarios, entre ellos el de Eliseo Diego, quien lo consideró como un poemario esencial. En los años siguientes, Jesús Orta Ruiz nos entregó un nuevo
volumen muy depurado; Entre el reloj y los espejos (1994), y es reciente la salida del magnífico Con tus ojos míos (1995), Premio de la Crítica de ese año. Este sector de su obra quizás sea el mejor de una carrera poética singular que se desarrolló también mediante la improvisación en décimas (el más representativo de tal manifestación de la oralidad en el siglo XX), así como poeta político y de la circunstancia histórica. Aparte de esas dos líneas creativas, Naborí ha alcanzado con su obra escrita un rango lírico de altos valores dentro de la tradición de la mejor poesía cubana; recuérdense sólo sus antológicos diez sonetos de Una parte consciente del crepúsculo, que lo sitúan entre los mejores sonetistas cubanos de todos los tiempos. La trascendencia de esa parte escrita de la obra de este poeta lo ha convertido en un nombre imborrable de la historia literaria de Cuba.
Un comentario
Hermosa entrevista dada por nuestro extraordinario Indio Naborí. La disfruté al máximo. Gracias por inmortalizar estas palabras cargadas de sensibilidad y espíritu.