El Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales de Santiago de Cuba celebró este 13 de junio 27 años de fundado. La institución, dedicada al estudio de la vida y obra de la familia del Titán de Bronce, es la única entidad de Ciencia, Tecnología e Innovación subordinada a la Dirección Provincial de Cultura en la Ciudad Héroe. Mantener esa condición constituye un desafío para sus investigadores
Han pasado 179 años desde aquel 14 de junio en que Mariana Grajales y Marcos Maceo celebraron el nacimiento de uno de sus más ilustres hijos: el Titán, el mayor general, el del “¡No nos entendemos!”.
Conocidas son las hazañas que Antonio Maceo Grajales legó a la historia de Cuba, mas, para evitar que los datos se desdibujen en la memoria u ordenar otros traspapelados entre la vasta bibliografía, también en junio, pero de 1997, se creó en Santiago de Cuba un centro de estudios que lleva su nombre.
Conocida por muchos como Centro maceísta y ubicada en el corazón de la Ciudad Héroe, la institución, que celebró recién sus 27 años de fundada, fue un empeño del comandante Juan Almeida Bosque y el doctor Armando Hart Dávalos.
Actualmente es la única en el país dedicada al estudio de la vida, obra, pensamiento y acción revolucionaria de la familia Maceo Grajales. Otras de sus funciones son reunir, catalogar y organizar la documentación, promover eventos científicos que contribuyen a conocer más sobre ese prócer y su familia, publicar obras y divulgar investigaciones en actividades de índole sociocultural.
Aunque trabaja fundamentalmente la figura de Antonio Maceo, ya que es el miembro de la familia que más se conoce y el que realizó mayores aportes a las gestas de independencia cubanas, también se indaga sobre el resto de la familia y se investiga sobre sus descendencias.
De hecho, un resultado importante para el centro es la publicación del Anuario “De la Tribu Heroica”, que ya cuenta con 11 ediciones.
En específico, los estudios relacionados con el mayor general Antonio Maceo Grajales incluyen el abordaje de su figura en los discursos políticos de Fidel y Juan Almeida; su representación en sellos postales (el primero de corte histórico emitido en la República tenía su imagen); la presencia de su pensamiento en los clubes sociales de inicios del siglo XX y en las artes plásticas cubanas, entre otros elementos.
Las investigaciones que nacen allí hoy enriquecen la historiografía sobre el tema, de ahí que la compartan en múltiples eventos y talleres, impresos periódicos, revistas, boletines, productos de informática y libros.
Según resaltó la máster en Ciencias Graciela Pacheco, “la existencia de un Centro de Información con servicio de referencia especializado constituye una fortaleza que tributa a la comunidad científica y ha permitido incidir de manera indirecta en la conservación del patrimonio, al contar con la fotocopia de importantes documentos relacionados con los Maceo Grajales que integran los fondos de archivos y museos del país”.
La institución es además la única entidad de Ciencia, Tecnología e Innovación subordinada a la Dirección Provincial de Cultura en Santiago de Cuba, dentro de la categoría de Centro de Investigación.
Desde el año 2009 ostenta dicha condición, ratificada primero en 2016 y luego en 2021. Conservarla constituye motivo de orgullo para los investigadores categorizados que laboran en el centro; no obstante, la tarea no ha sido fácil. Bien lo sabe su directora, Carmen Montalvo Suárez, quien conversó con BOHEMIA acerca de los desafíos actuales a los que se enfrenta el colectivo de trabajadores.
Sostenerse con historia y ciencia
“Mantener la categoría científica es un proceso complejo y riguroso; implica la evaluación de un expediente que evidencie la labor de nuestros investigadores. Además, se ha de contar con resultados investigativos palpables y consolidados que se hayan puesto en socialización con otras instituciones a través de bibliotecas, centros escolares y otras instituciones culturales y científicas o académicas, como las universidades dentro del territorio y fuera de ella”, refiere Montalvo.
“Otra manera de plasmar esos resultados son las publicaciones, así como la participación en los eventos científicos y las superaciones en posgrados vinculados a la labor histórica, sociológica o historia del arte, por ejemplo”, añade.
Ello se cumple con el despliegue de dos líneas de trabajo fundamentales: la actividad docente-científica, debido a su vínculo con la Universidad de Oriente, y la sociocultural. En este sentido, se realiza un trabajo de animación a través de las Cátedras Maceístas, una plataforma que les permite socializar los resultados en las comunidades a través de los diferentes grupos etarios.
Con ellas se realizan actividades patrióticas y culturales muy vinculadas al patrimonio monumental, la literatura, la poesía y las artes. “Las cátedras por lo general se ubican en centros educacionales, pero también contamos con cátedras comunitarias. Existen actualmente 57; de ellas, 45 radican en el municipio Santiago de Cuba. Esto demuestra una debilidad del Centro y es que no hemos sido capaces de expandirnos con mayor facilidad hacia otros territorios que pudieran aportar más a la labor de las cátedras y a la socialización de los resultados investigativos de nuestros especialistas. Sin embargo, se promueven encuentros con los presidentes de cada una de estas cátedras, así como actividades como la Sonrisa de Titanes y Presentes en Baraguá.
“La primera tiene lugar en el contexto del aniversario del natalicio de Antonio Maceo, donde la comunidad maceísta dona voluntariamente materiales escolares y juguetes a niños hospitalizados, y la segunda sesiona cada 15 de marzo en recordación al hecho histórico ocurrido en Mangos de Baraguá”, señala Carmen.
A las cátedras existentes en la tierra del Oriente cubano se añade otra con sede en la ciudad costarricense de Nicoya, territorio donde Antonio Maceo estableció una colonia agrícola con familias exiliadas cubanas. La denominada Mansión de Nicoya esconde otra historia por contar, tan notable como la del inmueble donde hoy radica el Centro maceísta santiaguero.
La casa, que data del siglo XVII, se erige sobre las ruinas del antiguo Castillo de San Francisco, una fortificación destinada a proteger la ciudad de los ataques de corsarios y piratas. Una vez instaurada la República pasó a sesionar allí la Comisión de Veteranos de Oriente y luego, al triunfar la Revolución, la Oficina de Asuntos Históricos del Comité Provincial del Partido.
Al decir de Montalvo, se tiene incluso evidencia documental de que en una de las celdas o bartolinas del lugar estuvieron retenidos Quintín Bandera, Guillermón Moncada, Periquito Pérez, Flor Crombet, José Maceo y otros patriotas, antes de ser trasladados hacia la cárcel.
Sin embargo, ni el valor histórico, científico o social con que cuenta el inmueble han sido suficientes para salvarlo de las complejas condiciones de infraestructura de las que padece desde hace ya algunos años, devenidas hoy en peligro de derrumbe.
En marzo de 2014 se sometió a una reparación que incluyó sus dos niveles y corredores; también fue necesario restituir el entablado de madera del entrepiso y vigas de la cubierta en mal estado. Pero los problemas, 10 años después, persisten.
“¿Cómo investigar desde aquí, cuando faltan condiciones? ¿Cómo permanecer y no ceder ante la falta de medios básicos o tecnología? ¿Cómo estimular a sus especialistas categorizados para que mantengan su superación dentro de nuestra sede y no en otra?”, se pregunta Carmen, quien llegó a ese mismo lugar desde el año 2008, sin pensar que siete años después se convertiría en su directora.
A ella y los pocos más de 20 trabajadores que le acompañan les gana la voluntad y el sentido de pertenencia en la lucha contra soluciones que permanecen ocultas, ante la situación que presenta el Centro maceísta.
En este nuevo aniversario no faltaron actividades para celebrar los logros, que son numerosos pese a los obstáculos: quizás el principal anhelo sea poder contar con un nicho a la altura de la calidad humana y profesional de quienes cultivan la ciencia.